Gabriel García Márquez.


 "A Mercedes la conocí en Sucre, un pueblo del interior de la costa Caribe, donde vivieron nuestras familias durante varios años, y donde ella y yo pasábamos nuestras vacaciones. Su padre y el mío eran amigos desde la juventud. Un día, en un baile de estudiantes, y cuando ella tenía solo trece años, le pedí sin más vueltas que se casara conmigo. Pienso ahora que la proposición era una metáfora para saltar por encima de todas las vueltas y revueltas que había que hacer en aquella época para conseguir novia. Ella debió entenderlo así, porque seguimos viéndonos de un modo esporádico y siempre casual, y creo que ambos sabíamos sin ninguna duda que tarde o temprano la metáfora se iba a volver verdad. Como se volvió, en efecto, unos diez años después de inventada, y sin que nunca hubiéramos sido novios de verdad, sino una pareja que esperaba sin prisa y sin angustias algo que se sabía inevitable. Ahora estamos a punto de cumplir veinticinco años de casados, y en ningún momento hemos tenido una controversia grave. Creo que el secreto está en que hemos seguido entendiendo las cosas como las entendíamos antes de casarnos. Es decir, que el matrimonio, como la vida entera, es algo terriblemente difícil que hay que volver a empezar desde el principio todos los días, y todos los días de nuestra vida. El esfuerzo es constante, e inclusive agotador muchas veces, pero vale la pena. Un personaje de alguna novela mía lo dice de un modo más crudo:

«-También el amor se aprende-»".

PEQUEÑAS REFLEXIONES

 

Vamos a ver una cosa, si yo hiciera recuento de todos mis padecimientos de viejo pellejo, tendría que escribir un libro de más de mil páginas. Iba a decir, otro libro pero de momento no he escrito ninguno, por lo menos en papel y tinta. Es que acabo de leer lo del Ictus, lo de la puta Apnea y vamos que sólo me faltaría por contar que tengo más de la mitad de mis arterias de las piernas atascadas y por eso cuando llego a los 500 metros andando, claudico en todos los sentidos y a causa de un dolor tremebundo producido por falta de circulación y tengo que pararme unos minutos y para recuperar la vieja circulación de mis piernas. Esto último es cortesía de haber fumado tanto y de momento y crucemos los dedos, mis arterias coronarias están indemnes, así como mis pulmones. Por tanto y como tengo la costumbre de ver siempre el vaso o la botella medio llena, tengo que estar profundamente agradecido a quién sea que haya que agradecer. Después habría que sumar el Colesterol que tiende a aumentar y ¿qué os puedo decir del azúcar si soy diabético?. Y venga pastilla por aquí y venga otra pastilla por allá y al final sumo 7 pastillas al día. Quién me iba a decir a mí que en la vejez iba a ser más drogadicto que cuando era un joven imberbe y algo atontado.

Son pequeñas reflexiones sobre lo que somos y el como nos tomamos las cosas. Ahora le doy un beso en la boca a alguien y me dirá posteriormente, me supiste a pastilla. Y yo le diré...¿a cual de ellas?. Es como esas casas de viejos donde se mezcla el olor a moho y por mala ventilación y poca limpieza, con el olor a bacalao pasado y por falta de la higiene adecuada de sus partes, con el olor a medicinas y por años de acumulación de cajas de medicación ya caducadas pero que nadie fue capaz de tirar. Hay olores que matan y éste es uno de ellos. Así como existió la decadencia del imperio romano, también existe la decadencia humana dentro de esta sociedad. Y no todo es fentanilo a mansalva, ni heroína a manos llenas, ni farlopa a los cuatro vientos y porque hay todo un puto arsenal de drogas legales que nos van cambiando los hábitos y en realidad y aunque así no lo queremos mirar así, nos convierte en otro tipo de drogadictos. Y falta todo el arsenal de las benzodiazepinas y sus efectos sedantes y que mezclados convenientemente con alcohol, se multiplicarán como el milagro de los panes. Tanto nadar para morir igualmente en la orilla.















EL COMO VIVIR

 Me mantengo en pie

gracias a mi equilibrio.

Camino porque muevo las piernas

Como...porque si no como ¿qué hago?.

Latir, respirar, pensar, anhelar, desear,

sentir, amar, hacerse humano,

esa es la letra pequeña en nuestro contrato

la grande, es vivir

pero el como vivir,

viene en minúsculas

y además el como vivir, 

lo escribimos nosotros.

















 

Yo tengo que reconocer dos cosas


 Yo tengo que reconocer dos cosas:

Una, que sigo vivo y que me queda cuerda para rato y aunque el largo de esa cuerda pueda ser carta, pero eso sí, será muy intensa.

Dos, yo no nací aprendido. Nací como todos, desnudo y llorando a moco tendido. Después gateé y hasta que me enderecé y así estuve durante un largo tiempo andando por la vida. Por último, ahora estoy en mi última etapa vital y por tanto voy poco a poco decreciendo y hasta hacerme tan pequeño que resultaré ser invisible para los ojos de los demás. Llegaré a ser polvo blanco amarillento y puede que más de uno se lo confunda con farlopa. No si al final de todo, seremos esnifados y como si dentro de ese polvo blanco amarillento fueran todos nuestros mejores conocimientos. Claro que eso sólo lo puede decir, los que los han tenido y los que se los guardaron a buen recaudo como tesoros escondidos. Y una vez muertos quieren asomarse a la gloria. De vivos pasaban de este tema de la fama y demás mandangas, pero alguno escribió en su testamento, dejo éste legado escrito y para mi parentela y amigos.

Es verdad, que ahora sé mucho más que antes, que la experiencia me ha dado datos pero también me ha regalado sombras. De hecho con los años, adoro a las sombras y a su excelso poder. El sol brillante me hace daño en el los ojos y en el cerebro pensante. El no vivir o el sin vivir es para mí, el verano. Vivir, es el otoño, invierno y un buen trozo de la primavera. Cuando ahora veo fotos de alguien en la playa, me miro y me digo, que bien estoy sin que ese sol inmisericorde me queme la piel y me convierta en tostada, que feliz me encuentro sin la arena pegada al sudor de la piel y sin todo ese jolgorio que me montan las personas cuando están en la playa. Hablan y hablan y chillan y risas y gritos. En realidad la playa es el zoo de los humanos, hay todo tipo de bichos y peña y el mar que tenemos delante del zoo no es mar y es un charco o bebedero de patos.





















Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...