MI (POEMA DE AMOR). Mario Montalbetti.

MI (POEMA DE AMOR) 


Vendí todas mis alcachofas
por un boleto al lugar en que vives.
Ningún percance.
El tren salió en horario
sol y vacas gordas todo el camino.
Pero tu pueblo no apareció nunca.
 

Jaromír Typlt (En Vida)

poesía checa


En vida    


Escribo sobre ello 
aunque en ello no quiero pensar 
 
No tengo ni idea 
de por qué siempre me aferro a ciertas palabras 
a algunas de esas palabras 
en las que al final naufrago 
 
«¿Eso te ocurrió aún 

            en vida?» 
 
            Aquella tarde estaba paseando un poco fumado 
            por el prado de atrás 
            y desde la hierba me observaba sentado un gato blanco y negro 
            Fue mi fin 
            De pronto vi que todo llevaba hacia él 
            y que así, 
            según estaba sentado 
            no podía evitarlo 

            Me vi cambiando mi trayectoria a propósito
            y dirigiéndome a otra parte
            solo por él
            pero de un modo igualmente inútil y transparente
            llegaba a otra parte y de nuevo regresaba hacia él

            O bien dando rodeos
            o directamente

            El lazo se iba encogiendo hasta que el gato huyó

Lazo,
de nuevo otra de esas palabras

En cuanto me lanzo tras alguna de ellas
en su lugar empieza a acechar otra con la que
no debería haber empezado nunca

Y después ya no ayuda ni tachar ni huir
tras otra palabra
            Ninguna es esa otra
Y todas se lo recuerdan recíprocamente

Ya no siento el poema sino sólo un frío ahogo
porque ninguno de nosotros los vivos
querría saber realmente
y aún menos experimentar
qué puede significar

            en vida

            Hasta que eso huya de mí
            Como entonces

Gioconda Belli

 


"En los días buenos,
de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente,
en que nos fuimos abriendo
el uno al otro
como cuevas secretas;
en esos días, amor
mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora,
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel,
el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos."

Julio Cortázar

 


Qué vanidad imaginar

que puedo darte todo, el amor y la dicha,

itinerarios, música, juguetes.

Es cierto que es así:

todo lo mío te lo doy, es cierto,

pero todo lo mío no te basta

como a mí no me basta que me des

todo lo tuyo.

Por eso no seremos nunca

la pareja perfecta, la tarjeta postal,

si no somos capaces de aceptar

que sólo en la aritmética

el dos nace del uno más el uno.

Por ahí un papelito

que solamente dice:

Siempre fuiste mi espejo,

quiero decir que para verme tenía que mirarte.

ANTONIO MUÑOZ MOLINA


No hay nada como la alegría de descubrir algo completamente nuevo, de comprobar que, por mucho que los años induzcan a la melancolía o a la simple desgana, el espectáculo de lo real siempre es inabarcable. Siempre hay ciudades y libros y música y películas a los que llegar por primera vez, que lo toman del todo por sorpresa, despertándole la limpia pasión de admirar y aprender. Entonces resulta que no haber leído algo todavía no es una deficiencia inconfesable, sino la oportunidad de una celebración. Un espejismo mezquino de la edad es suponer que el mundo está en decadencia porque uno ya no es joven. Un cierto grado de escepticismo es inevitable con el paso del tiempo, pero no hay nobleza en el cinismo. Que tú hayas perdido la capacidad de apreciarla no quiere decir que la belleza ya no exista.

 

Karmelo C. Iribarren.

 

No sé si soy
feliz,
si verdaderamente
lo he sido
alguna vez;
aunque creo que no.
Y a ti te ocurre
otro tanto,
me consta.
Pero no es esto
lo peor.
Lo peor del caso,
lo más triste,
es que ya
ni siquiera
nos importa.

Belén Reyes


Y qué sucede
si de pronto un día
te das cuenta de que todo es mentira,
y no sabes si meterte a loca
a puta
o a suicida,
o arrancarte el alma
y sentarte en una silla
y ya
medio gilipollas,
ver cómo pasa la vida
¿Usted qué haría...?
.

EL NOMBRE DE LA RISA (Irene Vallejo)

 

