VIENTO EN CONTRA...


 

"Muchos años soportando el viento en contra...pero mostrando como hay que afrontar las adversidades".

POR ENCIMA DE TI



No queda música tras el silencio
en tal caso queda... 
el desgarro de la tela
y el aullido de los sentimientos.

Queda la inquietud de aquél momento
y la textura que sabe a resentimiento.

Pero no pasa nada
pues todo ha pasado por encima de mí
y no tengo marcas ni llagas
ni nada que clame venganza,
pues no me queda nada de ti.

Todo ha pasado
y lo muerto al hoyo
y lo que me queda de vivo
y por encima de todo
sobrevivirá por encima ti.

ALEJANDRA PIZARNIK

 


TARDE...

 


"Tarde entre libros y cuentos... que es mejor no contar".

MILAN KUNDERA


 

NIÑOS SOLDADO


 

¡¡¡QUE FUERTE!!!. ¡¡Que bestialidad!!

DIJE DE TODO

 


Dije la verdad

dije la mentira

y en todas ellas, me equivoqué.


Tenía una amiga que me decía:

es mejor mentir

y yo no la creía

y me partí la cara por la verdad

y como un imbécil

me quede sin dientes

y sin nadie a quién maldecir.


Me quedé mirando al vacío

esperando que alguien me dijera

¡vente conmigo!

y yo en mi paupérrimo estado vital decía...

¡ya voy!

pero debía ser inaudible

o lo que es lo mismo

pasaron de mi

y no me extraña

yo también hubiera pasado de mi.

¿PORQUÉ?


A mi me gustaría saber porqué habiendo nacido mirando al océano Atlántico y de cara y sin filtros...ahora, me toca estar viviendo a orillas del mar Mediterráneo. Sin despreciar al mar Mediterráneo (nada más lejos de mi intención)...pero es que mi problema (entre otros muchos) es que añoro el Atlántico por todas mis células y poros. Disfruto con el Mediterráneo...pero hay algo dentro de mi...que me hace sentirme foráneo y forastero. No es mi Atlántico con su mar embravecido, con sus grandes olas espumosas, con sus inmensas mareas vivas, muertas y neutras. Es un mar y lo adoro...pero lo que me hace temblar de estremecimiento, es mi querido Atlántico. Volveré a él, sé que volveré a él y volveré a mojarme los pies sobre su arena tersa y húmeda, mientras me inundan los olores de la marea baja...que casi me hacen entrar en trance.

José Luis Sampedro


 

"El tiempo no es oro, el tiempo es vida".

NADA


 

MANUAL PARA MUJERES DE LA LIMPIEZA (Lucia Berlin)

 

-TRISTE IDIOTA-
—Dime, ¿qué crees que has conseguido en la vida?
No se me ocurría nada.
—No he probado el alcohol en tres años —dije.
—Dudo que eso pueda considerarse un logro. Es como decir «No he asesinado a mi madre».
—Bueno, eso también lo he conseguido, por supuesto —contesté sonriendo.

CONFÍO...


 Yo soy de los que confío.

Confío por mi propia naturaleza de medio animal

y no por un razonamiento bien sazonado

que a su vez me haya demostrado

que tengo que ser confiado.


En realidad confío porque así vine al mundo.

Más tarde

 aprendí a desconfiar y fui aprendiendo por el camino

y me fueron dando por todos lados

y hasta que llegó un momento en que me dije

¡ya no puedo más!.


Ahora dependo del día y del viento

y si es un lunes o hace viento del sur

desconfío más que respiro

mientras al confiar lo guardo en el bolsillo de atrás

y a la espera de que el viento o el día cambien,

que sé muy bien

que tarde o temprano

tendrán que cambiar.

La siesta del martes (Gabriel García Márquez)


 Escrito hacia 1958, este cuento relata la historia de una madre que llega a un pueblo para visitar la tumba de su hijo, Carlos Centeno, un ladrón que fue asesinado a balazos mientras intentaba forzar la cerradura de la casa de una viuda. Aun cuando en el cuento impera el sol y el calor sofocante, el instante en que Carlos Centeno es ultimado está exclusivamente enmarcado en un contexto lluvioso.

