OTRAS FIESTAS...


Otras fiestas que no se pueden celebrar. Y son las penúltimas en ésta isla perdida de la mano de dios y creo que del diablo. De todas formas yo no lloro por ello, no me gustan las fiestas tal y como las hacen. Tampoco tengo una alternativa clara o un plan B y porque  no me como el coco por éste asunto y me da igual que se celebren o que no se celebren. Yo voy a estar en mi casa igualmente. Éstas fiestas son en el pueblo de al lado y por eso tampoco me puedo quejar de que me moleste la música y la bronca fiestera.

Esto es opcional y te gusta la fiesta y tal y como se hace o te encierras en tu casa y a cal y canto. Y yo he escogido ésta última opción. Pero tengo que aclarar que no es ninguna novedad, pues llevo años y años sin tener que padecer, lo que es para mí, una auténtica tortura. No me gustan las fiestas en masa, no me gustan la gente en masa y toda borracha, no me gusta esa falsa alegría que uno tiene que tener por ser la fiesta del pueblo.

Mi opción es quedarme en casa y además me quedo, todo contento. Mi fiesta es muy íntima y el único invitado soy yo. Alguno pensará ¡joder que tío más sibarita! y yo digo que si eso es ser sibarita, pues entonces lo soy. Pero mi tema no es ser clasista y hasta la médula, mi tema es ser como yo quiero ser y si no me gusta el gentío todo puesto y borracho, pues como dije antes, me quedo en mi casa y que le den por el culo al mundo.

Riders On The Storm - (The Doors) Extended Remastered Version / Video p...

Battleme - Hey Hey, My My (Sons of Anarchy S03E13)

Depeche Mode - Enjoy The Silence [Live] (Official Video)

Jethro Tull "Locomotive Breath" (HD - Official) Live at AVO Sessions

The Cranberries "Linger" Live at JavaRockingland 2011

John Mayer Trio- Ain't No Sunshine - Live at Crossroads Festival 2010

PERCEBEIROS


 

Radical. ALMUDENA GRANDES

 


Radical
Es una palabra muy desprestigiada, vinculada a pasiones oscuras y violentas, pero no siempre fue así
ALMUDENA GRANDES, lunes 6/09/21 COLUMNA El País

Es una palabra muy desprestigiada, vinculada a pasiones oscuras y violentas, pero no siempre fue así. En el otro extremo del termómetro de la corrección política aparece ahora tolerancia, de la que se podría decir lo mismo. Lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá en Afganistán, es un buen pretexto para reflexionar sobre radicalismo y tolerancia. ¿Salvar a las mujeres y a las niñas afganas? Por supuesto, pero ¿sólo a las de hoy? Durante los años de la intervención estadounidense nadie pensó mucho en ellas. Ahora que Occidente ha asumido la victoria de los talibanes, aún se pensará menos en las del futuro. Y cuando nos asalten noticias terribles, que nos asaltarán, siempre quedará el consuelo de la civilizada tolerancia con culturas distintas a la nuestra. Una mujer debe tener su primera menstruación en casa de su marido, dice un proverbio afgano. Pues bien, frente a eso, que no se puede tolerar de ninguna manera, reivindico mi radicalismo, una posición condenada al fracaso, lo sé, mientras la monarquía saudí y los Emiratos Árabes, los derechos de cuyas mujeres ni siquiera se comentan, sigan siendo los grandes aliados occidentales en la región. Pero entre las imágenes de la evacuación de Kabul que más me han impactado, recuerdo unas rodadas aquí mismo, en España, en el piso donde un intérprete de las fuerzas armadas había sido alojado con su familia. Él hablaba a la cámara. Sus hijos, todos varones ―¡hombre afortunado!―, se movían a su alrededor, pero al fondo, de espaldas, una figura femenina completamente cubierta, con velo y manga larga en pleno agosto, parecía formar parte de la decoración. Inmóvil, ajena, ausente, esa mujer sin rostro, sin edad, sin voz propia, me pareció la imagen más desalentadora de un fracaso.

Isabel Allende


 

"Todos nacemos felices. Por el camino se nos ensucia la vida, pero podemos limpiarla. La felicidad no es exuberante ni bulliciosa, como el placer o la alegría. Es silenciosa, tranquila, suave, es un estado interno de satisfacción que empieza por amarse a sí mismo".

"El amante japonés", Isabel Allende

ABEJA


 

PRECIOSA MAÑANA EN NO SÉ DONDE


 

Julio Cortázar

 


Ahora escribo pájaros.
No los veo venir, no los elijo,
de golpe están ahí, son esto,
una bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los alambres de la página,
chirriando, picoteando, lluvia de alas
y yo sin pan que darles, solamente
dejándolos venir. Tal vez
sea eso un árbol
o tal vez
el amor.

