Mi idea, ¿cual es mi idea?,
mi idea siempre será una quimera,
un sueño, un algo inalcalzable,
una idea que se persigue y a la que nunca se llega,
un deseo, una estrella del cielo,
un suspiro, una ilusión, una mirada tierna,
una utopía, un beso en la mejilla,
un grito desgarrado, una lágrima perpétua,
un abrazo al sol, una caricia de niño.
Esto es lo que forma parte de mi idea,
pero como idea es algo etéreo y abstrato,
y en ella entran miles de conceptos:
mi idea es la vida en sí,
es el amanecer sobre el mar mediterráneo,
es la luz que cada día enciende el sol,
es el mar en calma y al vaivén de un temporal,
es la conjunción de todos los astros,
es la luna llena y su luz de linterna,
es el anochecer al borde del Atlántico,
es la aurora boreal en medio de un huracán.
Mi idea, es difícil de expresar,
es una idea sobre todo lo que me rodea,
es una idea rara y extraña,
es una idea que me nutre de energía,
es una idea extensa y universal,
es una idea divina y espléndida,
es lo que es,
es simplemente una idea,
pero es en realidad,
la que me da fuerza y todos los días, me alimenta.
EL ESCRIBIR (Relato)
Antes de empezar a maldecir al mundo, que por cierto es lo único que se
merece, me gustaría contaros unas cuantas cosas, unas pequeñas y
curiosas cosas. Hoy con el retraso de la hora, es una verdadera pasada,
es como darnos una hora más de día y eso al cabo del mes, es una fortuna
de horas vividas. Es como llegar al final del túnel del invierno, y hoy
si que es para mi el día en que empieza la primavera y no cuando la
decretan oficialmente.
Y por eso para celebrarlo, el sol se ha vestido con sus extraordinarias galas y luce como en sus mejores días. Ahora nos queda por delante días largos, días de luz brillante, días de explosión de la naturaleza, días de excursiones, días de baños en el mar Mediterráneo, días en que el sol te caliente y te acaricie, días en fin, en donde lo humano y la naturaleza se funden en una fiesta de los sentidos. Todo es vivo, todo te evoca algo, todo te recuerda a otras primaveras o a las primaveras de la infancia.
Es curioso escribir y escribir sin saber de lo que vas a escribir, pero es como un precalentamiento, es el momento que necesitas para calentar tús motores y entonces a medida que escribes llega un momento en que con algo te enganchas y ya el resto se desliza por el tema que tú quieres. Aún no piqué nada, lanzo el anzuelo y nada, res de res. Hoy por la mañana estuve leyendo una entrevista a una escritora: Laura Gallego y me llamó la atención que le mandaban escritos y escritos y ella se quejaba de la prisa que tiene la gente, o sea que por escribir algo, la gente le decía que quería ser como ella, pero como ella con su éxito. Y ella se reivindicaba y aclaraba que publicó por primera vez a los 21 años y hasta entonces había escrito 8 novelas. ¡Menuda máquina!. Pero que razón tiene, detrás de un libro y que además se vende, hay una trabajera inmensa, hay días y noches, hay miles de folios escritos para después ser rotos, hay intentos, hay amagos, hay esperenzas destrozadas, hay ilusiones y desilusiones, hay risas, hay llantos, y sobre todo hay un inmenso esfuerzo. La disciplina a la que se someten los escritores es espartana y cada vez estoy más convencido que se tiene y se logra porque escribir es una forma de vida. Antes no entendía, como uno podía renunciar a un montón de cosas y se encerraba sólo y delante de un folio. Me parecía como cosa de marketing, un escritor tenía que ser un tio o tia solitario y capaz de enfrentarse continuamente a uno mismo, y esa imagen de autosuficiencia ayuda a vender los libros. Ahora, tampoco voy a divinizar, pero en cierta manera lo entiendo mejor y entiendo que el que escribe adopta una forma de vida propia y durante el tiempo que se sumerge en su tarea, la de escribir, no piensa en otra cosa que no sea el escribir, sólo se vive para eso. Después en su vida "normal", esa misma persona que escribiendo era tan fuerte, clara, disciplinada, pues puede resultar totalmente lo contrario, que sea débil, desordenada y oscura.
