
Yo no me actualizo. Por mucho esfuerzo que ponga en ello, siempre me quedo en medio del camino. No me actualizo aunque sea esa la prioridad del día. Me quedo, simplemente me quedo contemplando algo, una flor recién salida, una planta, una enredadera que trepa por los muros, una libélula, un ciémpies, un hormiguero y su lento traslado o simplemente me quedo petrificado viendo el fuego de la leña o escuchando su ruido o mirando la luna y si estoy en el liugar adecuado contando estrellas fijas y fugaces. Por mí, me quedaría siempre en el medio, embobado y aletargado. Yo ya dejé de ser vanguardia de algo, de lo que sea y porque ya no me importa ir detrás de otros que se consideran más importantes que yo (que no mejores). Ya no me parto la cara por nadie, bueno sí, por causas humanas e inhumanas, pero de algún modo lo que quiero decir, es que ya no voy a la vanguardia de las causas perdidas, es decir de las que nacen perdidas y morirán perdidas. Ahora, necesito pequeñas o diminutas victorias que me sirvan como estímulo. Las banderas hace mucho tiempo que las abandoné. Las patrias se las dejo a los grandes estrategas que se divierten diviendo el mundo (aunque lógicamente, los combato). No soporto las injusticias y los abusos de poder. Nadie es mejor que nadie, nadie es más grande o más pequeño que el otro y en tal caso será distinto o diferente. Amo la diferencia y lo contradictorio.
En fin, que me he quedado antiguo, que añoro lo viejo y su sabor añejo. Que disfruto viviendo en una casa con más 120 años de existencia, pues las paredes hablan y además, escuchan. A veces, me siento el guardián entre una nueva y vieja dimensión. Y no digo, que no me gusten los móviles, los ordenadores y los aparatos electrónicos, porque en realidad, me gustan y solo pasa, que los manejo al 50% de sus posibilidades. No tengo tiempo ni ganas de llegar hasta su 100% y porque hay un millón de cosas que hacer en ésta vida y entre ellas está el pensar y que eso lleva más tiempo del que pensamos. El tiempo es oro, nos decían y yo digo, que el pensar es oro líquido reforzado con capas de titanio. Ni lo nuevo, ni lo viejo son mejores el uno que el otro. Son distintos o diferentes y a veces, abres una puerta hacia un lado y otras veces la abres hacia el otro.
Pero por eso digo, que me gusta estar en el medio y un día me pongo al día y al siguiente, me involuciono y vuelvo al útero materno. El gran problema que tienen las puertas, es que no te pilles los dedos al cerrarlas. Y si una puerta se abre habrá que cerrar la otra y al revés también vale la cosa. Seamos seres fluídos y flexibles y un día nos hundimos y al otro, nos levantamos. Nadie sabe que pasará mañana y como nadie lo sabe...pues que le den por el culo al mañana. Importa el hoy y el ayer que te pueda ayudar a superar el hoy. Lo que hay que hacer: es que tenemos que aprender de cada momento, analizar los fallos y victorias, levantar cabeza y tener prohibido ponerse de rodillas. Vivir de rodillas ante nada ni nadie. Hay que vivir de pie, con la mirada de frente, las pupilas puntiformes, la respiración nasal sosegada, con los labios sonrientes pero medio sonrientes, el entrecejo medio fruncido, el mentón levantado, el cuello estirado y mantener esa postura más tiempo que el contrario. Y si esto lo has conseguido, es que has vencido....pero como lo de humillar tampoco va con nosotros, pues todo puede acabar en un cariñoso abrazo.