HAMBRE ¡NO Y NUNCA!






Cómo voy a decirte

que seas feliz

cuando yo aún me sigo buscando

y no te lo digo en plan tragicomedia

y para que así lloremos juntos y por la misma 

historia

pero tampoco pienses que yo seré feliz

si tú no lo eres antes

y en plan dependiente y condicionante,

yo seré feliz cuando me dejen en paz,

 bueno y cuando cruce los dedos

y que no pase un gato negro

y que no me vista de amarillo

y que en fin,

que la suerte me acompañe

y la santa compaña, también

la santa compaña es una especie de fantasma

que se cría en los montes de mi Galicia natal,

le gusta salir de noche

y cuanta más niebla haya en el medio ambiente

ella se siente mejor y más presente

y dicen que preside 

toda una procesión de muertos

que se dirige hacia no sé donde

pero debe estar muy cerca del fin del mundo

y claro, puesta así la escena en tono tan macabro,


se te puede aparecer la santa compaña

y hasta el lobo feroz

o mismamente, 

caperucita roja en busca de su abuelita...

todo se puede aparecer

si el decorado está debidamente bien montado

y mi tierra gallega es propicia para estos cuentos

por las humedades profundas que salen por las madrigueras de los conejos

y por las nieblas de ultratumba que salen del subsuelo de los pozos negros,

bosques hay a mogollón y más,

en las carreteras crecen los pinos y los carballos a su libre albedrío,

y en cualquier casa y lugar que se precie de ser gallego de pura cepa,

te pueden servir una abundante taza de caldo

siempre grasienta, siempre desbordante,

u ofrecerte
los restos del lacón con grelos de hace tres días,

y os voy a decir otra cosa

con estos restos

podrías dar de comer a mil personas

pero así somos los gallegos con la comida

y por cierto

¡no dejes nada en el plato!

porque eso significa

que no te ha gustado

y eso en mi Galicia

es muy peligroso de decir

en Galicia puede haber de todo

pero hambre ¡no y nunca!.

QUERÍA DECIRTE UNA COSA



















Quiero decirte una cosa:

que la vida prosigue



y que yo sigo montado en un caballo blanco,

voy al trote y como siempre

me dirijo hacia una quimera

que ahora, no voy a contarte cual es,

es de suponer que si me conoces,

y espero que sí o que no

o me da igual,

que te resulte fácil de suponer,

tú sabes que mis quimeras son grandes

y son inmensas,

que tiene alas y viento,

que están hechas de sueños

y de hermosas tardes de chimenea,

que son de tejido mágico,

que tienen duende y hada...

pero tengo que decirte que en ese viaje,

no caben dos,

yo soy el piloto y el polizón,

¿y es que para que te voy a engañar?

y nada de donde cabe uno...caben dos,

bueno, puede ser,

pero en mi caso no hay excepción a mi regla,

entro yo y mi yo

y nada de controlarme de cerca

y para ver si ablando mis ideas un poco,

y esto no es mensaje subliminal

y es un mensaje cruel y descarado

 ni tú ni nadie

podrán doblegar mi voluntad de hierro

éste es mi deseo

y quería dejártelo por escrito

creo que ahora me tendré que despedir de una puta vez,

¡¡¡¡hasta nunca!!!!

y no te voy a decir que me alegro de haberte conocido,

porque mentiría

 yo hace mucho tiempo

que dejé la compasión a un lado

o en la cuneta de cualquier carretera,

por tanto sigo avanzando

 sobre mi caballo blanco

y por cierto

¿Cómo era tu nombre?

¡MALA SUERTE!












Tengo la vida dentro de un pañuelo,

lo miro y sé que está lleno de mocos,

el pañuelo y mi vida, los dos son un todo...

...pañuelo de tela usaba mi padre,

también mis tíos y muchos otros,

yo nunca entendía como después de sonarse

se metían en el bolsillo el pañuelo lleno de mocos

y así estaba establecido y era norma social,

y claro, 

cuando tenías una herida que sangraba,

cosa bastante habitual en un niño peleón y rebelde,

mi padre se metía la mano en su bolsillo

y extraía su pañuelo

y con todo el cariño del mundo me decía:

toma y límpiate,

pero yo desconfiaba

y antes de cogerlo lo revisaba minuciosamente,

si por algún lado estaba mojado, mal asunto,

si estaba encogido y arrugado, 

el pronóstico también era de horrible a pésimo,

es  decir, o estaba limpio de verdad

y pasaba la prueba del poligrafo,

o yo prefería dejarme desangrar...

hay cosas y escrúpulos que resultan ser inexplicables,

mira que de aquellas éramos niños sucios y guarros al cuadrado,

y en cambio a mi me preocupaba más que nada y por encima de todo

el tema del pañuelo y los mocos...

más tarde vinieron los pañuelos de papel

que serían tirados

después de un acto de servicio

y entonces cambió la cosa y cambió el mundo...

se dejaron de ver niños mocosos

y con una vela o dos velas colgando de su nariz,

porque resulta que el pañuelo de tela

lo llevaban los tíos adultos

y a los niños no nos quedaba otro remedio,

que sorber los mocos

y al querer sorberlos aquello era tan denso que era un sube y baja,

el moco ascendía con el sorbo

y en cuanto dejabas de sorber, volvía a bajar,

era un moco ascensor...

nosotros o mismo yo,

fuimos niños mocosos,

nos encantaba hurgar con el dedo

y hasta casi tocar el cerebro,

después, mirábamos el moco arrancado de la cueva,

y entonces hacíamos una bolita con él,

y cuando se iba solidificando a base de amasarlo como una miga de pan,

le dábamos con un dedo

y como si fuera un lanzamiento de canica hacia el infinito

y así era lanzado al espacio de tu alrededor

y si a alguien le caía encima,

¡mala suerte!

no sé, sería algo que ha traído el viento...

LA PUNTA DE UN ICEBERG

 Ahora todo es más difícil los reflejos van pidiendo un descanso los tendones se relajan y contraen menos y peor que antes la vista pide aux...