Bueno ya entra el día en su cenit y va siendo hora de hacer el Epílogo. Acabo de asomar la cabeza por la ventana y el pueblo ya está capút, no quedan ni los perros sin dueño. Es como esos pueblos de las películas del Oeste, que no se va a nadie a cien kilómetros a la redonda y sólo circulan por las calles esa especie de rulos de paja y que avanzan empujados por el viento del desierto.Pues nada aquí es igual, sólo que ni siquiera hay rulos por las calles, sólo hay coches aparcados y cuatro luces piojosas y que dicen que son las luces de Navidad. Pero bueno yo vivo en un pequeño paraíso terrenal, donde todo rezuma belleza, aparte de humedad, claro. Esto es tan tranquilo y recogido, que a veces me de la impresión de estar en un paraíso pero haciendo "ejercicios espirituales". Como en una especie de monasterio donde impera el silencio absoluto y la abstinencia.
Veis esto de la abstinencia ya me altera, esa palabra no la soporto y por el simple hecho de que me pone de los nervios y después tengo que tomarme doble dosis de mi medicación. Esto no debía ser un castigo de dios, ni la abstinencia debía ser obligatoria, es abstinencia porque no me queda otro remedio y esto es lo que peor llevo. Así que mejor cambio de tema, que sino me pongo carioco.Bueno ya casi me despido hasta mañana, ahora voy a ver si cae una película medio decente, cosa que no es tan fácil. ¡Hasta mañana! y que al parecer y según dictan las normas, ya es otro día. A ver que nos depara el día de mañana. Suerte, por si acaso.










