Ahora son las 10 de la noche y tengo que decir que estoy para el arrastre, y eso es decir muy poco. Ayer un partido de padel y hoy otro y hoy si que he reventado. Entre fumar, el sobrepeso, y la poca práctica deportiva que hacía últimamente, son factores que se han sumado o mejor dicho se han multiplicado. Aparte de que perdí y a mi no me gusta perder ni jugando al parchís. Yo juego para divertirme, pero dentro del concepto de diversión entra de lleno el tener que ganar. No quiere decir que si no gano, no me divierto, pero casi.
Yo no me ando con tonterías de que me da igual perder que ganar, eso se lo dejo para los perdedores y para que se consuelen por tanto perder. No sé de donde me viene ese punto tan competitivo, pero si sé que siempre lo tuve y por tanto, no voy a renegar de mi mismo. Aparte que creo que en el resto de los aspectos de la vida, también me gusta ganar. Me gusta ganar en mi curre y que el paciente salga adelante y vivito y coleando. Al fin y al cabo es una partido o un pulso que echas con la muerte y a ver quién gana.
Eso no me lleva a ser tramposo, ni mentiroso, pero sí es verdad que si pierdo, me cabreo. He intentado pulir este punto competitivo a lo largo de mi vida y no en el aspecto de luchador que tiene, sino en
el poder ahorrarme los cabreos, pero no hay manera, pues cada vez que vuelvo a jugar y pierdo, me vuelvo a cabrear igual. Al final, hace años que he asumido que ya no tengo remedio y si me gusta jugar así o sea dejándome el alma y el cuerpo en el partido, pues nada que es algo que tengo que respetar.
Yo creo que es mi forma de estimularme, pues a cuanta más presión en el partido mejor juego. Y eso para mi es un estímulo que me hace mejorar y correr y chillar y tirarme al suelo y sudar como un cerdo. Yo si juego de otra manera dejo de ir a las pelotas imposibles y me lo pienso dos veces antes de tirarme al suelo. Cada uno necesita su tipo de estímulo y a mi como me encanta jugar al padel o al tenis (pero en éste último ya no llego físicamente) pues me dejo el alma en cada partido. desde luego aburrir no se aburre nadie y por supuesto, yo menos.
Yo no me ando con tonterías de que me da igual perder que ganar, eso se lo dejo para los perdedores y para que se consuelen por tanto perder. No sé de donde me viene ese punto tan competitivo, pero si sé que siempre lo tuve y por tanto, no voy a renegar de mi mismo. Aparte que creo que en el resto de los aspectos de la vida, también me gusta ganar. Me gusta ganar en mi curre y que el paciente salga adelante y vivito y coleando. Al fin y al cabo es una partido o un pulso que echas con la muerte y a ver quién gana.Eso no me lleva a ser tramposo, ni mentiroso, pero sí es verdad que si pierdo, me cabreo. He intentado pulir este punto competitivo a lo largo de mi vida y no en el aspecto de luchador que tiene, sino en
el poder ahorrarme los cabreos, pero no hay manera, pues cada vez que vuelvo a jugar y pierdo, me vuelvo a cabrear igual. Al final, hace años que he asumido que ya no tengo remedio y si me gusta jugar así o sea dejándome el alma y el cuerpo en el partido, pues nada que es algo que tengo que respetar.
Yo creo que es mi forma de estimularme, pues a cuanta más presión en el partido mejor juego. Y eso para mi es un estímulo que me hace mejorar y correr y chillar y tirarme al suelo y sudar como un cerdo. Yo si juego de otra manera dejo de ir a las pelotas imposibles y me lo pienso dos veces antes de tirarme al suelo. Cada uno necesita su tipo de estímulo y a mi como me encanta jugar al padel o al tenis (pero en éste último ya no llego físicamente) pues me dejo el alma en cada partido. desde luego aburrir no se aburre nadie y por supuesto, yo menos.











