EL VIEJO QUE VIVE DETRÁS DE MI ESPEJO


 

Claro que...
que cuando yo me miro en el espejo,
me siento un ser un tanto extraño y raro.

Siempre me quedo con la sensación
de tener que comprobarme de nuevo.

Que sí, 
que ahora me estoy mirando.
Que sí, 
que soy yo y no soy el otro,
que nadie me está suplantando.
Que sí, 
que soy yo,
 sólo que soy yo pero más viejo.

 Que soy el yo auténtico,
 el genuíno que no dice mucho,
el pensador de ideas vanas y absurdas,
el escritor que apenas dice nada
y a pesar de tanta palabra escrita
sigue sin decir apenas nada.

Además soy...
el legendario... por decir algo que suene a grande 
soy el cid campeador que campea por la meseta, 
soy el beduíno que cambia de ruta,
y soy el alquimista 
y el altruísta que se ha olvidado de donde ha partido.

Este que ahora os describo, 
ese soy yo,
sólo que más viejo
y por fuera y por mis adentros
y por mis argumentos.

No me sienta del todo mal, 
ese look
de vaquero fumador de Malboro
paseando su caballo por una playa desconocida
con ese cigarro sempiterno 
que se acoda entre mis labios,
con esa boca llena de humo 
y con esa sonrisa de pícaro del que nunca rompió un plato.

No me sienta nada mal la piel arrugada y acartonada,
al revés,
 parecen surcos de arado en un campo de centeno,
y eso da caché a mi cara y a mi esqueleto,
le da un aire a venerable sapiencia de hombre añejo.

  Si yo me miro de lado,
hasta me encuentro a gusto con mi cara,
es más, 
si veo de nuevo mi reflejo en el espejo,
y me fijo que mis ojeras
 cuelgan como dos bolsas de una telaraña,
y si me recreo en esa visión
acabo encontrando su encanto.

Ahora, 
estoy delante de mi espejo mágico,
veo rasgos reconocidos porque eran míos de nacimiento
veo señales de guerras y batallas
de tanto camino que anduve,
veo mi piel de estropajo reseco y resquebrajado
por tanto tanto sol que he recibido,
y aún así, 
me vuelvo a mirar, 
y me conozco y hasta me reconozco.

Y por fin, 
con una sonrisa irónica y socarrona, 
me despido de ese viejo,
de ese viejo que vive detrás de mi espejo
y que se llama como yo...

 





































































Hooverphonic - Mad About You (Live at Koningin Elisabethzaal 2012)

ORILLAS QUE SOMOS...


Me gustaría que lloviera sobre mojado
me gustaría sobre todo
que una gota cayera sobre la otra,
y que nunca y nunca dejara de llover.
Me gustaría
que mi calle fuera un río desbordado
y yo, en una orilla
y tú, en la de enfrente,
mirándonos en la distancia corta,
sabiendo que tú no podrás cruzar el río
y que yo... tampoco,
estirando brazos y dedos
y por mucho que los estiramos
no nos tocaremos.
Es dura nuestra existencia de orilla,
no hay barcos que crucen el río,
ni hay puentes que nos puedan unir
lo nuestro es el vacío de la noche
y el mirarnos y para siempre
el uno al otro...
Y si por mi orilla nace el día
en la tuya se hace la noche
y ahí está
el porqué de nuestra existencia...
somos, el día y la noche.


























DEL MIEDO...VIVO ESCONDIDO...

 

De entre mis dedos brotan hojas y flores,
de entre mis sueños nacen historias de todas formas y colores,
de entre mis miedos
crecen enredaderas que buscan la luz del sol
con ansia y dedicación obsesiva
y alguna de ellas
me presta su sombra para mi cobijo
y entonces es cuando me digo,
del miedo... vivo escondido...

































YO TE PIDO Y TÚ ME PIDES

 

Y claro...
yo te pido y tú me pides.
Yo te beso y tú me besas.
Tú me quieres y yo te quiero.
Yo te escribo un bello poema y otro y otro y otro...
y cientos y miles y diez mil poemas a la vez y al mismo tiempo,
así hasta que mis dedos se queden sin yemas
o hasta que me digas,
que me quieres igual
te escriba o no te escriba poemas.

Entonces ,comprenderé
que prefieres el silencio
a la belleza de mis palabras,
que necesitas más el día a día y sus rutinas
a cuando nos sentábamos a ver el mar y la luna.

Entonces sabré,
que el viento y las mareas
se llevarán mis caricias y besos
a otro lugar más lejano
y puede que allí por fin...te haya olvidado.

Aunque solo...¡puede!.

Años después confirmo:
¡te he olvidado!.

























Y claro...
yo te pido y tú me pides.
Yo te beso y tú me besas.
Tú me quieres y yo te quiero.
Yo te escribo un bello poema y otro y otro y otro...
y cientos y miles y diez mil poemas a la vez y al mismo tiempo,
así hasta que mis dedos se queden sin yemas
o hasta que me digas,
que me quieres igual
te escriba o no te escriba poemas.

Entonces ,comprenderé
que prefieres el silencio
a la belleza de mis palabras,
que necesitas más el día a día y sus rutinas
a cuando nos sentábamos a ver el mar y la luna.

Entonces sabré,
que el viento y las mareas
se llevarán mis caricias y besos
a otro lugar más lejano
y puede que allí...te haya olvidado.

Aunque solo...¡puede!.
Años después confirmo:
¡te he olvidado!.

19 LA CANCIÓN DEL CROUPIER DEL MISSISSIPPI (Leopoldo María Panero).

 

Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
Que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
¿ginebra y cerveza, por ejemplo?
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en «Dulce pájaro de juventud»
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre «Le livre des masques» de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España 
es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
«Fifteen men on the Dead Man's Chest
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yahoo! And a bottle of rum!»


 



































ME ABURRO POR AQUÍ, ME ABURRO POR ALLÁ...

  Me aburro por aquí, me aburro por allá, haciendo esto o lo otro me aburro igualmente. O sea me aburro por los cuatro costados y me siento ...