EL PASEO MATINAL

 Esto es Menorca, y ya sabemos que aquí todo es de postal, de postal cara, desde luego. El mar, las casas, los barcos, todo se prepara y se coloca cuidadosamente para la foto para la temporada de verano. La cuestión es que no falte nada, el florero, el cuadro, el llaut (barco menorquín) y el sol, todo perfectamnete estudiado, maqueado y encuadrado.

Hoy me metí en una postal de Menorca. Entré por un lado, un poco despegado y me colé en ella y seguí el camino de Punta Prima a Alcaufar, dos bellos pueblos de ésta Isla. Es un camino celestial,  el día estaba nublado y plomizo y con tal grado de humedad, que te convertías y sólo dando dos pasos en una puta fábrica de sudor. El mar era el reflejo del cielo, de color azul-grisáceo y quieto, tan quieto que emitía algo extraño, algo misterioso. Era como una tranquilidad forzada, era un mar raro, un mar que te avisaba de que algo iba a pasar. Aquí en la Isla, dicen que es un día de "ritssaga", pues las condiciones atmosféricas, son las propicias para que se produzca este fenómeno natural, del cual por cierto, no se sabe su causa real. Se supone que es debido a un fenómeno volcánico a un sin determinar. Resulta que los días así y sólo en estos, de repente la marea baja y sin más vuelve a subir, a veces sube o baja un metro y otras veces más. Hay que entender que en el Mediterráneo casi no hay mareas, no es como en el océano Atlántico, y la oscilación entre ellas es mínima, salvo esos días de rissatga y por tanto los  barcos se quedan colgados del muelle y de tan colgados, quedan suspendidos en el aire y acaban por romperse. Es como un pequeño, pero muy pequeño maremoto, primero el mar es succionado y después viene una especie de ola crecida, que hace chocar los barcos contra el muelle o entre ellos.

Volvemos a nuestro paseo matinal. Conforme hacía el camino con el cielo encapotado y ese mar atontado, avanzamos con paso seguro hasta casi llegar a una torre de defensa. Son torres que rodean toda la costa de la Isla y desde las cuales se divisaba el mar y para avisar de posibles invasiones marítimas. Y ésta torre en concreto es una más, pero es muy bonita, espléndida y coqueta. A éstas alturas de la caminata, mis pies ya no son pies, son dos muñones hinchados. Claro que me está bien, pues cuando me imaginé el paseo, me acordé de sus paisajes y vistas y me olvidé de los cantos de piedra cortados en filo de navaja que hay en ésta isla y que por supuesto se clavan o simplemente te cortan los pies. Supongo que imaginé que el camino no era de chinas y piedras aguijonadas, si no que era una alfombra de terciopelo roja-marrón y que se extendía de Alcaufar hasta Punta Prima. Vamos que aluciné y mucho y aluciné porque yo quería alucinar. Cada uno es libre de alucinar lo que quiere o puede.

Después de un buen recorrido yo ya sudaba a chorro y mi polo empezaba a parecerse a un mapamundi, de tantas manchas y cercos de sudor. Después de una pequeña subida se alcanzaba una diminuta cima, pero era suficiente para poder contemplar el pueblo de Alcaufar. Un lindo pueblo al que el mar besa sus pies y además le obsequia con una preciosa ensenada. Más o menos, a media bajada se ve el entrante de mar y en su bocana, se ve una roca muy grande. Y desde ese sitio y sólo desde él, la roca se transforma en un trasatlántico encallado, con su proa y su popa y en el medio de su casco presenta un boquete, que hace pensar que ese es el motivo de que ese barco o roca, se haya quedado varado y encallado en ese sitio. Como véis el canuto que me hice, iba bien cargadito de hachís.

Al tener a la vista el pueblo va aumentando el ánimo y de repente los pies ya dejan de doler y ya vas flotando en el aire, y en polvo en suspensión y ésta sensación aumenta cuando atisbas la terraza de un bar. Para llegar hasta él hay que pasar primero, por una pequeña playa de unos cincuenta metros de arena y mientras te quedas embobado viendo su agua limpia y cristalina. El mar de Menorca, con su agua traslúcida y junto al entorno de ésta pequeña ensenada, hacen de éste rincón, uno de los rincones más bonitos de Menorca y hasta del Mundo entero.

