Charlie Brown
"Hoy por fin me di cuenta de que todos somos diferentes: hay quien tiene belleza, quien tiene talento, quien tiene dinero, y luego estoy yo, que tengo sueño".
MEMORIA
¿Es memoria lo que a mí me falta?. Porque de algunas cosas sí que me acuerdo y de otras, pues no. Le llaman memoria selectiva. ¿Pero como funciona?, porque hay cosas de las que quiero acordarme y sólo me llegan pequeños detalles o flashes y en cambio otras veces, me inundo con aquel marrón o con aquella inmensa desilusión, que por cierto, hasta pagaría por borrarla de mi disco duro. Y por eso concluyo, que la memoria va a su propio aire y que por tanto, la memoria es incontrolable y se mueve por unos hilos invisibles que no podemos ver.
Alice Munro (D.E.P.)
"La memoria es la forma en que seguimos contándonos a nosotros mismos nuestras historias".
Todas las reacciones:
8LOS OJOS
Acabo de ver mis ojos en el espejo y noto su agradecimiento, se iluminan nada más verme. Los ojos lo dicen todo, los ojos hablan, ríen, dudan, lloran, piensan, los ojos son los que mejor muestran la vida. Me acuerdo de aquella canción que decía: "No mires a los ojos de la gente, hacen daño y siempre mienten..." y yo pienso que hasta creí en esa letra, mejor dicho en su mensaje descarado, de que no te fíes de nadie. En cambio ahora pienso lo contrario, los ojos no mienten, los ojos no saben mentir y lo que realmente mienten son los gestos y sobre todo mienten las palabras.
Si alguien te está mintiendo con sus palabras, lo mejor es mirarle directamente a los ojos y así sabrás si realmente te miente. Cuantas veces hemos visto que en situaciones de duda se le pide al interlocutor que le mire a sus ojos, y lo hace para descifrar lo inexcruptable y lo inexcruptable está escrito en los ojos, en sus pupilas, en el movimiento de los párpados o parpadeo, en la mirada huidiza y si uno llegará o pudiera llegar, al fondo de los ojos del otro, vería que lo que piensa está escrito y grabado en el fondo de la Retina.
Mirar fijamente pone nervioso al contrario, hombre y a veces es lógico, pues si lo haces demasiado fijamente, el otro tiene la sensación de taladro o sea que tus ojos están llegando hasta el fondo de su cogote. Pero no hace falta llegar tan lejos y se puede mirar fijamente sin taladrar y para ello hay que fijarse suavemente en los detalles antes mencionados: sus pupilas, su parpadeo y con eso suele llegar, sin tener que penetrarle su cerebro y hacerlo papilla para niños. Y eso se consigue mirando fijamente a ratos o sea concediendo descansos, para que el otro se alivie y también intercalando miradas dulces con miradas penetrantes y así cuando el otro, tiene sus ojos relajados ¡zas! le metes tú mirada penetrante y después le pones otra vez la mirada dulce y así poco a poco vas leyendo su pensamiento.
Los ojos lo dicen todo, pero lo que no se puede arreglar es que la gente mienta. Mentían, mienten y seguirán mintiendo, aunque no todos, por suerte. Yo aquí sólo recalco el poder que tienen nuestros ojos, el poder mirar más allá de las palabras, de los gestos, de las expresiones mimetizadas y de las miradas huidizas y ese poder inmenso lo podemos utilizar cada vez que tenemos otros ojos delante y los miramos fijamente pero suavemente.
AQUÉL HERMOSO PUEBLO
Cuando llegué a aquél pueblo
era de noche,
Aquél pueblo,
para mí tan admirado por su extraordinaria belleza,
ahora, era la sombra de lo que había sido,
visto así,
desde dentro de sus entrañas más oscuras,
era una visión tétrica y con demasiadas telarañas.
Tú allí,
sólo y en aquél edificio sin sustancia,
feo, frío y gélido,
y en medio de aquel descampado
entre el centro del pueblo
y el polígono industrial.
No sé, visto así,
pensaba que debería acogerme a la suerte
y cruzar los dedos unas cien veces,
o santiguarme veinte mil veces más,
y esperar a que no pasara nada,
dormir con un ojo abierto
y con el otro medio cerrado,
mientras el viento golpeaba una ventana con fuerza
y yo pensado que alguien golpeaba la puerta de aquél centro de salud.
