Ya son las 10 de la noche y yo a éstas horas ya no suelo escribir nada, pero dado que en el día tuve cientos de pequeñas inerrupciones, aparte del curre de mi casa, me dije: hoy voy hacer una excepción y porque me da la real gana. Hoy además es Martes y poco a poco se van calentado los motores, noto su contínuo ronroneo y me gusta sentir sus aceleraciones. Y como dice el refrán: el Martes ni te cases ni te embarques, pero no dice nada del resto de las actividades. Yo ya me casé y me divorcié y embarques hice muchos, todos cortos pero numerosos y por tanto no he desobecido un refrán popular, que para algunos es como desobedecer a dios.
Sí, la fórmula es muy fácil y cambias a Dios por el Pueblo y al Papa por un líder populista que todolosabe y que sólo habla del Pueblo, pero que se mantiene eternamente en el poder y dice que para mantener la pureza del proceso y ya casi está, falta cambiar la santa Iglesia por el nuevo Partido y cambiar los uniformes del ejército y por supuesto que a partir de ese momento será un Ejército Popular. O sea los mismos perros pero con distintos collares. Y ese el socialismo que algunos quieren, un socialismo de cortar y pegar y manteniendo los mismos valores pero con la denominación de origen de la palabra, Pueblo.
Pues lo siento porque yo no sirvo al Pueblo, ni a nadie y ya con servirme a mi mismo, ya voy servido y de sobra. Además la palabra servir conlleva cierto aroma a sumisión y si luchamos, entre otras cosas, por romper las cadenas de la sumisión, ¿como voy a querer otras nuevas?. No, yo prefiero seguir así, el enemigo está claro y las fuerzas de liberación, también. Ahora cuidado, cuidado que estos cuatro iluminados no nos lleven por el camino más corto o por el atajo y que pase que un día amanezcamos con banderas rojas, estrellas de cinco puntas y las plazas presididas por estatuas del nuevo líder y porque me podría dar un yuyu esquizofrénico.