
Tengo mis venas encabronadas,
saltan y laten por soleares,
hablan y cantan como animales enjaulados,
se tuercen y se retuercen sobre ejes inexistentes,
acuden a la llamada de la selva y se cuelgan de lianas del bosque encantado,
hacen senderos, caminos y autopistas en mis brazos,
crean árboles azules sobre mi árida piel pálida,
y me señalan como el puto culpable,
tú eres el dueño
y debías cuidar del jardín de tus brazos,
es un vergel cubierto de piel mohosa
y solo atravesada por unas pocas venas
que juegan a ser cauces azules de regadíos.