Después de un refrigerio, hacemos el camino de vuelta y llegamos al punto de salida, y a mi izquierda observo si aún está el chiringuito del padel-surf (tablas con remos). Al que le di caña durante quince días en Julio. Porque en Agosto, ya se encargaron la abalancha de guiris, de echarme como a un perro sarnoso y sin ni siquiera pedirme perdón. La última ojeada a la playa de Punta Prima, que bonita con su traje otoñal y al fondo veo, esa lengua de tierra sobre el mar, con su faro vestido con su pijama de rayas. Y es una isla diminuta, que se llama la isla del Aire. Hasta el nombre es bonito, !a que sí !.

Así, la aventura llega a su final. Y antes de salir apago las luces de la postal y por ahorro energético y ya me salgo de la postal y para no estropearla demasiado, salgo por el mismo sitio que entré y cierro su puerta sigilosamente y recompongo, aplano y aliso un poco la postal. Así cumplo con mi deber de ciudadano menorquín y dejo todo como debe de quedar y es que todo debe quedar como una auténtica postal.


 




LOS 4 PUNTOS CARDINALES

 

Yo nací en Vigo y viví en tres esquinas lejanas y distantes de la península ibérica. En Galicia, en Cádiz y en Menorca. Son tres puntos casi equidistantes, son tres puntas de un triángulo casi equilátero. Me falta, por cuadrar el triángulo y hacerlo, cuadrilátero y me falta vivir en el punto más al norte de la Península. Tengo escogido el sitio y éste es, Estaca de Bares, el punto más al norte de España (he estado en él pero no he vivido allí). Estaca de Bares (foto), es una pequeña península siempre cubierta de nubes, pero con unas maravillosas playas y este punto en el mapa, está en mi Galicia natal, en la costa norte. En su extremo más cercano al mar hay un pequeño faro y antes de llegar a éste, hay un minúsculo edificio, que en su tiempo acogió a militares yanquis, creo que en sus tiempos fue un radar que dicen que lo espiaba todo. Al parecer su función era ejercer de punto de telecomunicaciones, por tanto de espionaje, pero sinceramente, yo no sé muy bien lo que desde ahí, podían espiar. Allí, todos los veranos y por el mes de Julio, no me acuerdo bien de las fechas, se convocaba una acampada y una manifestación frente a los restos de aquél penoso edificio medio derruído, para pedir que se fueran los yanquis que habían estado en esa base, pero que ya no estaban, pero por si acaso algún día querrían volver, pues para que vieran que había 200 pringados gritando ¡yanquis fora!.

La acampada y aún siendo verano, se hacía con tiendas de doble techo y sobre todo unos buenos y calurosos sacos, pues te pelabas de frío. Llegábamos un día por la tarde y montábamos las tiendas, bueno las montaban los hacendosos, los vagos como yo, lo dejábamos para más tarde. Una vez dejados los bártulos, dábamos una vuelta de reconocimiento: admirábamos las playas solitarias del Cantábrico, nos recreábamos viendo un molino de mareas, un molino que yo nunca antes había visto y después ya nos acercábamos a nuestro objetivo, a inspeccionar el pequeño edificio semi derruído y ver si había yanquis dentro. Nunca vi a un yanqui en éste rincón del mundo, pero daba igual, allí habían estado y eso era lo que importaba. Importaba el hecho de haber estado.

Cuando los primeros rayos de sol se acostaban. Nosotros y como todos los años, nos dirigíamos al pequeño pueblo. El pueblo era típico pueblo marinero gallego, con cuatro casas y algunas barcas de pesca y estaba apostado al final de una preciosa ensenada y por supuesto, no podía faltar el bar. Al pueblo lo abrazaba un pequeño espigón que lo protegía del fuerte oleaje del Cantábrico, aunque los fuertes vientos de ésta costa, levantaban al mar muy por encima del espigón. El bar, era cutre hasta decir basta y tenía una barra pequeña y una gran sala de comidas, muy típico en los pueblos de Galicia, poca barra y amplios salones, donde estaban un buen número de mesas. El resultado final, es que era un sitio  grande, inhóspito, desangelado y muy frío. Ahora sí con unos espléndidos ventanales con vistas al mar Cantábrico.

