
¡¡¡Joder y joder!!!
se me murió el camelio...
y ¿qué pasa?.
Hay algunos a los que se les muere el perro o el gato
y es motivo suficiente para llorar todos compungidos
y hasta para guardar un puto minuto de silencio,
pero por un camelio, ¡que va!...
En el fondo a mi me da igual,
pues para llorar no tengo que pedir permiso a nadie
y si aún así,
alguien me preguntara por el motivo de mis lloros,
le diría que yo lloro... porque me apetece llorar
y eso tendría más peso que llorar por un camelio.
Porque somos así y porque así nos han hecho,
mi camelio,
mi lindo camelio de flores rojas.
Y cuando se ponía a la faena de florecer
era el primero, era el más grande,
era bestial de necesidad
y todo se cubría de amables flores rojas.
Y para que hablar del verde de tus hojas,
un verde penetrante,
un verde casi fluorescente,
un verde oliva brillante,
un verde imprudente,
elegante, grandioso,
majestuoso y untuoso,
amable y de tonos suaves.
Y una lágrima se asoma por el borde de mis ojos,
y justo antes de que caiga al suelo
la tendré que coger al vuelo,
no puedo permitirme que me vean llorar por un camelio,
no sé,
tendré que inventarme un nombre de un gato o de un perro
y así decir,
que me ha abandonado después de 10 largos años,
se llamaba Tobi y daba saltos cuando me veía.