Ya son las 3 de la tarde y ya tengo la comida preparada para cuando vengan mis hijos y es que tiene cojones la cosa, salen del Instituto a las 3 y llegan a las 3 y 20 o 3 y 30 y se meten entre pecho y espalda esa sobredosis mañanera y cuando llegan ya no es hambre, es pura ansiedad de comer. Pero eso, sólo pasa en países como éste o en países de pandereta, donde lo que no tiene pies ni cabeza, pues resulta que triunfa y es más hasta lo reclamamos. Después se reivindica la siesta como muy española y se reivindica porque vamos con un horario totalmente desfasado.Después de 7 u 8 horas de curre intensivo o de hacer que se curra, pero que igualmente desgasta, el hambre te devora y pasa lo que pasa, que coges tal enchenta que la comida te sale por los ojos y entonces, ¡que remedio!, hay que dormir como hacen las boas después de merendarse una cebra, dormir lleno y hasta las orejas. ¡Qué bien y qué fisiológico y qué bien pensado!, si los españoles somos la hostia de inventores, somos la antítesis de lo funcional. Pero eso nos ayuda a identificarnos como tribu y eso es instinto primario, como lo son las tribus que se identifican con comer humanos, eso les une y les gusta y les reconforta. y pásame ese trozo de seso que tú ya has comido mucho y ese ojo que a mi me encanta chuparlo, vamos lo que digo, les une la cuchipanda carnívora
Pues nada nosotros igual de payasos pero sin comernos un cadáver humano. Comemos mal por la mañana, comemos en exceso a la hora de la comida, reposamos lo devorado con una pesada siesta, no merendamos y cenamos como auténticos cerdos y para digerir lo engullipado, necesitamos dos o tres horas y claro, nos dan las 12 de la noche y viendo la última edición del telediario. Y después cuesta levantarse y sólo te queda arrastrar el cuerpo por el suelo y de nuevo empieza el ciclo de la mala praxis culinaria. Es la peor forma de alimentarse, pero insisto eso y la tortilla de patatas es lo que nos identifica como la "tribu hispánica"..