Los anocheceres en Estaca de Bares eran una auténtica preciosidad, pero poco y a medida que se iba el sol, éramos empujados por el fresquito a meternos en el bar. Y ya de lleno entrábamos en la fase de intercambio de saludos, besos y a veces desplantes, y siempre acompañados de unas buenas jarras de vino o de cerveza. La euforia poco a poco iba en aumento, los saludos se convertían en abrazos, las sonrisas en sonoras risas, en fin, el ambiente ya se iba caldeando. Al paso de unas horas cuando la noche ya era oscura y el mar era una garganta profunda que rugía con inusitada fuerza, allí en aquel rincón perdido del mundo y dentro del bar de Estaca de Bares, seguía la fiesta. Parecía la fiesta en el poblado de Astérix y Obélix, siempre ajenos a lo que pasaba a nuestro alrededor.

Iban pasando las horas y las palabras ya no eran tan nítidas, ni claras, eran más bien espesas y alguno ya se sentaba sólo y sólo con su propia borrachera. En el water o inodoro del bar ya había una buena cola, unos para mear y otros quizá, para vomitar. Las voces sonaban como un zumbido contínuo y entre ese zumbido y el humo de los cigarrillos, aumentaba el mareo producido por el ácido vino y ya empezaban las primeras bajas. Para mantenerse más o menos en pie, había que salir afuera del bar, al frío y  húmedo Cantábrico. Y ese momento de claridad transitoria, te preguntabas como sería éste pueblo en pleno invierno. ¿Quién coño podía vivir allí?, pero tampoco le dabas muchas más vueltas, esperabas a despejarte un poco, cogías una bocanada de aire fresco y hale para dentro de nuevo. Al entrar, aquello te recordaba Londres, el humo era denso como la niebla, pero no sé como, siempre llegabas a la barra (desde luego no era por casualidad).

Pasada unas cuantas horas más, ya dormía alguna gente sobre los bancos del bar. Se resbalaba sobre tanto vino caído y derramado y unos ya entonaban cánticos aguerridos y ya les quedaba poco para empezar con el Asturias Patria Querida. El resto seguíamos al pie del cañón, aumentando la frecuencia de las salidas fuera del bar, a echarle al mar nuestro aliento de vino y el mar dándonos caricias de frescor y en esa laboriosa faena, nos daban las 5 de la mañana. Las conversaciones ya eran incoherencia pura y dura, las risas eran histriónicas y a veces rotas en llantos lastimeros. Poco a poco las bajas se multiplicaban y el personal como buenamente podía, emprendía el camino de regreso hacia las tiendas.

Y ya éste cuento se va acabando. Es fácil suponer el final de ésta historia. Llegar a trompicones a la zona de acampada y enrollarte la tienda de campaña alrededor de tu cuerpo (porque no la habías montado cuando debiste montarla) y a dormir a la intemperie. Después resaca mañanera y arrastrado por el suelo. Por último, tocaba ir a dar cuatro berridos a la base yanqui fantasma y ya está, se acabó la fiesta. Y vuelta a casa y muy contentos de otra demostración entusiasta y revolucionaria.


 



























Yo nací en Vigo y viví en tres esquinas lejanas y distantes de la península ibérica. En Galicia, en Cádiz y en Menorca. Son tres puntos casi equidistantes, son tres puntas de un triángulo casi equilátero. Me falta, por cuadrar el triángulo y hacerlo, cuadrilátero y me falta vivir en el punto más al norte de la Península. Tengo escogido el sitio y éste es, Estaca de Bares, el punto más al norte de España (he estado en él pero no he vivido allí). Estaca de Bares (foto), es una pequeña península siempre cubierta de nubes, pero con unas maravillosas playas y este punto en el mapa, está en mi Galicia natal, en la costa norte. En su extremo más cercano al mar hay un pequeño faro y antes de llegar a éste, hay un minúsculo edificio, que en su tiempo acogió a militares yanquis, creo que en sus tiempos fue un radar que dicen que lo espiaba todo. Al parecer su función era ejercer de punto de telecomunicaciones, por tanto de espionaje, pero sinceramente, yo no sé muy bien lo que desde ahí, podían espiar. Allí, todos los veranos y por el mes de Julio, no me acuerdo bien de las fechas, se convocaba una acampada y una manifestación frente a los restos de aquél penoso edificio medio derruído, para pedir que se fueran los yanquis que habían estado en esa base, pero que ya no estaban, pero por si acaso algún día querrían volver, pues para que vieran que había 200 pringados gritando ¡yanquis fora!.