Carmen Laforet

 «Me gustan las gentes que ven la vida con ojos distintos que los demás, que consideran las cosas de otro modo que la mayoría… Me gusta la gente con ese átomo de locura que hace que la existencia no sea monótona, aunque sean personas desgraciadas, y estén siempre en las nubes como tú...»

"Nada", Carmen Laforet, a 100 años de su nacimiento
Puede ser una imagen en blanco y negro de 1 persona, de pie y al aire libre

IRENE VALLEJO

 


El cuerpo es un símil de la realidad donde habita. Cuando a lo largo y ancho del mundo el confinamiento cerró las calles, empezamos a sufrir contracturas físicas y mentales. Somatizamos los duelos como dolores, y la ansiedad es una secuela cada vez más palpable de este paréntesis angosto e interminable. El miedo, las tensiones, el peso del trabajo y el poso de las soledades se traducen a un lenguaje de carne en nuestras piernas, estómagos, corazones y cabezas. Este malestar encajonado tiene raíces antiguas; “angustia” significaba en latín “desfiladero, lugar estrecho, abismo”. Lo mismo ocurre con la tensión que nos oprime: “estrés” procede de strictus, en el sentido de “estricto, apretado, estreñido”. La tristeza estrangula el aire, enmudece la voz. Hasta que, de pronto, como en un hechizo, ciertas palabras nos permiten abandonar el pasadizo helado y encontrar alivio.
Cuántas veces, tratando de levantar nuestro ánimo, hablamos con nosotros mismos para conjurar el miedo, igual que susurramos al niño temeroso de la oscuridad. Nos decimos que es preciso confiar, ser fuertes, no desistir. Esta capacidad para desdoblarnos en un yo sereno que trata de apaciguar al otro yo es una proeza sorprendente y antigua. Ya Homero contaba en la Odisea que, a veces, el llanto sacudía a Ulises, y entonces escondía la cara tras el manto, humedeciendo la tela en silencio. Al regresar a Ítaca, el navegante encontró su palacio ocupado por extraños y tuvo que mendigar en su propia ciudad. Derrotado, se dijo: “Corazón, sé paciente, en otras ocasiones sufriste reveses más duros, pero aguantaste”. Por primera vez en nuestra cultura, un humano habla no con sus semejantes o con los dioses, sino consigo mismo. El diálogo íntimo nació así, con una llamada a la calma y al sosiego.
Durante estos tiempos tormentosos, los duelos amputados han agudizado nuestro malestar. C. S. Lewis intuyó que el dolor por la muerte de un ser querido se expresa a menudo en el idioma de la angustia. Con más de 50 años, el devoto profesor de Oxford aceptó casarse con la poeta norteamericana Helen Joy Davidman —católica, divorciada y comunista—, que le pidió ayuda para evitar la expulsión del país cuando le denegaron el permiso de residencia. Por sorpresa, ese matrimonio de conveniencia en la madurez desembocó en un inesperado y hondo enamoramiento, que poco después truncaría el cáncer. Cuando ella murió, Lewis escribió en Una pena en observación: “Nadie me había dicho que la pena se viviese como miedo. La misma agitación en el estómago, la misma inquietud. No estoy asustado, pero la sensación es idéntica. Aguanto y trago saliva. Antes tantos caminos y ahora tantos callejones sin salida”. Lo conmovedor es que esas reflexiones anotadas en cuadernos, sus apuntes sobre la tristeza, se convirtieron en un libro que le ayudaría —como a tantas personas, todavía hoy— a escapar de la calle angosta, de la trinchera circular.
La ansiedad es una habitación estrecha. Luis Buñuel lo explicó en su película El ángel exterminador, donde unos amigos se reúnen a cenar en un lujoso salón y después, por una razón inexplicable, no consiguen atravesar el umbral para salir. Según el cineasta, habrían sido atacados por una plaga misteriosa e innombrable. Entre esas cuatro paredes se suceden la desesperación y el humor surrealista: una comedia trágica sobre la asfixia y el desasosiego. Cuando el túnel nos aprisiona, la risa ensancha los pulmones con aire fresco. Conversando con exiliados españoles en México, el director señaló la clave: “Los hombres cada vez se ponen menos de acuerdo y por eso se combaten entre ellos. Pero ¿por qué no se entienden? En la película es lo mismo, ¿por qué no llegan juntos a una solución?”. Según Buñuel, debería asombrarnos no que los personajes sean incapaces de salir, sino que no intenten colaborar. Hoy, más que nunca, hay que observar las penas, hablar con el corazón, reír en el desfiladero y atreverse a buscar ayuda. Hace falta coraje para dar rienda suelta a las palabras enjauladas. No siempre comprendemos cuánta fortaleza se necesita para vivir en la fragilidad.