Y para realizar tan árdua tarea, el escribir tiene que ser gran parte de tú vida. Claro que Laura Gallego, plantea que la gente quiere el éxito fácil, pues sería de gilipollas que uno quiera el éxito difícil, la gente es la gente y la gente es puro pragmatismo, un libro, un millón de ejemplares vendidos, es simple regla de tres. Cuando uno se engancha a la escritura, todo lo que ve y piensa todo lo pasa por el filtro que tiene en su cabeza y juega a ver como lo describiría escribiéndolo. Si uno está viendo el mar y el mar, en ese momento le sugiere algo, enseguida se pone las pilas y intenta describirlo como si estuviera escribiendo en ese preciso momento. Y éste ejercicio se hace mil veces al día, siento esto y lo escribiría de ésta manera y si pienso otra cosa pues la describiría de otra manera. En cierta medida te vas encasillando, lo que pasa que las casillas de la escritura son tan amplias e inmensas, que es imposible que las cubras todas, por lo menos mientras tengamos una sóla vida. En realidad, si no te controlas lo único que harías es escribir todo el día. A mi me ha pasado que me he levantado de buena mañana y lo primero que hago es ponerme delante del teclado y dale que te pego y sigue y sigue y lo único que te avisa que han pasado 4 horas es la llamda del hambre. Y aunque tengas cosas importantes que hacer, si te metes a fondo y no te pones alarmas, los asuntos pendientes se te van de las manos y te acuerdas de ellos sólo cuando has acabado, que suele ser cuando ya estás k.o.
Y no es broma, yo caí mil veces y sobre todo al principio en ponerme a escribir 15 horas seguidas, dormir 4 horas y al día siguiente seguir escribiendo otras tantas horas. Aprendí con el tiempo, que lo que pasa de 4 horas seguidas, suele ser una puta mierda. esto es lógico pues el cansancio va haciendo mella y aunque la idea que tienes en el coco sea brillante, tú ya no estás espabilado y la idea brillante se te enroca en el coco y sale un amasijo que ni siquieras entiendes tú. La idea o las ideas, hay que escogerlas bien y en cuanto puedas, ponerte a describirlas, pero con cautela y la cautela la marca el tiempo y los consiguientes descansos. Me acuerdo que por motivos laborales tuve que estar unos días en Palma de Mallorca y yo estaba en mis inicios escriturales (hace sólo 8 meses), pues nada me puse a lo que tocaba y lo que tocaba era bastante complejo. Tenía que controlar una serie de llamadas de emergencias médicas y gestionarlas y para ello tenía en pantalla nada menos que 7 programas informáticos y todos abiertos al mismo tiempo. Pues nada, yo iba con mi disfraz de crack y me daba tiempo a atender las llamadas, a entrar en los programas, que por cierto era la primera vez que los veía, a leerme entero un manual de Pediatría que cayó en mis manos y como pensaba que me sobraba tiempo, me puse a escribir y no sé, pero llené media libreta con mis escritos. Salí de allí más alucinado de lo que entré, después de 12 horas y tan contento me fuí a cenar, yo estaba en pleno brote, todo convencido que lo escrito tenía su peso en oro. Y me dió tan fuerte, que mientras cenaba me puse a llamar sin pudor ninguno, a El Pais, para que me pasaran con Maruja Torres. Me dió por ella como me pudo dar por cualquier otro. Al final no conseguí ponerme en contacto y entonces lo dejé apalzado para el día siguiente.