La acampada y aún siendo verano, se hacía con tiendas de doble techo y sobre todo unos buenos y calurosos sacos, pues te pelabas de frío. Llegábamos un día por la tarde y montábamos las tiendas, bueno las montaban los hacendosos, los vagos como yo, lo dejábamos para más tarde. Una vez dejados los bártulos, dábamos una vuelta de reconocimiento: admirábamos las playas solitarias del Cantábrico, nos recreábamos viendo un molino de mareas, un molino que yo nunca antes había visto y después ya nos acercábamos a nuestro objetivo, a inspeccionar el pequeño edificio semi derruído y ver si había yanquis dentro. Nunca vi a un yanqui en éste rincón del mundo, pero daba igual, allí habían estado y eso era lo que importaba. Importaba el hecho de haber estado.

Cuando los primeros rayos de sol se acostaban. Nosotros y como todos los años, nos dirigíamos al pequeño pueblo. El pueblo era típico pueblo marinero gallego, con cuatro casas y algunas barcas de pesca y estaba apostado al final de una preciosa ensenada y por supuesto, no podía faltar el bar. Al pueblo lo abrazaba un pequeño espigón que lo protegía del fuerte oleaje del Cantábrico, aunque los fuertes vientos de ésta costa, levantaban al mar muy por encima del espigón. El bar, era cutre hasta decir basta y tenía una barra pequeña y una gran sala de comidas, muy típico en los pueblos de Galicia, poca barra y amplios salones, donde estaban un buen número de mesas. El resultado final, es que era un sitio  grande, inhóspito, desangelado y muy frío. Ahora sí con unos espléndidos ventanales con vistas al mar Cantábrico.

Los anocheceres en Estaca de Bares eran una auténtica preciosidad, pero poco y a medida que se iba el sol, éramos empujados por el fresquito a meternos en el bar. Y ya de lleno entrábamos en la fase de intercambio de saludos, besos y a veces desplantes, y siempre acompañados de unas buenas jarras de vino o de cerveza. La euforia poco a poco iba en aumento, los saludos se convertían en abrazos, las sonrisas en sonoras risas, en fin, el ambiente ya se iba caldeando. Al paso de unas horas cuando la noche ya era oscura y el mar era una garganta profunda que rugía con inusitada fuerza, allí en aquel rincón perdido del mundo y dentro del bar de Estaca de Bares, seguía la fiesta. Parecía la fiesta en el poblado de Astérix y Obélix, siempre ajenos a lo que pasaba a nuestro alrededor.

Iban pasando las horas y las palabras ya no eran tan nítidas, ni claras, eran más bien espesas y alguno ya se sentaba sólo y sólo con su propia borrachera. En el water o inodoro del bar ya había una buena cola, unos para mear y otros quizá, para vomitar. Las voces sonaban como un zumbido contínuo y entre ese zumbido y el humo de los cigarrillos, aumentaba el mareo producido por el ácido vino y ya empezaban las primeras bajas. Para mantenerse más o menos en pie, había que salir afuera del bar, al frío y  húmedo Cantábrico. Y ese momento de claridad transitoria, te preguntabas como sería éste pueblo en pleno invierno. ¿Quién coño podía vivir allí?, pero tampoco le dabas muchas más vueltas, esperabas a despejarte un poco, cogías una bocanada de aire fresco y hale para dentro de nuevo. Al entrar, aquello te recordaba Londres, el humo era denso como la niebla, pero no sé como, siempre llegabas a la barra (desde luego no era por casualidad).

Pasada unas cuantas horas más, ya dormía alguna gente sobre los bancos del bar. Se resbalaba sobre tanto vino caído y derramado y unos ya entonaban cánticos aguerridos y ya les quedaba poco para empezar con el Asturias Patria Querida. El resto seguíamos al pie del cañón, aumentando la frecuencia de las salidas fuera del bar, a echarle al mar nuestro aliento de vino y el mar dándonos caricias de frescor y en esa laboriosa faena, nos daban las 5 de la mañana. Las conversaciones ya eran incoherencia pura y dura, las risas eran histriónicas y a veces rotas en llantos lastimeros. Poco a poco las bajas se multiplicaban y el personal como buenamente podía, emprendía el camino de regreso hacia las tiendas.

