Ya está, otro día más a la papelera de reciclaje. Pasado el día, pasada la romería y por tanto son casi las 12 de la noche y es la hora de hacer balance del día. Día de tiempo nublado y de nuevo con calor primaveral y por tanto todo el día de manga corta, que se lo habrá que agradecer al Señor, digo yo. Después el día en sí, fue de estar encerrado en mi casa a cal y canto y de currar en lo físico y a pequeños ratos, escribiendo lo que se puede y lo que me dejaron, pues me vinieron todos los currantes a la vez, el electricista, los que ponen los suelos estelares y el paleta, para ir poniendo pegotes de cemento.
Y claro yo currando, pero también estaba de jefe. y todos haciendo preguntas al mismo tiempo y donde pongo esto y que hago con esto otro. Y solo lo sabe Dios y yo cuantas veces pensé eso de que te lo metes por el culo y si no te cabe te presto la vaselina, pero señores, me contuve las ganas y por tanto, fui un jefe serio y comedido. En el fondo estaba encantado, pues a medida que se hacían las cosas, me iba subiendo las endorfinas más placenteras y al final, no me empalmé porque no venía al caso.
Y ya está, el día no dio para más, pero ese poco que dio, me supo a gloria bendita. Por tanto y a modo de conclusión, el día fue cojonudo, aunque hubo momentos de tensión contenida, pero como veis y podéis comprobar, no me quedaron taras físicas, ni mentales. Y mañana, curso de medicuchos y de unas 11 horas y otro tanto como el de hoy,
de tarea doméstica.

Y ya está, el día no dio para más, pero ese poco que dio, me supo a gloria bendita. Por tanto y a modo de conclusión, el día fue cojonudo, aunque hubo momentos de tensión contenida, pero como veis y podéis comprobar, no me quedaron taras físicas, ni mentales. Y mañana, curso de medicuchos y de unas 11 horas y otro tanto como el de hoy,
de tarea doméstica.