Escucho música
y al mismo tiempo presto atención al sonido de la noche
bailo de puntillas y para no hacer demasiado ruído
y me inundo de ideas que me ahogan de pura nostalgia
y como si fuera un ser dependiente de esa nostalgia que tanto duele.
Aspiro con fuerza las dudas que la vida me ha ido dejando
o esnifo temores que he recopilado a través del tiempo
o me inyecto problemas que parecían estar en su sitio.
No me siento un drogadicto que se droga en sus propios miedos y temores,
me gustaría poder drogarme más pero con más sentidiño
y para tener un mejor control de mis propias emociones
y para poder querer cuando el cuerpo me lo reclama
y sentir cuando me inundo de sentimientos y desbordarme con ellos.
Podría estar lleno de receptores sensitivos
y si tú, si tú... me tocaras
yo me derritería como un helado al sol de la mañana
y si me miraras
me gustaría volverte a ver en otro momento de mi vida
y porque no siempre se puede volar sin alas y cuando uno quiere
la vida en fin, es así de caprichosa
la vida te indica lo que puede pasar mañana
te advierte y te aconseja sobre peligro que tienen ciertas decisiones
pero el que tiene la última palabra eres tú mismo
tú decides mal y tú sufrirás sus consecuencias
tú decides bien y entonces piensas que la vida merece la pena.