Y ya éste cuento se va acabando. Es fácil suponer el final de ésta historia. Llegar a trompicones a la zona de acampada y enrollarte la tienda de campaña alrededor de tu cuerpo (porque no la habías montado cuando debiste montarla) y a dormir a la intemperie. Después resaca mañanera y arrastrado por el suelo. Por último, tocaba ir a dar cuatro berridos a la base yanqui fantasma y ya está, se acabó la fiesta. Y vuelta a casa y muy contentos de otra demostración entusiasta y revolucionaria.

LA VANIDAD

 

Hace un año leí un articulo en el que se le hacía una entrevista a un tipo que se había hecho el "rey de los ebooks" y que ahora y no se porqué, me vino a la cabeza. Me acuerdo que el tío era el prototipo del sueño yanqui, triunfador nato, ya con pasta gansa en abundancia, pues había sido un alto ejecutivo de una empresa multinacional. Ahora ya estaba jubilado y decía que desde siempre le gustaba escribir. Bueno, pues en un año hizo como tres libros y que intentó vender como ebooks y resultado, cero patatero. Pero él era un avezado ejecutivo e ideó una táctica y una estraregia, esto no lo decía él, lo digo yo.
Si no vendo así, pensaría, pues me plantearé lo que mejor sé hacer y entonces volvió a los ebooks, pero promocionándose por las redes sociales, al mismo tiempo el tío seguía escribiendo como una bestia parda y en ese año llegó a escribir 9 libros y todos escritos a la vez. Me lo figuro, una hora para cada libro o mejor dicho, dos horas, pues según él sólo necesitaba dormir 3 horas al día, vamos exactamente igual que Einstein. Se notaba que el tío aspiraba alto. Decía que contactó con personas a través de las redes y que poco a poco le fueron dando su apoyo y claro al final, rompió aguas y empezó a vender ebooks como chorizos, creo que varios millones, eso sí a precio de saldo cada uno, no sé si eran entre dos a cuatro euros cada uno. Bueno pues ante vosotros teneís al "rey de los ebooks".
A mi éste rey me sonó a rey artificial, a rey de ventas por marketing, a rey especulador y desaprensivo, o a rey de los montajes y voy  a explicar el porqué. Primero, porque el primer año no rascó bola en ventas y en el segundo y estoy seguro de ello, contactó con varios personajes a través de las redes y claro, los huntó de pasta. O sea el tío como alto ejecutivo tenía pasta suficiente para ir comprando a la gente y estudió estratégicamente a quién debía hacerlo o sea, a personajillos de medio pelo, pero que eran influyentes en las redes sociales. Así empezó a triunfar en su segundo año y con el beneplácito de Amazón. Amazón estaba necesitada de un héroe americano y éste señor cumplía casi todos los requisitos de como hacerse a si mismo, aunque en realidad fuera a golpe de talonario. Esto vende mucho, esto forma parte del sueño de que todo se puede llegar a conseguir en América, aunque éste no salió precisamente de las cloacas, pero después pudo tocar el cielo más que nunca.
Yo sinceramente no sé como escribía el tío, pero de la lectura de la entrevista extraje las anteriores conclusiones y ya ví lo borde, lo pretencioso y lo mafioso que el tío era. Salían unas fotos que me lo confirmaban aún más, pues de fondo ponía su mansión tipo sureña de a todo lujo y de alto ejecutivo. Y es que no se cortaba y en el dormir se comparaba a Einstein y en que no le costó nada, pero nada, escribir 9 libros a la vez, vamos como si fuera todo coser y cantar.
Y a que viene todo éste rollo, si el tío no tiene nada de interesante. Pues a que yo caí en sus redes, es decir, mi vanidad me hizo caer parcialmente en creer en ese sueño y me dejé llevar por los millones de ebooks o sea, por necesidad de reconocimiento y de la pasta. Durante un tiempo soñé que yo podía llegar a lo mismo que él. ¡Hombre! tampoco me lo creía totalmente, pero si fue durante un tiempo corto una parte de mis sueños. La vanidad, la vanidad te rompe tus principios y hasta te cambia la forma de ser, aunque tampoco dio tiempo para eso, pues por suerte me dí cuenta casi enseguida, de la trampa en que había caído y rápidamente salí de ella. Durante ese tiempo valía más vender y como fuera, que disfrutar escribiendo. Pero en el fondo es bueno tener tentaciones, porque sino las tienes nunca las superas y aún así, nunca se sabe hasta que punto las tienes superadas de verdad. Escribiendo esto, creo que estoy demostrando que si no las tengo del todo superadas, pues casi. Aunque la vanidad es un monstruo que tiene muchas caras y cuando ve que a una de ellas le cierras una puerta, busca otra rápidamente y seguro que se te cuela por cualquier fisura.