 

La señora Rebeca, una viuda solitaria que vivía en una casa llena de cachivaches, sintió a través del rumor de la llovizna que alguien trataba de forzar desde afuera la puerta de la calle. Se levantó, buscó a tientas en el ropero un revólver arcaico que nadie había disparado desde los tiempos del coronel Aureliano Buendía, y fue a la sala sin encender las luces. Orientándose no tanto por el ruido de la cerradura como por un terror desarrollado en ella por 28 años de soledad, localizó en la imaginación no sólo el sitio donde estaba la puerta sino la altura exacta de la cerradura. Agarró el arma con las dos manos, cerró los ojos y apretó el gatillo. Era la primera vez en su vida que disparaba un revólver. Inmediatamente después de la detonación no sintió nada más que el murmullo de la llovizna en el techo de cinc.

LA VIDA...


 
"La vida vida no es una línea recta,

                      pero tampoco es un laberinto sin salida.

                          La vida...

                     simplemente ¡es!. Y punto".

La viuda de Montiel (Otro cuento de Gabriel García Márquez)


 Durante el segundo semestre de 1958, estando en Caracas, García Márquez escribe este cuento que trata sobre la paulatina ruina en la que va cayendo la esposa de José Montiel luego de la muerte de éste. José Montiel, también conocido como don Chepe Montiel, hace su fortuna apoderándose de las tierras que venden a precios irrisorios las familias que tienen que huir del pueblo por la violencia del gobierno militar que no tolera opositores (familias que son denunciadas ante las autoridades por el mismo Montiel). Por esa razón, después de su muerte, el pueblo tomará represalias contra su viuda. Ella deberá soportar sola todo ese resentimiento en un tiempo hostil ambientado por la lluvia.

 

La viuda de Montiel lanzó un suspiro. Octubre se eternizaba con sus lluvias pantanosas y ella se sentía perdida, navegando sin rumbo en la desordenada y fabulosa hacienda de José Montiel. El señor Carmichael, antiguo y diligente servidor de la familia, se había encargado de la administración. Cuando por fin se enfrentó al hecho concreto de que su marido había muerto, la viuda de Montiel salió del dormitorio para ocuparse de la casa. La despojó de todo ornamento, hizo forrar los muebles en colores luctuosos, y puso lazos fúnebres en los retratos del muerto que colgaban de las paredes. En dos meses de encierro había adquirido la costumbre de morderse las uñas. Un día —los ojos enrojecidos e hinchados de tanto llorar— se dio cuenta de que el señor Carmichael entraba a la casa con el paraguas abierto.

—Cierre ese paraguas, señor Carmichael —le dijo—. Después de todas las gracias que tenemos, sólo nos faltaba que usted entrara a la casa con el paraguas abierto.

El señor Carmichael puso el paraguas en el rincón. Era un negro viejo, de piel lustrosa, vestido de blanco y con pequeñas aberturas hechas a navaja en los zapatos para aliviar la presión de los callos.

—Es sólo mientras se seca.

Por primera vez desde que murió su esposo, la viuda abrió la ventana.

—Tantas desgracias, y además este invierno —murmuró, mordiéndose las uñas—. Parece que no va a escampar nunca.

«CUANDO LA MUERTE TIENE UN ROSTRO AMIGO» (Ángeles Mora)



Yo no quise adentrarme
en este barrio dulce
que lo agregó a su vida.
Fue cosa del azar,
el lazarillo
de mi día cansado.
Así he llegado aquí,
ciega,
y casi me parece
una profanación
respirar la luz,
beber el aire,
pisar el rastro
de su ausencia.

Gema Cepeda



No sé si hacemos el amor o

el amor nos hace a nosotros.

Sábanas blancas al sol ondean

por un murmullo machacado.

¡Cuéntamelo al oído!

