Y mira que no queda nada y mira que después de ti, estoy yo y en lista de espera y antes de ti, estuvieron otros y que esos otros fueron personas y ahora, son polvo del camino. Pues sí, hablo de la muerte, sí de ese tema del que nadie quiere hablar y porque no se puede, ni se debe hablar y por no herir las susceptibilidades del público o del pueblo, pues público y pueblo se juntan cuando hablamos de la muerte y porque lo que les domina, es el miedo. Y hoy, hasta me voy a echar un farol y por eso digo que... que no le tengo miedo a la muerte y dicho esto, me toco, me palpo y me sobo y para comprobar que sigo vivo.
Son cosas que por prudencia no se debían mentar y no sé muy el porqué...Quizá porque la muerte tiene el mal de ojo y te puede traer la mala suerte y entonces ¿qué pasa?, ¿qué te puedes morir y quedarte tieso como una mojama?. Pues puede que sea por eso y porque eso fue lo que me enseñaron, igual que me enseñaron que los cementerios deben ser frescos y calientes o sea, que les de el sol y a veces, la sombra y para que el fiambre no se cueza con el sol y para que la penumbra les mantenga en plan refrigerio. Y no os vayáis a pensar que la cosa no tiene su precio y el que tu tumba esté en una esquina del cementerio, se paga y el que le de el sol y la luna, también.
Bueno, en mi tierra hasta se paga para los muertos tengan buenas vistas y si están mirando el mar, entonces ya te cagas. La muerte en Galicia es algo mágico y ese juego entre los muertos y los vivos es algo natural y muy normal o así fue en mis viejos tiempos, pues ahora y con eso de las globalizaciones, ya no sé si la muerte en Galicia perdió su sello especial y de eso, el Internet tiene la culpa y lo que era un secreto propiamente gallego, ahora se convirtió en una feria para los turistas y las procesiones con personas vivas dentro de féretros, hoy en día, es una atracción turística. Y ¿donde se quedó el respecto hacia los muertos?, pues dudo que lo haya y porque si se perdió el respecto hacia los vivos, para que vamos hablar del respecto hacia los muertos.
Son cosas que por prudencia no se debían mentar y no sé muy el porqué...Quizá porque la muerte tiene el mal de ojo y te puede traer la mala suerte y entonces ¿qué pasa?, ¿qué te puedes morir y quedarte tieso como una mojama?. Pues puede que sea por eso y porque eso fue lo que me enseñaron, igual que me enseñaron que los cementerios deben ser frescos y calientes o sea, que les de el sol y a veces, la sombra y para que el fiambre no se cueza con el sol y para que la penumbra les mantenga en plan refrigerio. Y no os vayáis a pensar que la cosa no tiene su precio y el que tu tumba esté en una esquina del cementerio, se paga y el que le de el sol y la luna, también.
Bueno, en mi tierra hasta se paga para los muertos tengan buenas vistas y si están mirando el mar, entonces ya te cagas. La muerte en Galicia es algo mágico y ese juego entre los muertos y los vivos es algo natural y muy normal o así fue en mis viejos tiempos, pues ahora y con eso de las globalizaciones, ya no sé si la muerte en Galicia perdió su sello especial y de eso, el Internet tiene la culpa y lo que era un secreto propiamente gallego, ahora se convirtió en una feria para los turistas y las procesiones con personas vivas dentro de féretros, hoy en día, es una atracción turística. Y ¿donde se quedó el respecto hacia los muertos?, pues dudo que lo haya y porque si se perdió el respecto hacia los vivos, para que vamos hablar del respecto hacia los muertos.