NO TE CONFUNDAS

 

Yo espero no volver a verte,

ni ahora ni nunca,

y aunque me veas... no te confundas,

no seré yo al que miras,

será mi espectro o será mi sombra,

o será mi huella sobre tu historia,

yo te juro que yo no soy lo que era,

por tanto, es otro señor el que lleva mi máscara,

es otro señor el que me suplanta,

y no sé como decírtelo,

yo fuí lo que fuí mientras era humano,

ahora soy etéreo como el humo,

tengo el peso de una pluma y vuelo demasiado alto,

y en eso me he convertido,

en un alma que abandonó su anterior cuerpo.



















DETRÁS DE UNA AFIRMACIÓN...

 Claro que detrás de una afirmación, siempre aparece una duda y cuando dices, yo estoy seguro que quiero esto, pues pasa que una nueva duda te está apareciendo. Pero dudar en sí mismo no es malo, es necesario, lo único malo es recrearse en la eterna duda y no tomar las pertinenetes decisiones. Hay que arriesgarse y a veces hay que dar pasos a tientas, no a ciegas, digo a tientas. Porque a  veces se tiene todo claro y así es fácil tomar decisiones, pero en otras (la mayoría) todo se cubre de densa niebla y no ves nada, pero sientes, oyes y hueles y eso debería ser suficiente para tomar decisiones. Son decisiones tomadas por los sentidos, pero lo que queda más que claro, no las tomas con todos los sentidos en tu mano.

Y lo digo por mí y por mi experiencia, la mayoría de las decisiones se toman a tientas y el resto de los sentidos, incluída la intuición, son los que te hacen definirte por algo. Pocas veces la claridad es nítida y abrumadora y en cambio la mayoría de las veces, los interrogantes son los forman gran parte de nosotros. Yo soy un interrogante que deambula por la vida y que busca su porqué y su razón de ser constantemente. Todos buscamos de donde venimos y hacia donde vamos, todos queremos saber de donde procedemos y que coño pintamos.

Todo esto es pura metafísica patatera, pero no deja de ser real y como la vida misma que nos ha tocado vivir. Las preguntas siempre son las mismas y las respuestas también y unos se contentan con sentir que fueron creados por un ser superior y otros en cambio, nos rebelamos contra esa idea tan conformista y tan cómoda de la existencia de una deidad divina y pensamos que nosotros los propios seres humanos somos los verdaderos creadores de lo que tenemos y por tanto, somos los responsables de nosotros mismos y de todo lo que hemos creado o destruído. Es fácil de decir que cuando algo no se entiende del comportamiento humano, se achaque a la ira de dios o a que el demonio nos está tentando, pues ese pensamiento nos quita peso de nuestra conciencia y nos alivia y nos redime y si no rezamos una penitencia y a tomar por culo toda nuestra culpabilidad o responsabilidad.

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LO QUE NO TE MATA TE FORTALECE

Ciutadella de Menorca
 La vida es una puta lotería y yo éste año jugué tres veces y las tres veces me dieron el palo. Pero yo hace dos años jugué muy fuerte y jugué a vida o muerte o sea, me lo jugué todo y salió vida y para mantenerme vital y sano, me regalaron el ánimo y como premio. O sea que las tres veces malas de éste año, me hicieron mella pero no me han destrozado. Como decía el otro, lo que no mata te fortalece, pero en mi caso me fortalece, porque tengo de mi lado el ánimo.

Claro que nunca sabré que habría sido de mi sin el ánimo o si me llegara a tocar la muerte, aunque esta última y por desgracia tarde o temprano, llegaré a encontrarla. Y si que en éstas circunstancias, lo que no te mata te fortalece y por eso soy capaz de ver la diabetes (enfermedad que ahora padezco) como algo positivo. En cierta forma me alegro de padecerla y porque me ha obligado a cambiar el chip de las cosas o lo que es lo mismo, me ha obligado a cambiar las prioridades de mi vida.

