
vida.
Entre mis deseos del fin de año, había pedido un efecto viral, pero un efecto viral para mi blog, de esos en que se multiplica y porque sí o por efecto vírico, el número de entradas. También soy humano y de vez en cuando necesito un empujoncito, pero no sobre mi cuerpo, aunque ahora mi cuerpo también lo necesita. Hubo confusión y siempre que hay confusión en los mensajes la culpa la tiene el mensajero, o lo escuchó o lo anotó mal, que más da, la culpa la tiene él.

El mensajero debe ser un funcionario, ya sabéis: oposición, trabajo fijo, sueldo congelado, media hora para desayunar y a la una cerramos pero nosotros cerramos a menos cinco y entonces venga usted mañana y con cara de perro todo el día. Vamos el prototipo de funcionario, el que tanto daño hace al resto del gremio, que por desgracia ésta subespecie aún no se han extinguido, antes se extinguirán los que trabajan bien. Bueno pues a mi me tocó uno de estos y escuchó campanas y transmitió lo que le salió de los cojones y al final se quedó sólo con lo del virus.
Bueno me alegro de estar mejor y de nuevo volver por mis fueros, aunque de momento es un poco exagerado lo de mis fueros, pues tal como estoy, no creo que hoy produzca nada más que éste escrito. Ah¡¡ y que los Reyes os traigan muchas cosas y sobre todo tener muy controlado al mensajero, no vaya a ser que los Reyes os regalen un buen virus asesino o un virus cagalero.