Bueno va llegando la hora de paz y sosiego, pues ya son las 10 de la noche. Es la hora en que recogen los espíritus en sus casas, los mortales, por lo menos aquí, ya se han recogido hace un par de horas. Y ahora el pueblo sí que parece un cementerio, un cementerio de almas vivientes y que están bien recogiditas en sus lindas casitas. ¡Qué bonito cuento menorquín el que me he inventado!. Otro día os juro que os cuento uno completo.Ahora es el momento idóneo de hacer BALANCE DEL DÍA. Si he sido BUENO o he sido MALO, si supe comportarme o hice el imbécil, si me cagué mucho en dios o no me cagué lo suficiente. En fin, cuatro cosillas sueltas o cuatro pelillos al mar, eso sí, el resultado final debe de ser favorable al lado MALO. Porque si gana lo bueno, malo. Porque ser BUENO en la vida y aunque sea un solo día, es desquiciante y es que al final de tanta bondad, te acabas haciendo un gilipollas bondadoso o un papahostias y entonces vas a recibir hostias de todos los lados. Hasta el más pringao del pueblo te va a vacilar.
No, decididamente hay que ser MALO. Hay que darle patadas a los perros y a ser posible en los huevos. Hay que escupir y sonarte los mocos en el suelo de la calle y si te queda algún moco pegado a un dedo, hay que estamparlo en la pared de una casa, ¡ah! y que sea una pared que la gente la toque o que se apoye, así se llevará un bonito recuerdo para su casa.
Hay que pasar por un paso de cebra a un viejo o vieja casi ciega y cuando un coche pase lanzado. Y tú apartarte a tiempo, sino no tiene mérito. Y apartarte no solo para que no te pille el coche, sino y también, para que la sangre no te salpique. Las manchas de sangre no salen fácilmente de la ropa. Hay que romper alguna bolsa de basura y esparcir su mierda sobre las aceras. En fin, que os voy a contar de maldades, hay tantas y tan variadas y todas son tan estimulantes, que las endorfinas te suben y te suben como sube un cohete.
Después llegas a casa y te das cuenta que estás como nuevo, relajado como un bebé con su chupete y bien colmado de maldades. Y entonces, como hago yo ahora, haces el balance del día y así siempre te saldrá, MALO. Y una sonrisa de satisfacción se dibuja en los labios, pues has cumplido la misión del día, has sido más MALO que el día anterior. Y eso ya te deja plenamente satisfecho. Por último, una peli de Vampiros psicóticos y ¡hala! a dormir a pierna suelta. Ya feliz y satisfecho.
