Las cosas negativas se pueden ver de dos maneras, quedarte solo con lo negativo y regodearte en tu mala suerte o ver el problema y poner las medidas necesarias para su mejora. Pero debajo de éstas dos opciones siempre subyace el ánimo. Es decir, vuelves a tener dos opciones: te quedas con la botella medio vacía y con el problema, o te quedas con la medio llena y viendo en perspectiva y por lo tanto, dando una salida. ¿Y como se consigue  el ánimo?. Si yo lo supiera no os lo diría y me llevaría el secreto a la tumba y porque aparte de un misterio es un secreto y los secretos si los compartes, corres el peligro de que no se cumplan.

Pero como no lo sé, solo sé de generalidades ambigüas y de que cuando el ánimo se instaló en mí solo sé que antes me lo había currado  y mucho y que había pasado un mes encerrado en un loquero y que había dejado de privar y de empastillarme sin control y que me había currado mi cuerpo en plan físico, pero todo esto ya lo había hecho otras veces y el ánimo sin embargo, no había aparecido. Y entonces concluyo lo mismo que al principio de éste escrito, que el ánimo es una lotería y que si te toca hay que aprovecharla.





VIGO

Y hoy ví una antigua foto de mi ciudad natal, Vigo (ésta foto de arriba). Vigo (allí, nací yo) cuando era Vigo de verdad, ahora sigue siendo Vigo pero menos y porque ahora, me resulta una ciudad lejana y extraña. Son muchos años separados o divorciados y esa onda familiar y entrañable ha desaparecido, ahora me resulta difícil identificar sus rincones, ahora faltan mis descampados, los tranvías y sus chirridos y una gran parte de sus viejos edificios.

Ahora todo es nuevo o casi. Y lo del tranvía pues nada, que vino un alcalde modernillo y gilipollas y dijo que el tranvía era pasado y se cargó tranquilamente al tranvía y de un plumazo. A mi me gustaba mucho el tranvía, me gustaba como trepaba las largas cuestas de Vigo y como se agarraba a sus raíles con fuerza y como emitía quejidos por su inmenso esfuerzo. Y aquél ruido infernalde chirridos de hierro fundido y el tío que echaba arena y para que el tranvía frenara. Pero ya se sabe que todo tiende a desaparecer , hasta los pensamientos más entrañables se diluyen y Vigo fue Vigo para mí y ahora ya no es Vigo, pues es un Vigo sin tranvías.

Parece mentira que añore tanto el tranvía, pero los sentimientos son así de subjetivos. También añoro los descampados, esos campos rodeados de edificios y donde aprendí todo lo malo y lo peor. Aprendí a disparar balines a los pájaros, aprendí a tirar piedras a la cabeza de un amigo, aprendí a darle palos en la polla a los burros, aprendí a pelear a base de llevar hostias y de vez en cuando dar alguna, en fin, que aprendí mucho y por eso para mi los descampados, fueron mi Universidad en la vida. Y ahora están llenos de edificios modernos y por ellos cruzan calles y avenidas que no conozco.

Y para colmo de los colmos, mi playa de Vigo, la playa de Samil...ni la reconozco. Tenía un espléndido pinar a los dos lados de su estrecha carretera y ahora en cambio de pinos hay aparcamientos, han dejado alguno vivo y para que uno puediera observar elel genocidio que han cometido. Y las dunas que a mi parecían las del Sahara, pues desaparecieron bajo el cemento del llamado paseo y que en realidad es una lengua de asqueroso cemento que bordea la playa. Menos mal que Vigo tiene un entorno que no se merece y no se lo merece por haber elegido a Alcaldes que se dedicaron a esquilmar su belleza y ahora es una ciudad sin sal, pero como decía antes, con un entorno, incluida su ría de Vigo, que es de auténtica postal. De todas formas, te echo de menos, mi Vigo del alma.



