Y hoy podía ser un día grande y porque así empezó el día, siendo grande y grandioso, pero poco a poco se empezaron a espabilar mis neuronas y como ellas estaban cabreadas, yo me cabreé con ellas y juntos nos fuimos de cabreo y dando caña y estopa. Y por eso paré de escribir, porque me estaba viendo fuera de quicio y recordé las sabias palabras de mi antiguo psiquiatra: aprende a contener tu ira y piensa dos veces las cosas, hazte un descanso y cuenta hasta 10 antes de decir nada. Y es que en esos momentos de gran cabreo, me viene a la cabeza el gilipollas de mi último psiquiatra y con sus discursos del libro gordo de Petete. Porque para decirme lo que es evidente el prenda bien que me cobró y además, se quedó todo satisfecho y lleno. Menudo ave rapaz, menudo águila espabilada y menudo menda lerenda.
Y de 10 psiquiatras y tampoco exageremos, pues serían 5 o 6, sólo me valió 1, el que confirma la regla de que los psiquiatras son como una especie de curas sin sotana y porque al final, el método es el mismo, confiesa hijo mío, confiesa tus pecados, que yo te perdonaré, pero la sociedad también te tiene que perdonar, así que haz ésta penitencia y reza tres padrenuestros todas las noches y con medicación que te he recetado y sí, tiene usted un buen trastorno del coco y como no sé definirle lo que usted tiene y como no lo sé, le pongo un precioso sello: padece usted un trastorno bipolar o una depresión exógena o endógena, (que es más o menos, que la depresión viene por motivos exteriores o interiores), que tiene su tratamiento y es éste bombazo pastillero, pero aún así, no le puede prometer que se vaya a curar.
Y para esa conclusión, ¿tanto cuento previo?, para eso vas a una máquina dispensadora de enfermedades mentales, metes los 50 o 100 euros y le das a la tecla de la depresión exógena y toma..., ya tienes todas tus pastillas. Y no exagero, los psicólogos aún escuchan algo, pero la mayoría de los psiquiatras solo se escuchan a si mismos y no se ponen a roncar porque al final de la sesión te tienen que cobrar los 50 o 100 euros de marras. Por tanto, más vale que vayamos por la vida sanos del coco y si tienes un momento malo, te jodes y si tienes dos, te jodes dos veces, pero cuidado que a la tercera va la definitiva y antes de tener que acudir al psiquiatra, acuérdate de que si entras en esa rueda, nunca saldrás de ella. Empezarán por una depresión, seguirán con un alcoholismo y entonces, ya es una depresión exógena y posteriormente te dirán que tienes indicios de trastorno bipolar y puede ser porque tu madre no te quiso bien cuando eras pequeñito y bla, bla, blá y al final un día te darás cuenta de que el cajón de tu mesilla de cada vez está más llena de pastillas.
Y de 10 psiquiatras y tampoco exageremos, pues serían 5 o 6, sólo me valió 1, el que confirma la regla de que los psiquiatras son como una especie de curas sin sotana y porque al final, el método es el mismo, confiesa hijo mío, confiesa tus pecados, que yo te perdonaré, pero la sociedad también te tiene que perdonar, así que haz ésta penitencia y reza tres padrenuestros todas las noches y con medicación que te he recetado y sí, tiene usted un buen trastorno del coco y como no sé definirle lo que usted tiene y como no lo sé, le pongo un precioso sello: padece usted un trastorno bipolar o una depresión exógena o endógena, (que es más o menos, que la depresión viene por motivos exteriores o interiores), que tiene su tratamiento y es éste bombazo pastillero, pero aún así, no le puede prometer que se vaya a curar.
Y para esa conclusión, ¿tanto cuento previo?, para eso vas a una máquina dispensadora de enfermedades mentales, metes los 50 o 100 euros y le das a la tecla de la depresión exógena y toma..., ya tienes todas tus pastillas. Y no exagero, los psicólogos aún escuchan algo, pero la mayoría de los psiquiatras solo se escuchan a si mismos y no se ponen a roncar porque al final de la sesión te tienen que cobrar los 50 o 100 euros de marras. Por tanto, más vale que vayamos por la vida sanos del coco y si tienes un momento malo, te jodes y si tienes dos, te jodes dos veces, pero cuidado que a la tercera va la definitiva y antes de tener que acudir al psiquiatra, acuérdate de que si entras en esa rueda, nunca saldrás de ella. Empezarán por una depresión, seguirán con un alcoholismo y entonces, ya es una depresión exógena y posteriormente te dirán que tienes indicios de trastorno bipolar y puede ser porque tu madre no te quiso bien cuando eras pequeñito y bla, bla, blá y al final un día te darás cuenta de que el cajón de tu mesilla de cada vez está más llena de pastillas.