Después de cenar me fuí al Hotel y nada más entrar, me senté a escribir de nuevo y me dieron las 2 de la mañana. por fin me dormí y me desperté a las 5, me levanté y de nuevo a escribir como un loco y así hasta la hora de desayunar. Estaba en brote y estaba agotado y menos que en esa mañana me iluminó una idea y fué que antes de empezar de nuevo a llamar como un poseído al Pais, era mejor echar un vistazo a todo lo escrito. Y menos mal que lo hice, porque salvo el principìo, el resto era pura mierda, era de pena y yo convencido de que había escrito mi ópera prima. Ahi y varias veces más, rocé lo que no se debe rozar, esa fina línea que separa la cordura de la locura, pero también es cierto que si no hubiera llegado a ella, hoy en día no sabría que existía, o no. Es un ejemplo claro de dejarse llevar hasta un extremo, ahora que me quiten lo bailado, como me lo pasé, como me reí, y como disfruté, eso ya no me lo quita nadie.
Y por eso para celebrarlo, el sol se ha vestido con sus extraordinarias galas y luce como en sus mejores días. Ahora nos queda por delante días largos, días de luz brillante, días de explosión de la naturaleza, días de excursiones, días de baños en el mar Mediterráneo, días en que el sol te caliente y te acaricie, días en fin, en donde lo humano y la naturaleza se funden en una fiesta de los sentidos. Todo es vivo, todo te evoca algo, todo te recuerda a otras primaveras o a las primaveras de la infancia.
Es curioso escribir y escribir sin saber de lo que vas a escribir, pero es como un precalentamiento, es el momento que necesitas para calentar tús motores y entonces a medida que escribes llega un momento en que con algo te enganchas y ya el resto se desliza por el tema que tú quieres. Aún no piqué nada, lanzo el anzuelo y nada, res de res. Hoy por la mañana estuve leyendo una entrevista a una escritora: Laura Gallego y me llamó la atención que le mandaban escritos y escritos y ella se quejaba de la prisa que tiene la gente, o sea que por escribir algo, la gente le decía que quería ser como ella, pero como ella con su éxito. Y ella se reivindicaba y aclaraba que publicó por primera vez a los 21 años y hasta entonces había escrito 8 novelas. ¡Menuda máquina!. Pero que razón tiene, detrás de un libro y que además se vende, hay una trabajera inmensa, hay días y noches, hay miles de folios escritos para después ser rotos, hay intentos, hay amagos, hay esperenzas destrozadas, hay ilusiones y desilusiones, hay risas, hay llantos, y sobre todo hay un inmenso esfuerzo. La disciplina a la que se someten los escritores es espartana y cada vez estoy más convencido que se tiene y se logra porque escribir es una forma de vida. Antes no entendía, como uno podía renunciar a un montón de cosas y se encerraba sólo y delante de un folio. Me parecía como cosa de marketing, un escritor tenía que ser un tio o tia solitario y capaz de enfrentarse continuamente a uno mismo, y esa imagen de autosuficiencia ayuda a vender los libros. Ahora, tampoco voy a divinizar, pero en cierta manera lo entiendo mejor y entiendo que el que escribe adopta una forma de vida propia y durante el tiempo que se sumerge en su tarea, la de escribir, no piensa en otra cosa que no sea el escribir, sólo se vive para eso. Después en su vida "normal", esa misma persona que escribiendo era tan fuerte, clara, disciplinada, pues puede resultar totalmente lo contrario, que sea débil, desordenada y oscura.