POEMAS VÍRICOS QUE NO LÍRICOS


Hay virus comunes,
hay virus asesinos,
hay virus de andar por casa,
y hay virus que dan la vuelta al mundo en plan
abusivo e impertinente,
hay virus paternales...eso me decía mi padre,
hay virus amorfos que se instalan en la antesala
de la entrada,
los hay patógenos que se replican con un soplo o estornudo,
hay virus grandes y los hay pequeños,
hay virus que caminan solos,
y otros que se apoltronan donde se sienten cómodos,
hay virus diminutos
que se acomodan a cualquier sitio,
hay virus patológicos invasivos
y que no te guardan ni el más mínimo respecto,
hay virus en cada esquina,
en cada banco,
en cada letrina,
y en cada beso,
por eso están prohibidos los besos,
y también los abrazos
y estos tendrán que ser virtuales y en la distancia,
no sé si después de ésta que estamos pasando (la pandemia)...
si sabremos darnos besos y abrazos,
creo recordar que un beso se daba
como saludo
y ya si con el beso le comías la boca y la lengua
y la laringe y la tráquea y los bronquios...
creo que eso era otra cosa...
y ahora me vino a la cabeza aquél anuncio que rezaba:
sale una tía toda guapa y toda esbelta y toda pija,
y con una sonrisa de hiena marina
con dientes blancos como la nieve
y brillantes como diamantes
que luce una de sus mejores sonrisas
y va la tipa y dice:
¿sabéis quién me hace reír más que mi marido?,
ante esa pregunta uno se queda perplejo,
como noqueado, estupefacto y anonadado...
pero sin darte tiempo a que le des más vueltas
la tipa sigue su rollo y decide darle salida al asunto
y sonriendo hasta que le duelen los labios, nos dice,
pues es...¡¡¡es mi dentista!!!...
y ja, ja, ja y já…(se ríe la tipa sola)
y hay que joderse
y yo ante esto
no sé muy bien a quién antes habría que partirle la cara,
al guionista del puto anuncio,
a la protagonista de la estúpida risa,
al dentista tan simpático y tan bobo
o al marido por tonto y por imbécil...
(y por haberse casado con esta tipa)
veis lo que os digo...
esta clase de virus son indetectables por el método Elisa,
pero si usáramos el barómetro de la imbecilidad
este sería el mejor ejemplo de la existencia del virus de la
imbecilidad,
existe, está a nuestro alrededor,
no muerde,
no grita, no chilla,
se camufla de sonrisa o de risa,
parece gracioso,
y su resultado final será,
que te caerá al suelo un trozo de tu cerebro,
porque cuando da sus primeros síntomas,
será demasiado tarde para poder volver atrás,
y pasarás a formar parte de la legión de los descerebrados,
que para nuestra desgracia,
pululan por todas partes,
además os lo advierto y para que os andéis con cuidado...
florecen con la primavera.

























EL PEZ GRANDE Y EL PEZ CHICO

 

Yo me acuerdo de la lluvia
y debe ser porque donde vivo,
no llueve ni en los días festivos,
además,
a mí no me llueve por dentro y hace mucho tiempo
mi pozo está seco de lágrimas
y mi plasma es más sólido que líquido
y sin lluvia yo no me humedezco como es debido,
eso que imploro y bailo la danza de la lluvia todos los días
es más, es lo primero que hago cada mañana,
me marco un tango en pelotas
en el muelle de mi imaginario pueblo.
Ahora mismo estoy escuchando a los Doors,
en otros tiempos fueron las reyes del ácido,
yo veo el desembarco de soldados en una playa de Vietnam
con los uniformes militares mojados ysudados
y puestos hasta las cejas de lo que fuera que se tomaran...
eso fue una película entre bélica y alucinógena,
que se llama "Apocalypse now"
que fue película de culto y que lo sigue siendo
y ya el colmo de todas las escenas
es cuando en medio de aquél puto desembarco macabro
a un general yanqui le da por decir,
que es hora de hacer surf
y vamos a ver
que no me cuenten
que el general no se había tomado droga al por mayor
porque en medio de aquél escenario tan surrealista y
aterrador,
con explosiones de bombas de napalm y trozos de metralla,
como se le ocurre al menda lo de hacer surf.
En total, tres millones de cuerpos de vietnamitas muertos
(he dicho 3.000.000...que se dice pronto)
los yanquis ni siquiera llegaron a los 60.000
(58.000 en concreto)
y fue una guerra para demostrar al mundo quién era el amo,
sólo que el amo no contaba con salir trasquilado
y pies en polvorosa y pies para que os quiero,
claro que después nos tocó tragar y sufrir
con todos esos traumas de veteranos de guerra yanquis,
y es de suponer que los vietnamitas
no sufrieron esos traumas,
(porque creo, que nadie se lo preguntó)
pero así es ésta puta vida que nos vendieron,
el pez grande se come al chico,
sólo que ésta vez, el pez chico le comió los huevos al grande.

















Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...