A veces me gustaría hablarle a mi infancia
y decirle...hijo mío la vida no es para tanto,
vives y malvives
y no te queda otra que levantarte de nuevo,
después te desnucas a cabezazos contra un muro de leyes, juicios y normas
y como mucho...
se te concederán unos cuantos minutos de auténticas risas,
otra cantidad pequeña de sonrisas y caricias,
unos cuantas docenas de intensos besos,
algún polvo que otro...
y ya está...ya te han vendido el coche
faltaría poner en la cesta de la compra
tu puto curro,
el deber de padre que no siempre fue cumplido,
las noches de serpientes y de insomnios,
las vueltas en la cama con sudor de angustias,
las dudas en la madrugada,
la falta de sueño
y lo peor de todo es comprobar,
que de todos aquellos sueños infantiles
no se han cumplido ni la mitad,
pero claro, yo se lo digo
pero creo que no me oye ni me quiere escuchar.
y decirle...hijo mío la vida no es para tanto,
vives y malvives
y no te queda otra que levantarte de nuevo,
después te desnucas a cabezazos contra un muro de leyes, juicios y normas
y como mucho...
se te concederán unos cuantos minutos de auténticas risas,
otra cantidad pequeña de sonrisas y caricias,
unos cuantas docenas de intensos besos,
algún polvo que otro...
y ya está...ya te han vendido el coche
faltaría poner en la cesta de la compra
tu puto curro,
el deber de padre que no siempre fue cumplido,
las noches de serpientes y de insomnios,
las vueltas en la cama con sudor de angustias,
las dudas en la madrugada,
la falta de sueño
y lo peor de todo es comprobar,
que de todos aquellos sueños infantiles
no se han cumplido ni la mitad,
pero claro, yo se lo digo
pero creo que no me oye ni me quiere escuchar.