Halitosis, halitosis que palabra más rara. Me hago suposiciones de su
procedencia y la verdad que no se´con cual quedarme. Halitosis, puede
venir de Halo o sea que tengas el halo enfermo y podrido. También podría
ser de enfermadad del alerón o sea que tú boca canta como un alerón o
que el tal Halí estuviera enfermo con mucha tos o que el tal Halí se
quedara encerrado, con los cuarenta ladrones, durante demasiados días en
la cueva y que de ella saliera ese olor putrefacto. Pueden ser tantas
cosas y todas tan ciertas. Lo que yo sé y lo sé por mi propia
experiencia, es que cuando hablas con un halitósico parece que hablas
con una poza negra. Es un olor tan fuerte y tan sentido, que parece que
sale de las profundidas más recónditas, de ese fondo donde se va
depositando la mierda y va haciendo capas superpuestas. O sea que el
halitósico, puede ser una fuente de inspiración y nunca mejor dicho, de
inspiaración poética, pero no para inspiración de coger aire, pues no se
te ocurra hacerlo sin poner tierra por medio. Ahora que escribo sobre
esto, me está dando pena el halitósico y me la dá, porque no tengo a
ninguno cerca de mi, porque si no me estaría cagando en todos sus
muertos (que poco me duró el detalle de compadecerme).
Recuerdo alguno, que se mataba a comer chicles para quitarse ese olor a mierda que salía por su boca y aquello era peor, pues era como echarle colonia a una poza negra, el deje te quedaba igual y aún encima era más difícil quitárselo de encima. Pues las colonias llevan pringues para aumentar el tiempo olorífico, aceites, esencias y demás mierdas y éstas con el olor a poza negra hacían un rebujado que te cagabas, pringoso y pegajoso y ya te llevabas ese aroma durante el resto de tús días. Y ese es el problema que para ésta enfermedad no se sabe el remedio, como tampoco se conoce su causa. lo único que yo conozco es su olor y en éste caso que mala suerte he tenido de haberlo conocido. es como si llevara encima una maldición. la maldición del Halitósico.
Me acuerdo que un especimen de estos me tocó de Médico, de médico que hacía reconocimientos y como cantaba el tío. Era de mañana temprano y yo estaba sobadísimo y entre en su consulta, y mientras mantuve la distancia no me enteré del tema, pero para el reconocimientoera necesaria o para el lo era, la cercanía y aquello fué morirse en vida. Como espabilé mi empanada, como me puse atento y en guardia, como retenía la respiración, como con cualquier disculpa daba un paso atrás y como deseaba que aquella tortura acabara de una vez por todas. Lo jodido fué aguantar la exploración del cráneo y la cara, los nervios faciales, los músculos de la cara y de los ojos y yo como me contuve para echarle la vomitona en su cara. Yo en esos momentos prefería cualquier tipo de exploración que significara el alejamiento, que me explorara la marcha o el equilibrio o la coordinación o que me diera por el culo, pero por favor que esa boca negra que mirara para otro lado. Además el tio era insistente, en cuanto te alejabas un poquito, el volvía con su boca a ponértela delante de tú pituitaria. En esos momentos pensaba para mis adentros: la madre que te parió o mejor dicho: la poza que te parió, porque éste tio nació en una poza negra estanca, se crió y creció en ella e hizo Medicina con cursos a distancia y no salió de su poza hasta ese mismo día, ese día donde me hizo el reconocimiento médico. ¡ Maldita mala suerte , que tengo!
Yo de vez en cuando cogí la manía de oler mi propio aliento, no vaya a ser la cosa, que un día, así de repente, me convierta a la secta de los halitósicos. Para ello pongo mi mano delante de mi boca y echo el aliento y eso es lo que huelo, a mi aliento y de momento parece que me voy salvando. Sinceramente la Halitosis, y lo digo sinceramente, debía ser una enfermedad de declaración obligatoria (EDO) y no lo digo porque se contagie, lo digo por lo que tienen que padecer los de su alrededor, los de su entorno más próximo y por tanto tendría que ser una causa irrefuctable para ponerse de baja y que no vuelva al curre hasta que se desinfecte. Y si no se pasa durante ese tiempo de baja, pues poner de alta nuevamente las antiguas leproserías y meter allí a todos los halitósicos del mundo mundial. Allí en cuarentena o eternamente, me da igual, pero lejos de mi presencia. Yo convivo con lo que sea, con un leproso o un tuberculoso y con cualquier infectado contagioso, y por ello me da igual convivir con ellos, pero, por favor, que erradiquen de la faz de la Tierra esa peste halitósica, esa peste mundial.