Y para realizar tan árdua tarea, el escribir tiene que ser gran parte de tú vida. Claro que Laura Gallego, plantea que la gente quiere el éxito fácil, pues sería de gilipollas que uno quiera el éxito difícil, la gente es la gente y la gente es puro pragmatismo, un libro, un millón de ejemplares vendidos, es simple regla de tres. Cuando uno se engancha a la escritura, todo lo que ve y piensa todo lo pasa por el filtro que tiene en su cabeza y juega a ver como lo describiría escribiéndolo. Si uno está viendo el mar y el mar, en ese momento le sugiere algo, enseguida se pone las pilas y intenta describirlo como si estuviera escribiendo en ese preciso momento. Y éste ejercicio se hace mil veces al día, siento esto y lo escribiría de ésta manera y si pienso otra cosa pues la describiría de otra manera. En cierta medida te vas encasillando, lo que pasa que las casillas de la escritura son tan amplias e inmensas, que es imposible que las cubras todas, por lo menos mientras tengamos una sóla vida. En realidad, si no te controlas lo único que harías es escribir todo el día. A mi me ha pasado que me he levantado de buena mañana y lo primero que hago es ponerme delante del teclado y dale que te pego y sigue y sigue y lo único que te avisa que han pasado 4 horas es la llamda del hambre. Y aunque tengas cosas importantes que hacer, si te metes a fondo y no te pones alarmas, los asuntos pendientes se te van de las manos y te acuerdas de ellos sólo cuando has acabado, que suele ser cuando ya estás k.o.
Y no es broma, yo caí mil veces y sobre todo al principio en ponerme a escribir 15 horas seguidas, dormir 4 horas y al día siguiente seguir escribiendo otras tantas horas. Aprendí con el tiempo, que lo que pasa de 4 horas seguidas, suele ser una puta mierda. esto es lógico pues el cansancio va haciendo mella y aunque la idea que tienes en el coco sea brillante, tú ya no estás espabilado y la idea brillante se te enroca en el coco y sale un amasijo que ni siquieras entiendes tú. La idea o las ideas, hay que escogerlas bien y en cuanto puedas, ponerte a describirlas, pero con cautela y la cautela la marca el tiempo y los consiguientes descansos. Me acuerdo que por motivos laborales tuve que estar unos días en Palma de Mallorca y yo estaba en mis inicios escriturales (hace sólo 8 meses), pues nada me puse a lo que tocaba y lo que tocaba era bastante complejo. Tenía que controlar una serie de llamadas de emergencias médicas y gestionarlas y para ello tenía en pantalla nada menos que 7 programas informáticos y todos abiertos al mismo tiempo. Pues nada, yo iba con mi disfraz de crack y me daba tiempo a atender las llamadas, a entrar en los programas, que por cierto era la primera vez que los veía, a leerme entero un manual de Pediatría que cayó en mis manos y como pensaba que me sobraba tiempo, me puse a escribir y no sé, pero llené media libreta con mis escritos. Salí de allí más alucinado de lo que entré, después de 12 horas y tan contento me fuí a cenar, yo estaba en pleno brote, todo convencido que lo escrito tenía su peso en oro. Y me dió tan fuerte, que mientras cenaba me puse a llamar sin pudor ninguno, a El Pais, para que me pasaran con Maruja Torres. Me dió por ella como me pudo dar por cualquier otro. Al final no conseguí ponerme en contacto y entonces lo dejé apalzado para el día siguiente.
Después de cenar me fuí al Hotel y nada más entrar, me senté a escribir de nuevo y me dieron las 2 de la mañana. por fin me dormí y me desperté a las 5, me levanté y de nuevo a escribir como un loco y así hasta la hora de desayunar. Estaba en brote y estaba agotado y menos que en esa mañana me iluminó una idea y fué que antes de empezar de nuevo a llamar como un poseído al Pais, era mejor echar un vistazo a todo lo escrito. Y menos mal que lo hice, porque salvo el principìo, el resto era pura mierda, era de pena y yo convencido de que había escrito mi ópera prima. Ahi y varias veces más, rocé lo que no se debe rozar, esa fina línea que separa la cordura de la locura, pero también es cierto que si no hubiera llegado a ella, hoy en día no sabría que existía, o no. Es un ejemplo claro de dejarse llevar hasta un extremo, ahora que me quiten lo bailado, como me lo pasé, como me reí, y como disfruté, eso ya no me lo quita nadie.
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