Dosis diaria de Muñoz Molina


"¿Quién puede atreverse a decir que conoce Marrakech si no ha presenciado la lentitud de sus crepúsculos desde la terraza del hotel Savoy? La historia que ahora debo contar tiene allí su comienzo, una tarde de septiembre, bajo los apacibles toldos del verano, en aquel lugar que parece la cubierta de primera clase de un privilegiado transatlántico. Los toldos semejan recamadas tiendas berberiscas. El exotismo y la higiene, factores tantas veces en discordia en los parajes magrebíes, se alían a satisfacción del más exigente turista europeo. Consumiendo en breves tazas de plata rondas de té con hierbabuena, los miembros de la expedición soslayábamos la diversidad de nacionalidades gracias a la similitud de nuestros gustos y oficios. Nos había reunido en aquel viaje la munificencia de la casa Fujisutmi & Sons, que tan enérgicamente ha sabido abrirse paso en el difícil ranking de la fabricación de pianos de cola. Casi todos los presentes regíamos salas de conciertos en Sudamérica y Europa, y todos nosotros, sin excepción, nos habíamos inclinado en los últimos tiempos —al principio con renuencia, luego con satisfecho entusiasmo— por los pianos Fujisutmi, obteniendo así lo que mister Urara, anfitrión y guía del viaje, llamaba un merecido reconocimiento, es decir, en términos estrictamente materiales, una gira full credit por los mejores hoteles del norte de África. Tiempo habría, cuando el verano terminara, de regresar al ejercicio de nuestras responsabilidades. Pasábamos las indolentes tardes de septiembre conversando en la terraza del Savoy, y elaborábamos vagas estrategias comunes que redundarían en beneficio de nuestros programas de conciertos: giras transoceánicas, grabaciones rotatorias de discos, estrechamiento de lazos entre los teatros españoles y los de la América hispana. Solíamos contrastar experiencias y referirnos a nuestra plural intimidad con artistas de fama y a los molestos percances que suele siempre deparar la visita de una gran orquesta sinfónica. Un lugar común de todas las confidencias era nuestra indefensión ante las extravagancias y los vanos antojos de soberbia de algunos concertistas: llegan tarde, son salvajemente antipáticos, reprueban la mejor suite de un hotel porque les molesta el ruido de los grifos, algunos son esclavos del alcohol o de la cocainomanía..."

(A. Muñoz Molina, relato "Las otras vidas",

Hermann Hesse

 

En 1931, Hermann Hesse comenzó a trabajar en su última gran obra, 'El juego de los abalorios'. El escritor observaba con preocupación la toma del poder por los nazis en Alemania. Muchos de sus amigos fueron perseguidos. Bertolt Brecht y Thomas Mann estuvieron en su casa durante sus viajes al exilio. Hesse intentó, a su manera, oponerse a la tragedia alemana, publicando reseñas en la prensa en las que defendía a los autores judíos o perseguidos por los nazis. Desgraciadamente, desde mediados de los años treinta, ningún periódico alemán se arriesgó a publicar artículos suyos. La prensa estaba ya en manos del régimen nacionalsocialista. Fue entonces cuando decidió refugiarse en su novela 'El juego de los abalorios', finalmenten publicada en 1943. La obra es un canto a la cultura frente a la barbarie y le valdría el Premio Nobel de Literatura en 1946. Hesse vivió como un ermitaño en su casa de Montagnola, su villa en Suiza donde pasó la segunda mitad de su vida y en la que colgó un cartel que prohibía las visitas. Su aislamiento fue una renuncia consciente ante un mundo enloquecido y hostil.

Tom Waits


 

′′ Mis hijos empiezan a notar que soy un poco diferente a los demás papás. Por qué no tienes un trabajo recto como todos los demás? Me preguntaron el otro día.
Les conté esta historia:
En el bosque, había un árbol torcido y un árbol recto. Todos los días, el árbol recto le decía al árbol torcido: ′′ Mírame... Soy alto, y soy heterosexual, y soy guapo. Mírate... estás todo torcido y doblado. Nadie quiere mirarte. Y crecieron juntos en ese bosque. Y entonces un día vinieron los madereros, y vieron el árbol torcido y el árbol recto, y dijeron: ′′ Solo corta los árboles rectos y deja el resto. Así que los madereros convirtieron todos los árboles rectos en madera, palillos y papel. Y el árbol torcido sigue ahí, creciendo cada día más fuerte y extraño."

