Tengo la sensación de ser un acordeón. Un acordeón que para que suene y
suene bien, ss fuelle se tiene que estirar y encoger, pero al mismo
tiempo hay que saber que tecla apretar, para conseguir el sonido que se
pretende. Y eso es como yo me siento, como un acordeón que de momento
está afinado, aunque no sé durante cuanto tiempo. Han pasado meses y me
he desparramado como una mancha de aceite, diciendo todo lo que pensaba y
desde hace 1 mes, estoy intentando encoger el fuelle y sintetizar todo
en cuatro cosas y de esas cuatro cosas, tengo que saber priorizar o sea
darle a la tecla adecuada, para conseguir el sonido que yo quiero y ese
no es otro, que conseguir avanzar de nuevo y lanzarme hacia otra meta.
De momento no sé cual, pero paciencia, aún me falta sintetizar todo en
cuatro palabras y una vez que lo consiga yo creo que a éstas alturas de
la película, ya me va a resultar más fácil o eso es lo que espero.
En estos largos o cortos meses, según como se mire, mi acordeón tuvo
momentos en que sonaba desafinado y pienso que puede ser por abrir
demasiado su fuelle y no encontrar el momento de sintetizar, aunque
fuera un poco o porque en el último momento no supe darle a la tecla que
tocaba o en definitiva puede ser por las dos cosas. Cuando pienso en
mí, me veo como un caballo desbocado que lo mismo corría que saltaba
obstáculos, que se reía o que lloraba, que hacía gracias como que
soltaba coces. Arreé a diestro y siniestro, disfruté como un loco, nunca
mejor dicho, me gusté hasta llegar a quererme como nunca me quise.
Hablé con todo y de todo, dije más tonterías que las que dice Mariano,
pero sobre todo me reí hasta de mi propia sombra. Y la brillantez, esa
visión que sólo se tiene cuando estás alucinado, ese poder de poder
traspasar puertas y de poder leer las mentes. No hacía falta mirar a la
cara de nadie, con un sólo gesto, ya sabías como era esa persona. Y la
anticipación, el saber lo que iba a decir la otra persona y si no lo
decía pues sabías que lo estaba pensando. Y la rapidez mental, las ideas
pasaban a la velocidad del vértigo y salían por tú boca atropelladas,
pues siempre ibas por delante. Cuando estabas hablando de una cosa, tu
mente ya estaba en el día siguiente. Seguro que suena a exageración o
que en realidad yo estaba en pleno brote, puede ser que fuera eso, yo
tampoco lo niego, pero el caso es que eso era lo que yo sentía y aún
siento. Esa capacidad para abrir veinte frentes a la vez y a todos
dedicarles su tiempo y aquí hago esto y allí hago lo otro. Esta
capacidad se tiene o no se tiene, no hay más, la cuestión es saber que
la tienes y por tanto cuidarla y dosificarla y eso sólo se va
aprendiendo con el paso del tiempo.
Ahora me dosfico mucho más, ya
cuido no abrir demasiados frentes a la vez y lo hago porque al final me
desquician. Tampoco voy diciendo verdades universales o sea pensamientos
claros sobre las personas que te rodean, ahora aprendí a repensarlos o
sea no descarto lo que pienso, pero es mejor repensarlo de nuevo y a
veces la conclusión es muy diferente. Pero era esa actividad volcánica
que me inundaba, la que me hacía atropellarme y a veces lo visceral,
sencillamente no es tan cierto, puede serlo, pero no siempre es cierto. Y
esa capacidad de fijarse en los pequeños detalles, ese poder de
observación, esa forma de hablar, de vestir, de gesticular, de mirar,
que tienen las personas y que tú con la varita mágica sabías del palo
que iban.
Me acuerdo de que al mismo tiempo tenía abiertos tantos
frentes, que no sé como no me dió un infarto. Escribía cartas a los
periódicos locales con una fiereza inusual, tendría razón en lo que
exponía, pero al mismo tiempo era tan mordaz e incisivo, que parecía
Jack el destripador, todo a mi alrededor eran trozos de carne y yo me
crecía con esa sensación de poder, pues sabía perfectamente que había
abierto heridas y que me encantaba urgar con mis dedos, manos, codos y
piernas, en ellas. El poder de la palabra es más fuerte de lo que
pensamos y hubo momentos que me sentí el amo del mundo o mejor dicho de
mi pequeño mundo, !tampoco hay que pasarse!.