Hacía frío en el aire ambiente,
hacía frío por mis adentros,
hacía frío hasta dentro de mis peores enemigos,
los miedos,
hacía frío por las calles solitarias y chorreantes de humedad,
hacía frío y mucho en aquél inhóspito centro de salud
que se parecía más a un esqueleto de un muerto
que al único habitante que albergaba
o eso pensaba,
que yo, era el único ser vivo que quedaba.
Frío, más frío,
mucho miedo,
a veces pavor y temor,
ruídos inesperados,
ruídos de puertas sin engrasar,
ruídos de cristales desajustados,
ruídos de árboles,
silbidos de viento,
timbres que sonaban sin parar dentro de mi cabeza
y vueltas y más vueltas en aquella cama de mierda
y las 2 y las 3 y las 4 y las 5
y a las 7 de la mañana me decía a mí mismo
¡que bien! sólo queda una hora.
Pero al final, fue tanto fue el cántaro a la fuente
que una noche casi me parten la cara, la boca y los dientes.
Un desalmado hijo de puta borracho hasta las trancas,
llamó con insistencia a aquél maldito timbre siniestro
serían las 4 de la mañana,
eran dos tipos,
dos pintas puestos hasta las cejas de todo y más,
y nada más abrir la puerta,
me empujaron brutalmente a un lado
y empezaron a romperlo todo
y porque sí y por sus cojones de machos bravíos
y cuando se aburrieron de romper cosas
dirigieron sus miradas etílicas hacia mi persona,
y yo claro, pies en polvorosa y pies para que os quiero,
y corriendo todos los pasillos del centro de salud
y hasta que me fijé en una ventana que estaba medio abierta
y por allí me colé como una sabandija por una rendija
y aquél penoso descampado que rodeaba al centro de salud
me pareció un territorio lleno de amor y paz...
Desde esa aventura tan bélica,
nunca más me dejaron trabajar solo en la noche,
claro, tenía que pasar algo y pasó
y eso que tuve la suerte de haberme librado por los pelos,
pues ya véis que a pesar de todo sigo vivo y coleando,
pues tengo 7 vidas como las que tiene un gato.
Además y mirar por donde
35 años más tarde o más
sigo haciendo guardias
y hasta ahora y de momento
nadie me pudo abrir en canal
en una de esas lúgubres y atormentadas noches.
LUIS SEPÚLVEDA
Dedicatoria del libro “La sombra de lo que fuimos", de Luis Sepúlveda, fallecido hace hoy unos años a consecuencia del coronavirus.
¡NO NOS DEJAN SALIR DE ÉL! (Tiempos de pandemia)
Pues claro...
yo no soy el de hace 2 meses
a mí en concreto...
me ha sentado de bien como mil pares de cojones,
y soy mejor
y soy mucho mejor que hace 2 meses,
he visto el vértigo que se abre ante la muerte
he palpado pánico en muchas rostros agónicos,
pero también he sentido solidaridad entre seres humanos,
digamos que para mí,
el ser humano ha ganado otro punto,
además estas situaciones tan radicales
te ayudan a saber mejor quién está contigo
y quién está contra tí,
para mí los días de cuarentena fueron fructíferos,
yo me he visto más sólo que nunca
pero me sentí sólido, consolidado y fortalecido,
mis ganas nunca dejaron de ser ganas,
mi entusiasmo vital nunca decayó
y sino fuera por todas las muertes que hubo
y por el hambre que pasaremos, después
yo desearía seguir viviendo en cuarentena,
pero claro... llega el realismo
y te da una patada en la nuca y otra en la boca,
no se puede vivir sin producir
y menos sin consumir
porque el consumo hace aumentar la producción
y la producción estimula el consumo
y vivimos dentro de ese círculo vicioso
y no sabemos salir de él
o mejor dicho,
¡no nos dejan salir de él!
MELISA LINARES
Hay que aprender/ a mantenerse a salvo / Enfrentar la titánica tarea / de no andar todo el tiempo / con el corazón en las manos / como si no valiera lo que vale / Como un permiso para recibir / todas las miserias del mundo. / Ya no estamos para bancarnos / la épica de golpearnos el pecho / y gritar que tiren a matar.
Todas las reacci
ÁNGEL GONZALEZ
Leo poemas al azar,
leo casi sin pensar en lo que leo.
Cuando me encuentro un verso
triste,
siento en el alma como una
caricia.
No es que me alivie la tristeza
ajena;
es que me siento menos solo.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
LA PUNTA DE UN ICEBERG
Ahora todo es más difícil los reflejos van pidiendo un descanso los tendones se relajan y contraen menos y peor que antes la vista pide aux...










.jpg)