Tom Waits

QUE TE ACOMPAÑE EL BESO TRISTE DE LA NOCHE...

 


Que te acompañe el beso triste de la noche...
aunque mis besos no son tristes,
es mi poesía la que se encuentra triste
y a veces, como hoy,
quiere llorar sobre un campo de trigo,
necesita la caricia de la brisa marina,
y su olor a algas y yodo,
así como tener a la vista
el gran espejismo del cielo iluminado.

Mi vida y mi historia son como un cuento de hadas,
la princesa me quería
y de repente,
los dos volamos en contra,
como dos kamicaces sin rumbo ni destino,
uno reventó en mil pedazos
y el otro siguió haciendo vuelos rasantes
y hasta estrellarse y siniestro total
creo que el otro, he sido yo,
pues aquí estoy...escribiendo,
y no me queda otra que volver al principio
de éste poema
que te acompañe el beso triste de la noche...

UNA CANCIÓN DE CUNA (Hace 3 años)

 

Para esos algunos que piensan que la vida es así de fácil,

les dedico una linda canción de cuna

y para se duerman lo que les queda de vida

y así, no vuelvan a levantar cabeza ni otra cosa.

(esto que he dicho, es sólo un ejemplo).

Porque yo lo de cantar no se me da ni bien ni mal,
se me da fatal y porque mi oído nació disléxico
y oye palabras y escucha canciones y música
y además, le encanta oír música,
pero a la hora de reproducir la música con sus letras
y justo en esa hora y en ese mismo minuto justo,
la voz que me sale es como si fuera un alarido de Tarzán,
pero sin mono y sin lianas,
e iba a decir, sin selva,
pero eso no es del todo cierto,
porque yo vivo en una maravillosa isla del mediterráneo,
que tiene todos los encantos del mar Mediterráneo
y eso significa que de alguna manera yo vivo en mi propia selva:
bosques de encinas, de olivos, de pinos,
de acebuches, de hermosos matojos tercos y densos,
playas divinas, mejor dicho, pequeñas y preciosas
calas divinas,
aguas transparentes y gracias a las praderas de posidonia,
alga que nos brinda la visión hasta el fondo marino,
y agua templada y rica en especies.

Tal y como debía ser todo
y todos debíamos ser ricos
y también, buenas personas,
no me canso de decirlo,
lo importante es la condición
o como decía una de esa frases lapidarias tipo Paulo Coelho:
"El problema no es el problema
el problema es tu actitud ante el problema"
y no sé porqué, pero leí esto y me dije:
¡Joder que profundo!
y debe ser tanta su profundidad como la de la fosa atlántica,
aquella fosa sita cerca de Galicia,
creo que a como a unas 200 millas
y donde llevaron a morir aquél siniestro petrolero todo destrozado,
"El Prestige" se apodaba...
que en su lecho de muerte le dio por esparcir sus entrañas de gasoil,
la marea negra, le llamaron y casi jode Galicia y casi la hunde,
pues Galicia vive mucho del mar,
bueno en realidad, muchos vivimos del mar,
yo no es que viva físicamente de él, bueno sí, un poco,
me encanta su marisco y su pescado,
pero yo del mar sobre todo vivo,
de su inspiración,
de su maravilloso azul cielo,
de sus hermosas mareas
(que en el Mediterráneo son demasiado pequeñas),
de sus olas de azul espuma
y de sus sonidos y ecos,
de su mar en calma y en balsa de aceite,
de sus cabreos de temporal,
de sus historias de marinos y monstruos,
del tesoro del capitán pirata pata de palo,
de las historias de naúfragos y naufragios,
de la ballena azul y sus retoños,
de los japoneses aniquilando ballenas,
del misterioso triángulo de las bermudas,
en fin que en el mar hay para dar y tomar
y por eso mismo lo sigo y por eso en él me inspiro:
Yo nací viendo el mar de mi ría de Vigo
y era un 5 de Febrero del año 1956
y mira que han pasado años...
y en concreto, han pasado 62 años,
y que más puedo deciros,
sí...que sigo vivo y coleando.
y eso hoy en día es...como decirlo...
¡es demasiado importante!.

Carmen Maroto

 

Y en ese mar demacrado

donde los colores
han huido
de tu mano
dejando un gris
que lo inunda todo.
Y entonces, padre,
no sé si llueve
o lloro.