Pero esa sensación es
en lo que estoy empeñado en tratar de explicar, pues os juro que el
mundo se os hace pequeño, vayas donde vayas tú eres o piensas que eres
el puto amo. Me acuerdo de viajar a Palma o a Barcelona y recorrer la
ciudad como si fuera tuya, como si fuera el jardín de tú casa, cada
rincón, cada piedra, cada bar, cada librería, eran parte de tú casa, era
como si tú ya estuvieras allí y además la conocieras perfectamente. Y
tanto la conocías que ya no te parabas en los pequeños detalles, ya ibas
directamente al meollo, a lo importante. Los asuntos banales se los
dejabas a los demás, tú ibas o creías que ibas siempre directo a la
diana. Y por suerte o por desgracia yo solía y suelo acertar, daba en la
tecla que tocaba, aunque, matizo, no siempre acertaba
Es una
sensación tan bestial que a veces, si no me miro al espejo, me siento
guapo, bello, alto y con una mirada que enternece y atrae. Cuantas veces
voy flotando por la calle y el flotar es lo que me produce esa
sensación de altura. Lo de guapo, pues porque primero que lo soy y
segundo, es que como tú te gustas tanto, piensas que irradias y ya no es
la guapura por lo que tú crees que debes llamar la atención de la
gente, sino el halo que llevas a tú alrededor, el halo que irradia y ese
halo lo ves tú y piensas que si no todos, muchos si lo ven. Esto debe
ser parecido a algunos tíos o tías que no tienen halo ni belleza
interior ni exterior, pero ellos piensan que sí la tienen y con eso les
da para cargar sus pilas y por eso no entienden que ellos no llamen la
atención, peroes que estos señores no flotan, ni irradia, pero yo sí, y
ahí, es donde está la diferencia. Con el tiempo te vas educando, pues
poco a poco, alcanzas a comprender que son excepciones los que pueden
ver tú halo y por tanto te dedicas a administrarte y a ahorrar energía,
pues no vas a tener encendido tú halo perpetuamente, !menudo desgaste!.
Ésta capacidad extraordinaria te produce sensación de poder, de poder
inmenso. Y esto tienes que ir dominándolo, cosa que no es fácil, pues si
tú estás en la cima del mundo porque hostia tienes que bajar de la nube
en la que estás, para saber lo que se cuece. Al principio no hay dios
que te baje, te aferras a la nube y no la sueltas, pero poco a poco y
suele ser por diminutos detalles, notas como hay algo que se te va
escapando y ese algo, con el paso del tiempo, se va acumulando y al
final es como el bosque que no te deja ver los árboles. No son
conjeturas, ni son mentiras, son simplemente sensaciones vitales.
Cada vez que pienso en las 15 a 20 horas escribiendo, seguidas sin comer
y durmiendo 5 horas y levantándome a las 6 y vuelta a escribir y así
durante el resto del día, pues nada, que voy a decir, que simplemente
alucino y alucino de como alucinaba. Pero hay varias preguntas en las
que no tengo respuesta y por muchas vueltas que le he dado, sigo sin
encontrar la respuesta. Una de ellas era esa actividad volcánica, esa
actividad que me hizo hasta acudir al médico. En verano hubo muchos días
en que empecé a las 6 de la mañana a escribir y lo hacía como unas tres
horas, despues me iba al gimnasio y hacía dos horas de bici estática,
donde cubría 60 km. y con la rampa al 70% y completaba la cosa, con
pesas y otros ejercicios. Preparaba la comida y despues de comer me
volvía al gimnasio y estaba 1 hora, para a continuación jugar un partido
de padel, acordado anteriormente. Una vez acabado el partido, me iba a
la playa a practicar Padel-surf, esa tabla en que vas de pie remando y
aquí me llama la atención que a la tercera vez que me caía al agua ya no
podía con mis huevos y esto yo no lo entendía. No entendía que yo
pudiera estar tan cansado, algo sí, pero no tanto. Y tanto me comí el
coco, que un día dirigí mis pies a Urgencias, pues estaba convencido que
la razón de mi cansancio era por una anemia. El médico-amigo, que me
atendió en principio se aguantó la risa y esperó la llegada del
resultado de la analítica y cuando la vió explotó y se rió a carcajadas.
Como no podía entender yo la causa de mi cansancio, si me metía más de
60 km. de bicicleta y con rampa del 70%, despues volvía 1 hora al
gimnasio, jugaba hora y media un partido de padel, cuando no eran dos y
por fin me iba a la playa a practicar el padel_surf. Con ésta lógica y
con el resultado de la analítica, que por supuesto era normal, me tuve
que callar y desandar el camino por el que vine.
