Que hoy es Sábado y que está un día gris tirando a negro, no debía ser una sorpresa, pues ya tenía antecedentes o previsiones de que hoy sería así, así de negro. Pero por mucho que uno se prepare y se vista de riguroso luto, cuando amanece así el día, entran ganas de ponerse a llorar. La dulce tristeza de la vida, el ligero amargor de la avellana, la cálida acidez de la naranja. Hoy sería un día para meterse en cama o para darse un baño en aguas termales bien calentitas y hasta que la piel se quedara pasa.
Bueno todo esto es porque tengo frío y dejémonos de gaitas desafinadas. No tengo tembleque, pero casi. La humedad en ésta Isla a veces supera la del agua y como entre y se acomode en tu cuerpo, no sabes muy bien si eres un pez o un sireno.Horas después de escribir esto, he decidido que dado el tiempo que hace y las pocas ganas que tengo de salir y son las 9 de la noche y sigue lloviendo, he tomado la decisión de no ir a un concierto que es a las 11 de la noche. Decisión fácil y sencilla, pero me vino a la cabeza que hace más o menos 30 años, era una decisión difícil de tomar.
Bueno era también fácil, pero la decisión era la contraria o sea que decidía salir igual y aunque cayeran chuzos de punta. Eran tiempos en que había que vivir la noche, pues de día no se vivía, de día se vegetaba o curraba y esperando que llegara la sagrada noche. Pues eso, que salía sin ganas y sin ánimo y después y pasadas unas horas, ya no sabía si realmente me había subido el ánimo o me habían subido todo tipo de drogas o todo a la vez. Salir por salir, salir porque estaba obligado el salir y así... y así me fue en esas épocas. Era como un barril de pólvora sin mecha, explotaba nada más empezar y el resto de la noche ya era un desperdicio. ¡Qué bonito!.
Bueno todo esto es porque tengo frío y dejémonos de gaitas desafinadas. No tengo tembleque, pero casi. La humedad en ésta Isla a veces supera la del agua y como entre y se acomode en tu cuerpo, no sabes muy bien si eres un pez o un sireno.Horas después de escribir esto, he decidido que dado el tiempo que hace y las pocas ganas que tengo de salir y son las 9 de la noche y sigue lloviendo, he tomado la decisión de no ir a un concierto que es a las 11 de la noche. Decisión fácil y sencilla, pero me vino a la cabeza que hace más o menos 30 años, era una decisión difícil de tomar.
Bueno era también fácil, pero la decisión era la contraria o sea que decidía salir igual y aunque cayeran chuzos de punta. Eran tiempos en que había que vivir la noche, pues de día no se vivía, de día se vegetaba o curraba y esperando que llegara la sagrada noche. Pues eso, que salía sin ganas y sin ánimo y después y pasadas unas horas, ya no sabía si realmente me había subido el ánimo o me habían subido todo tipo de drogas o todo a la vez. Salir por salir, salir porque estaba obligado el salir y así... y así me fue en esas épocas. Era como un barril de pólvora sin mecha, explotaba nada más empezar y el resto de la noche ya era un desperdicio. ¡Qué bonito!.