EL SINSENTIDO DEL EXISTIR


 

Bueno, pues yo estoy en Menorca y vosotros estáis desperdigados por el resto del mundo y eso es lo que nos separa, la distancia y muchas veces, la larga distancia. Y lo que nos une..., y lo que nos une no sé muy bien lo que es, porque a veces leo cosas que me suenan todas locas y estúpidas y es cuando me pregunto: ¿qué hago yo aquí?, ¿estoy dentro de un manicomio y yo soy el cuerdo? o pasa ¿qué esos algunos, son los cuerdos y yo soy el que está mal del coco?. A mi todo esto me suena más a que donde yo esté, siempre habrá desvaríos y palabras locas y actos absurdos, siempre habrá melodías o poesías que hablan de locuras, en definitiva a mi alrededor, siempre habrá el sinsentido del existir, que para nuestra desgracia, nunca es tan coherente como quisiéramos..

DOMINGO (De hace 1 año)


Domingo 8 de septiembre. Domingo como toca, fiestas en el pueblo de al lado, en consecuencia éste pueblo (el de aquí, el mío) se ha quedado casi vacío del todo. Las campanas de la iglesia sonando todas locas y debe ser porque muy poca gente acude a su reclamo de trompeta. La gente habla bajito y no sé porqué. Hace calor pero ya no es la bestialidad del calor de agosto. Acabo de volver de desayunar y todo lo encuentro como demasiado quieto. Hay momentos así, momentos en donde todo va a cámara lenta y es cuando te preguntas ¿en qué dimensión estoy viviendo?. Pero bueno, viene por la calle un capullo en moto y a toda ostia y con el tubo de escape que más bien parece que lleva incorporado el Órgano de la iglesia y te destroza toda esa especie de paz interior, que tanto nos gusta. Y vuelta a empezar de nuevo y venga a recomponer el anterior decorado, la botella de agua estaba en ésta esquina, el móvil estaba en modo silencioso en medio de la mesa, la tele estaba apagada, la ventana sigue abierta y por ella penetran escasos sonidos, algunos imperceptibles y otros en cambio, ruidosos a más no poder. Y es que otra moto con tubo de escape a todo volumen, acaba de pasar. Y ya lo voy a dejar y voy a pasar al plan B de mi película. Y a partir de ahora me van a importar un pito los ruidos, es más ahora reclamo ruidos ensordecedores que atronen y sacudan mis viejos y patéticos sentidos.
Domingo dominguete y para cuadrar la rima y que te den por el culete. Los domingos de mi infancia, eran domingos de misa por la mañana. Y por supuesto eran los días de ponerse las mejores galas y de lucir todo lo estrenado. Me acuerdo de mi polo gris de tela fina y tacto agradable, que sólo me ponía los domingos y porque así estaba estipulado por mi madre (y lo que decía mi madre, iba directamente a misa). Domingos, misa y después venía lo mejor de todo el día, los aperitivos, que en mi tierra gallega eran más que abundantes y sabrosos. Y aquellos ricos Berberechos o aquella preciosa nécora o aquella tapa de pulpo con cachelos que era para comerse los dedos. Aparte que los mayores o sea mis padres y sus variopintas amistades, se ponían tibios de vino y bueno, hasta el más antipático se ponía graciosillo. Otros en cambio, los menos, se ponían pesados y empalagosos y porque se habían pasado de dosis o porque el vino les ayudaba a descubrir como en realidad eran. También había el puto tocón de los cojones, que te pasaba su pezuña toda pringosa por la cabeza y después, de tocarse sus asquerosos huevos.
Estaba muy claro que el Domingo estaba partido por dos partes. La mañana que era grandiosa y espléndida y la tarde era triste y casi lagrimosa. Por la mañana te desbordaba el optimismo y todo te parecía fútil y pequeño, en cambio por la tarde te caían los huevos al suelo y porque poco a poco se aproximaba la hora del lunes lunero. Mañana cole, te decías. Era como ver al Domingo desde la trastienda y viéndole el culo a los actores. Yo llevaba fatal lo de los Domingos por la tarde y no sé... y me entraban unas ganas enormes de desaparecer para siempre. Pero nunca lo conseguí del todo. En cambio y años más tarde, le encontré el gusto a la tarde del Domingo y porque me enamoré de su aire melancólico y de su inmensa paz de día de lluvia. Me gustó su enorme vacío y su quietud con ese aire a decadente de vieja canción. El Domingo por la tarde, me suena a "fado" portugués cantado por ejemplo, en una calle siempre mojada (porque tiene que llover, sino no vale) y con su aroma a piedra mojada y en mi hermoso Santiago de Compostela...pues Santiago para mí es el culmen de lo entrañable y decadente...

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...