Y cuando digo, olor a poza negra, es que me quedo corto y tan corto. Yo a las pozas negras les tengo cogido el truco y nunca me importó demasiado meterme hasta la boca en una poza de mierda, lo hice tantas veces y desde tan pequeñito, que creo que ahora soy inmune,a su fuerte y asqueroso olor. Pero el olor a poza de un halitósico, es un olor que no tiene nombre, no viene descrito en ningún diccionario de la real academia, es un olor a muerto mezclado con mierda profunda, debe ser, como muertos de hace mucho tiempo, mezclados con su propia mierda y con ácidos corrosivos del estómago, que no han podido con el muerto y todo se hace un batiburrillo y de ahí viene la esencia que suelta por su boca, el halitósico de turno. Digo yo.
Recuerdo alguno, que se mataba a comer chicles para quitarse ese olor a mierda que salía por su boca y aquello era peor, pues era como echarle colonia a una poza negra, el deje te quedaba igual y aún encima era más difícil quitárselo de encima. Pues las colonias llevan pringues para aumentar el tiempo olorífico, aceites, esencias y demás mierdas y éstas con el olor a poza negra hacían un rebujado que te cagabas, pringoso y pegajoso y ya te llevabas ese aroma durante el resto de tús días. Y ese es el problema que para ésta enfermedad no se sabe el remedio, como tampoco se conoce su causa. lo único que yo conozco es su olor y en éste caso que mala suerte he tenido de haberlo conocido. es como si llevara encima una maldición. la maldición del Halitósico.
Me acuerdo que un especimen de estos me tocó de Médico, de médico que hacía reconocimientos y como cantaba el tío. Era de mañana temprano y yo estaba sobadísimo y entre en su consulta, y mientras mantuve la distancia no me enteré del tema, pero para el reconocimientoera necesaria o para el lo era, la cercanía y aquello fué morirse en vida. Como espabilé mi empanada, como me puse atento y en guardia, como retenía la respiración, como con cualquier disculpa daba un paso atrás y como deseaba que aquella tortura acabara de una vez por todas. Lo jodido fué aguantar la exploración del cráneo y la cara, los nervios faciales, los músculos de la cara y de los ojos y yo como me contuve para echarle la vomitona en su cara. Yo en esos momentos prefería cualquier tipo de exploración que significara el alejamiento, que me explorara la marcha o el equilibrio o la coordinación o que me diera por el culo, pero por favor que esa boca negra que mirara para otro lado. Además el tio era insistente, en cuanto te alejabas un poquito, el volvía con su boca a ponértela delante de tú pituitaria. En esos momentos pensaba para mis adentros: la madre que te parió o mejor dicho: la poza que te parió, porque éste tio nació en una poza negra estanca, se crió y creció en ella e hizo Medicina con cursos a distancia y no salió de su poza hasta ese mismo día, ese día donde me hizo el reconocimiento médico. ¡ Maldita mala suerte , que tengo!
Yo de vez en cuando cogí la manía de oler mi propio aliento, no vaya a ser la cosa, que un día, así de repente, me convierta a la secta de los halitósicos. Para ello pongo mi mano delante de mi boca y echo el aliento y eso es lo que huelo, a mi aliento y de momento parece que me voy salvando. Sinceramente la Halitosis, y lo digo sinceramente, debía ser una enfermedad de declaración obligatoria (EDO) y no lo digo porque se contagie, lo digo por lo que tienen que padecer los de su alrededor, los de su entorno más próximo y por tanto tendría que ser una causa irrefuctable para ponerse de baja y que no vuelva al curre hasta que se desinfecte. Y si no se pasa durante ese tiempo de baja, pues poner de alta nuevamente las antiguas leproserías y meter allí a todos los halitósicos del mundo mundial. Allí en cuarentena o eternamente, me da igual, pero lejos de mi presencia. Yo convivo con lo que sea, con un leproso o un tuberculoso y con cualquier infectado contagioso, y por ello me da igual convivir con ellos, pero, por favor, que erradiquen de la faz de la Tierra esa peste halitósica, esa peste mundial.
Y cuando digo, olor a poza negra, es que me quedo corto y tan corto. Yo a las pozas negras les tengo cogido el truco y nunca me importó demasiado meterme hasta la boca en una poza de mierda, lo hice tantas veces y desde tan pequeñito, que creo que ahora soy inmune,a su fuerte y asqueroso olor. Pero el olor a poza de un halitósico, es un olor que no tiene nombre, no viene descrito en ningún diccionario de la real academia, es un olor a muerto mezclado con mierda profunda, debe ser, como muertos de hace mucho tiempo, mezclados con su propia mierda y con ácidos corrosivos del estómago, que no han podido con el muerto y todo se hace un batiburrillo y de ahí viene la esencia que suelta por su boca, el halitósico de turno. Digo yo.