Por supuesto no me
quedó otra que entender que de vez en cuando era obligatorio tomerme un
descanso, pero esto que parece tan sencillo de entender, a mi me costó
meses y me costó tanto tiempo entenderlo, porque en el fondo yo me
encontraba como dios y lo que qeuría era mantenerme en ese estado
celestial siempre. Pero aún entendiendo esto, no consigo entender las
demás cosas. Como es posible aguantar tanto y digo fisicamente, pues ya
tengo 57 años y mentalmente, pues no sólo fué escribir, es que aparte de
estudiar como un loco y con unas guardias veraniegas con casos más bien
catastróficos y con muy pocas horas de sueño, me pregunto como pude
aguantar que además abriera tantos frentes y pudiera atender a todos.
Cuando no eran problemas con mis cartas, eran problemas con la policía
local o con los taxistas o con mis jefes y en todas éstas situaciones
haciendo los pertinentes partes y follón tras follón, y contestando por
aquí y atacando por allá, y... y... y...
Siempre habrá algún
cretino que explique ésta situación de forma muy sencilla y dirá que
tampoco hice nada extraordinario. hombre pues no sé, yo creo que sólo me
faltaba dar la vuelta al mundo sin moverme del sitio y creo que en
ocasiones si se la dí. He viajado hasta las islas Caimán, he recorrido
Estados Unidos, he pateado la estepa africana, he estado con personajes
que dominan el mundo, desde mi amigo Juanca, pasando por el Clinton y
acabando por estar con Huguito Chavez, antes de morir, claro. He
recorrido todos los senderos y caminos de España, he estado en mi
Galicia natal, en Cádiz, trafalgar, tarifa, Marruecos y subiendo un poco
en Barcelona y en Menorca. Creo que recorrí bastantes kilómetros y los
recorrí sin moverme del sitio. A ver listillos explicarme esto, a ver
como se come, aunque siempre habrá algún escéptico y no se crea nada de
lo que yo cuento. Que no se olvide el escéptico, que por éste camino que
recorrí y aún recorro, he tenido un montón de testigos y pocos no se
dieron cuenta de mi transformación camaleónica. Algunos fueron estatuas
de sal y no se enteraron de que fué la fiesta, otros se quedaron
absortos y pasmados y aún ahora están intentando descifrarlo y de los
que sí se enteraron hay como mínimo dos fracciones: Los que se enteraron
y me lo dijeron inmediatamente y los que se enteraron y lo que
sintieron fué puta envidia y éstos son los peligrosos, pues su
interpretación coge otros derroteros y estos van por que yo estoy loco o
que estoy en tratamiento psiquiátrico. Tampoco van tan despistados
estos malvados, lo de loco me parece incierto y lo del tratamiento me
parece cierto, así que hay algo de lo que dicen estos envidiosos de
mierda. Pero ese algo lo transforman en algo demoníaco y repudiable, son
como monjitas y yo soy el diablo. Esto es como la teoría de la medio
botella, hay quien la vé medio vacía y hay quien la vé media llena, el
mismo hecho con sus dos caras. Lo malo que su cara es siniestra y
profundizan y hurgan en los temores humanos, son profesionales de sacar
el miedo a flote, son de los que cuentan a los niños que viene el lobo o
viene el hombre del saco, son los barrenderos de la mierda y cuando al
margen de ellos, surge algo con fuerza, algo con ánimo, algo con
energía, a ellos, como seres llenos de odio y como pilares de ésta
mierda de sociedad, intentan cortarte la cabeza y para ello usan sus
armas de batalla, la envidia, el sembrar el odio, y hacerte un traje a
tú justa medida.
Pero yo también estuve remando en galeras y
conozco la esclavitud y las cadenas y por tanto los veo de pie, desde mi
pequeña estatura, pero también los veo desde los bajos, desde donde se
rema y desde aquí y tambien gracias a las velas, es la razón de que se
pueda mover el barco. Y yo desde abajo, puedo ver su ego y por tanto sus
fortalezas y debilidades, pues ellos no se enteran de que los estoy
observando, son tan engreídos y se sienten tan poderosos, que ellos sólo
miran al frente y hacia arriba, pero nunca miran hacia abajo y ahí
estoy yo y unos cuantos más, esperando el momento propicio e idóneo de
saltarles a la yugular y ese día cada vez está más cerca. Puede ser hoy o
mañana o la semana que viene, pero que no se duerman en los laureles,
porque los vamos a abrir en canal y a colgar del palo mayor de éste
barco, de éste barco que se llama, vida.