A veces el viento de la noche
trae el aliento del mar
y nos inunda de algas y ansiedades marinas,
mientras la espuma blanca nos aclara la garganta
y nos concede permiso para bostezar.
A veces
y mientras los demás dormitan,
me entran ganas
de convertir el silencio de la noche
en una algarabía llena de ruidos y bullicio
así y poco a poco,
se encenderían luces desesperadas
y malhumoradas
y entonces dar un grito
¡he sido yo!
y una vez que todo el mundo estuviera despierto,
irme tranquilamente a mi cama
y entonces sí
y entonces sí que me dormiría en paz.