Sé que a veces la cago bien cagada y sin quitarme los pantalones, sé que a veces meto la pata y hasta las trancas, sé que a veces mi destino no es el mío y que me dejo llevar por lo que llaman, los imponderables, o lo que es mismo, esas fuerzas siniestras que vienen desde el otro lado del Universo y que también algunos llaman, las fuerzas del destino. Pero en general, pero haciendo balance de todo, yo no soy tan negativo. Me gusta revolcarme en la mierda, me gusta bañarme en mis desatinos, pero siempre manteniendo la cabeza fuera del agua y para no perder la perspectiva de la tierra firme.
El día en que meta la cabeza, el día en que me sumerja completamente en el agua, supongo que algunos harán una fiesta o una orgía. Porque yo tengo agallas, pero no tengo agallas de agua y por lo tanto, no soy pez ni soy un anfibio. Tengo escamas, pero son escamas de andar por la vida, igual que tengo callos y por subirme a los árboles. Porqué de niño o de chaval, no hacía otra cosa que encaramarme al primer árbol que veía y creo que desde esas, conseguí tener la perspectiva.
Yo no sueño dormido, sueño despierto y me acuerdo de aquél Ciruelo al que siempre me subía y de aquél Melocotonero que me deleitaba con sus jugosos frutos y de aquél Níspero que me daba pena porque estaba invadido de no sé que bicho y con lo que más alucinaba, era con los injertos que hacía aquél tío, que decían mis padres que era el que cuidaba la finca y de un manzano salía un peral y de un peral un ciruelo y de un pensamiento salía profunda filosofía.