El nombre de la risa

Si las carcajadas —tan saludables como asediadas— pudieron crear el mundo, tal vez consigan transformarlo.
Quien hace reír arriesga. En el chiste fracasado experimentamos la vulnerabilidad del cómico, ese incomodísimo silencio que penaliza a quien no sabe ser gracioso. Otras veces, la broma choca de frente con quien siente ofendidas sus convicciones o su poder. El humor siempre corre el peligro de la enmienda a la totalidad. Todos tenemos parcelas donde nos reservamos el derecho de admisión de la risa y la irreverencia. Como decían los Electroduendes: “Oiga usted, no se ría de la Bruja Avería”. Entre tantas empalizadas, se sufre más para divertir que para conmover al respetable.
A pesar de tantas suspicacias, las carcajadas nos dan la vida. Literalmente. En un papiro egipcio del siglo III, la Cosmogonía de Leiden, se conserva una peculiar versión del Génesis donde reír es el acto creador: “Cuando el Dios rio por primera vez, apareció la luz. Rio por segunda vez, y del agua surgió la Tierra. Cuando quiso reír por tercera vez, apareció la inteligencia (…) En la sexta vez, brotó el tiempo. Cuando rio la séptima vez, nació el alma”. Esta risueña espiritualidad contrasta con cierta mirada reprobadora sobre la risa ruidosa y desinhibida. A través de los siglos, los buenos modales han dictado que las personas finas —y, sobre todo, las mujeres— no debían desternillarse. Por eso, las carcajadas impúdicas de Claudia Cardinale en El gatopardo, de Visconti, o las de Julia Roberts en Pretty Woman, de Garry Marshall, se retratan como groseras. En el cine ríen más a gusto los villanos que los héroes; las risotadas malvadas de Cruella de Vil y otros bellaquísimos cofrades son casi un subgénero.
Y, sin embargo, se ríe. De época romana ha sobrevivido una antología de chistes titulada Philogelos. Abundan las bromas misóginas, sobre avaros —era un tipo tan roñoso que a la hora de hacer testamento se nombró heredero a sí mismo—, sobre borrachos o el mal aliento, sobre las idioteces de personas supuestamente inteligentes, y acentos regionales o ironías costumbristas. Un peluquero pregunta: “¿Cómo quiere que le corte el pelo?”; el cliente pide: “En silencio”. Los habitantes de Abdera cumplían el mismo papel en las bromas que los de Lepe entre nosotros. Curiosamente, no aparecen burlas racistas: aquella sociedad tan clasista miraba el tamaño de la bolsa más que el color de la piel. Los irreverentes Monty Python se atrevieron a adaptar sus chistes sobre esclavos y crucificados, con momentos memorables como la canción Always Look on the Bright Side of Life, de La vida de Brian.
Ahora y siempre, el mejor humor es el que no se ríe de los débiles, sino de lo que más queremos —es decir, de nosotros mismos— y del poder. Los gobernantes autoritarios y quisquillosos suelen chocar con los cómicos: la sátira atrae a un público más amplio que la disidencia seria. Tal vez por eso se perdieron tantas comedias antiguas, además del tratado de Aristóteles sobre la risa, pero no el de la tragedia. El asesino imaginado por Umberto Eco en El nombre de la rosa explica el peligro que entrañaba el famoso libro aristotélico: “De aquí podría saltar la chispa luciferina que encendería un nuevo incendio en todo el mundo, y la risa sería capaz de aniquilar el miedo”. Goya vio sus Caprichos retirados de circulación, Chaplin irritó a Hitler y la censura se cebó con Buñuel, Azcona y Berlanga. Cuenta Luis Alegre en ¡Hasta siempre, Mister Berlanga! que un censor suprimió en el guion un plano general de la Gran Vía. “Si fuera otro, no pasaría nada. Pero Berlanga es capaz de poner a tres obispos saliendo del cabaret Pasapoga”. Cuando el cineasta supo del suceso, lamentó no haber escuchado la propuesta: la hubiera rodado con mucho gusto. Su corrosiva comedia negra El verdugo fue fulminantemente prohibida en todos los cines: la risa es un oficio de riesgo.
La antigua utopía cómica aspira a restaurar la igualdad, a revelar el artificio de las jerarquías y diferencias sociales. Si las carcajadas —tan saludables como asediadas— pudieron crear el mundo, tal vez consigan transformarlo. Y si no, en nuestra era de la ira, el sentido del humor seguirá siendo, sin duda, la virtud más divertida.

Paula Ensenyat


A veces me besa.

En el pecho se agitan
vendavales de agosto,
murmura el mar
y en lo profundo,
sorprendida,
sonríe la tristeza.
A veces,
la soledad
me besa
y yo
sonrío.

Ray Loriga


 "Es el recuerdo, no el olvido, el verdadero invento del demonio".


CRISTINA PERI ROSSI


 

AL CABO (Amalia Bautista)

 

MONIQUE PROULX


 

JOSÉ LUIS SAMPEDRO


 

Isaac Asimov

 

"Soy ateo, y punto. Me tomó mucho tiempo decirlo. He sido ateo por años y años, pero de alguna manera sentía que era intelectualmente poco respetable decir que uno era ateo, porque asumía un conocimiento que no tenía. De alguna manera era mejor decir que uno era humanista o agnóstico. Finalmente decidí que soy una criatura de emoción además de razón. Emocionalmente soy ateo. No tengo evidencia para probar que Dios no existe, pero sospecho tanto que no existe que no quiero perder el tiempo".

Cecilia Pérez (Blog de "Emma Gunst")


El caos es una mujer que se instala en la casa
con su gesto afectado, baila
riega las plantas
dobla la ropa.
Por huir de ella todos
van a la guerra
encarnan la muerte.
Cada uno debe matar al menos, un hombre
y en él la posibilidad de que una mujer
se instale en la casa.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...