
Así que nadie mente al demonio, que nadie me diga que soy más guapo si fuera de otra manera. Vamos a ver, yo sé que tengo que aprender a controlarme y eso es lo que estoy haciendo, ahora que se me pida que me vuelva un gilipollas pacifista, eso es insultarme directamente a la cara, es una agresión verbal, eso es escupirme a la boca. Pacífico yo, eso no entra en mi ADN, se me puede hablar de ser más tranquilo o que piense las cosas dos o tres veces, pero bueno, después de una bofetada poner la otra mejilla, eso sólo pensarlo me desquicia.
Yo no fuí pacífico ni cuando gateaba, y menos cuando fuí un niño, pues era el compendio de la agresividad latente. No se me puede pedir eso, se me puede pedir cualquier cosa, menos esa. Yo no puedo cambiar mis genes, no puedo cambiar mi instinto asesino, no puedo decir sí, cuando es no y ni tan siquiera puedo callarme ante alguien que me agrede y ya sea verbalmente, como fisicamente. Hombre, si es fisicamente ya me ahorro algún paso, pues no queda otra, que romperle la cara directamente a hostia limpia. Suena a agresivo, verdad, pero esa es mi realidad y lo peor que podía hacer es ocultarla. Dominarla si que estoy de acuerdo, pero hacer de tonto y bueno, eso no entra en mi cabeza.
Con éste rollo patatero que me acabo de soltar, no pretendo sentar cátedra y menos faltar a nadie, pues entiendo que en la viña del señor tiene que haber de todo, hay personas pacíficas y tranquilas y olé sus santos huevos. Pero lo que yo aquí reivindico es el como soy, y lo hago aceptando mis cosas buenas como mis cosas malas y lo único que tengo que seguir aprendiendo es a controlar mis instintos, por lo demás cada uno es muy libre de aceptarme o rechazarme como yo soy y sino la puerta que salga por la misma puerta por la que entró, la puerta siempre está abierta.