Hoy y no sé porqué me acorde de una de esas mañanas locas, desfasadas y descontroladas de mis viejos tiempos de borrachera. Puede que sea, porque hoy vi unas hermosas fotos del amanecer. Era en Baiona, pero da igual podía ser en cualquier otro lugar, pero eso sí, tenía que ser un sitio tan precioso como lo es Baiona (que no es tan fácil). Mis recuerdos de aquella mañana son un tanto vagos, yo creo que me puede más la sensación que el recuerdo en concreto. De todas formas, recuerdo que veníamos de tomar copas hasta la bandera (ciegos como Piojos), lo que no sé es como habíamos llegado a ese sitio. Supongo que sería como se hacía antes, a lo bravo y nunca midiendo el riesgo. Recuerdo un hermoso río, no muy grande de tamaño, pero inmenso de hermosura.

Sus aguas eran cristalinas y frías, muy frías y tal y como es el agua de los ríos. El sol empezaba a salir en el horizonte y los tres amigos jugábamos a saltar de piedra en piedra y para tratar de llegar hasta la otra orilla. Sé que éramos tres, pero solo me acuerdo de dos y porque queramos o no queramos la memoria es más selectiva que nada y ella solita se ha encargado de borrar al tercero en discordia. El tercero fui el primer amigo que tuve que mandar a la mierda, bueno yo y el otro. Porque ya de esas andaba en el puto globo de la droga dura y sólo hubo que esperar un relativo tiempo, para que ese globo explotara de manera definitiva. Es fácil, un colgado del Caballo o heroína se va colgando más y más y llega un momento en que el mismo te pide que escojas entre aguantar sus putos monos de mierda o entre mandarlo a la mierda directamente. Y al final, tanto acaba de ir el Cántaro a la fuente, que se acaba rompiendo.
Pero bueno, esa mañana él aún estaba ahí y las conversaciones giraban sobre nuestra antigua amistad y lo que nos podía deparar nuestro futuro. Mientras el sol seguía luciéndose, mientras el río serpenteaba como una Culebra y mientras las inmensas vistas que hay desde allí, nos regalaban unas postales espléndidas de mi amada ría de Vigo. Creo que el sitio se llamaba "A Curota", pero tampoco me hagáis mucho caso ( de hecho comprobé después, que no se llamaba así). Y lo del río, no sé si el río estaba un poco antes de ese sitio o estaba en el mismo lugar. La memoria alcohólica falla más que una escopeta de feria. Pero en resumen tengo tres planos fotográficos grabados a sol y fuego:
-Uno, el río. Precioso, fresco y burbujeante,
-Dos, el sol espléndido.
-Y tres, las maravillosas vistas de mi ría de Vigo (arriba, en la foto).
Y ¿de los amigos?. Del tercero en discordia ya os conté como la acabó la cosa. Con el segundo, mantuvimos la amistad durante unos largos años. Hasta fue el Padrino de uno de mis tres hijos. pero dio la coincidencia que yo tuve una de mis épocas peores (más corta que otras, pero muy intensa) y vivía imbuido con mi Ombligo en mi puta depresión de mierda. Total, que dejé de escribirle y de llamarle (me daba vergüenza hablar de mi, me encontraba fatal). Y él se lo tomó como que Yo pasaba de él y en realidad, no pasaba (al revés). Pero bueno, por su parte se fue instalando en el silencio vengativo y cuando años después, le escribí tratando de explicar lo que me había pasado (un mea culpa), él ni me contestó y entonces se hizo el silencio definitivo. Le volví a escribir y entonces rompí mi silencio y le dije de todo menos bonito. Y así acaba ésta hermosa y penosa historia, que os acabo de contar.

Sus aguas eran cristalinas y frías, muy frías y tal y como es el agua de los ríos. El sol empezaba a salir en el horizonte y los tres amigos jugábamos a saltar de piedra en piedra y para tratar de llegar hasta la otra orilla. Sé que éramos tres, pero solo me acuerdo de dos y porque queramos o no queramos la memoria es más selectiva que nada y ella solita se ha encargado de borrar al tercero en discordia. El tercero fui el primer amigo que tuve que mandar a la mierda, bueno yo y el otro. Porque ya de esas andaba en el puto globo de la droga dura y sólo hubo que esperar un relativo tiempo, para que ese globo explotara de manera definitiva. Es fácil, un colgado del Caballo o heroína se va colgando más y más y llega un momento en que el mismo te pide que escojas entre aguantar sus putos monos de mierda o entre mandarlo a la mierda directamente. Y al final, tanto acaba de ir el Cántaro a la fuente, que se acaba rompiendo.
Pero bueno, esa mañana él aún estaba ahí y las conversaciones giraban sobre nuestra antigua amistad y lo que nos podía deparar nuestro futuro. Mientras el sol seguía luciéndose, mientras el río serpenteaba como una Culebra y mientras las inmensas vistas que hay desde allí, nos regalaban unas postales espléndidas de mi amada ría de Vigo. Creo que el sitio se llamaba "A Curota", pero tampoco me hagáis mucho caso ( de hecho comprobé después, que no se llamaba así). Y lo del río, no sé si el río estaba un poco antes de ese sitio o estaba en el mismo lugar. La memoria alcohólica falla más que una escopeta de feria. Pero en resumen tengo tres planos fotográficos grabados a sol y fuego:
-Uno, el río. Precioso, fresco y burbujeante,
-Dos, el sol espléndido.
-Y tres, las maravillosas vistas de mi ría de Vigo (arriba, en la foto).
Y ¿de los amigos?. Del tercero en discordia ya os conté como la acabó la cosa. Con el segundo, mantuvimos la amistad durante unos largos años. Hasta fue el Padrino de uno de mis tres hijos. pero dio la coincidencia que yo tuve una de mis épocas peores (más corta que otras, pero muy intensa) y vivía imbuido con mi Ombligo en mi puta depresión de mierda. Total, que dejé de escribirle y de llamarle (me daba vergüenza hablar de mi, me encontraba fatal). Y él se lo tomó como que Yo pasaba de él y en realidad, no pasaba (al revés). Pero bueno, por su parte se fue instalando en el silencio vengativo y cuando años después, le escribí tratando de explicar lo que me había pasado (un mea culpa), él ni me contestó y entonces se hizo el silencio definitivo. Le volví a escribir y entonces rompí mi silencio y le dije de todo menos bonito. Y así acaba ésta hermosa y penosa historia, que os acabo de contar.