Aviso que las sardinas tienen más

agallas que algunos sentimientos.

Polvo de estrellas hacen migas

en una noche en pañales.

No todos besan igual, ni todos

los besos saben a frambuesa.

Humedad cristalina en

cada trozo de recuerdo.

No tengas temor a entregar el alma.

Se busca una eternidad en las costillas.

Llorar y llorar, limpiarse las lágrimas

y volver a sonreír.

Aferrarse al último halo de un sueño intacto.

Sesgar la herida para que vuelva a sangrar.

Tierra, fuego, oxígeno, luz y serotonina.

Salvando reos fugados de la

prisión de la pasión.

Se lustran las aldabas que abren

las llagas de un mutismo voluntario.

De los corazones salen voces,

de los lagos cisnes.

Los ilustrados escriben poesía

sobre unos pergaminos

tan especiales que

no se encuentran en ningún libro.

Un hombre y una mujer.

María García Zambrano


Olor a madrugada
Anduve haciendo viruta
con la madera de tu espalda
y al ver que no eras tú
amanecí
en el año del silencio.
Boca cerrada.
Me mordí los dientes y no brotó
la saliva de tus labios.
Es difícil no tener la tentación de embarcarse
en el crucero nocturno que ofreces.
Me contengo y enloquezco:
los barbitúricos se los doy al pájaro
me acuesto con la alfombra
me como tus camisas.
Una sombra ausente ha despertado.
Olía a madrugada.
Detrás de esa sombra estaba
todo el silencio posible.
Este valle tiene alas,
que aparecen en fragmentos.
A temperatura normal me desdoblo:
medio poeta medio ministra
pero siempre dividida por tu cuerpo.

SI SUPIERAS LO QUE A VECES…( Pilar Blanco Díaz)



Si supieras lo que a veces
me cuesta respirar-garganta a la deriva-
remontando el abismo líquido de las aguas;
si supieras
del ansia de no hundirse,
la lucha permanente del cuerpo braceando
por mantener el ritmo de la respiración,
por desoír la dulce llamada de lo oscuro
-sirenas escondidas acechando mi sangre,
conduciendo hasta el fondo la lava de mis venas,
queriendo convertirla en maraña
de líquenes y erizos,
si supieras…
El peso del cuerpo oprime los pulmones,
el roce de la vida araña hasta la encía,
el goteo el alma desangra todo empuje,
todo sueño gastado,
toda alba de futuro presentida; y más…
ay, si supieras
que vivo a flor de agua, y no se cómo,
y ya no se nadar
ni mantenerme.

ÁNGEL GONZÁLEZ


 

Paola Ferrari ("Hojas sin tinta")

 


Ya se me durmieron los versos

Solo me quedan hojas sin tinta

El sueño

La distancia, tus manos.

Ya se me ha roto la dicha

La incertidumbre

La maraña, el malentendido

Llevo en mis bolsillos

Una esperanza truncada

Hecha de soñarte

Con lenguaje de palabras y tacto

Y dos miradas perdidas

Llevo un corazón hambriento

Deseoso

Insatisfecho

Y un alma desahuciada

Esperando tu nombre

En la breve comisura de mis labios

¿Sera que la lluvia dejo tus besos bajo la puerta y la tormenta me nubla?

Sera que no puedo sentir tu latido en el agua que me vive, en la sed que me

 alimenta?

Dime... ¿porque siempre estas tan lejos cuando mas te necesito?

Preguntare al alba, de tus sueños

Se que bajo tus parpados

Aun puedes respirarme

Aunque las hojas se duerman sin tinta

Aunque mis labios se mueran de espera

Aunque mis letras ya no te necesiten...

Fuentes profanas.

FINAL PARA UN CUENTO FANTÁSTICO - I.A. Ireland -

 


-¡Que extraño! -dijo la muchacha avanzando cautelosamente-. ¡Qué puerta más pesada!
La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
-¡Dios mío! -dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos!
-A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha.
Pasó a través de la puerta y desapareció.

MARIO BENEDETTI


 

ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...