
Resulta que yo soy del norte
del norte de tu vida y más lo soy, de la mía.
Yo te conocí en el norte,
en el noroeste y para ser más concreto,
después, nos fuimos un poco más al sur
y acabamos en el más sur que yo me pude imaginar.
Sur del todo
e imposible ser más del sur del que nos habían dibujado en los mapas,
y porque más al sur estaba otro planeta
al que llamaban África
y sonaba tanto,
porque estaba lleno de muertos de hambre
que reclamaban ser medio muertos de hambre
y por ser tan humanos como tú y yo.
Y así fue y hasta que nos llamó el este,
el este con su eterna medianía de media luna entre llena y vacía
y su sol naciente que salía de entre nuestros dientes
y entre de las serpientes que saltaban por los matojos del oriente.
En realidad fuimos gigantes,
nos enfrentamos a nuestros peores temores,
hicimos nuestra propia tribu
y que ¡gran tribu!
y al final,
resultó ser que nos quisimos como nunca nos hemos querido
y ni antes ni después ni ahora...
Yo te pido perdón
por todo el rosario de mis malas historias
y te juro que si pudiera
te levantaría un monumento
en la plaza mayor de mi pequeño y hermoso pueblo,
pondría
"en honor a la más bella persona que he conocido".
Y sin más, me iría a descansar
y con la sensación del deber cumplido
y con la remota idea
de que por fin dije lo que tenía decir.










