LA PLACIDEZ VITAL

En la vida siempre tenemos la misma estrategia, pues está claro que nuestro propósito prioritario, es seguir viviendo y por supuesto, lo mejor posible. Por tanto, sólo cambia la táctica a corto y a medio plazo y en consecuencia buscamos atajos que nos lleven lo más rápidamente posible a ese estado de placidez vital, que al fin y al cabo resulta ser inexistente, pero que no por ser utópico pierde su parte de deseable. Sí, nos pasamos la vida persiguiendo fantasmas y queriendo un mundo mejor y cuando en realidad nos dan unas migajas de todo lo que deseamos, pero de alguna forma ya estamos acostumbrados y cuando nos dan un beso lo convertimos en un acto de amor o de pasión y ¿porqué no?, si es en lo único que somos libres, somos libres en nuestro extenso y prodigioso poder de imaginación.

Bueno, lo de libres es una forma más de hablar y porque en nuestra realidad cotidiana nuestro margen de maniobra se torna sumamente estrecho, pero como decía el otro, algo es algo y algo es más que nada. Hay trucos y atajos, hay formas de acelerar las cosas, pero no hay milagros y quién se introduce falsamente en un estado de bienestar lo pagará más adelante con creces. O estás bien o estás mal y punto y nada de limbos intermedios de estoy regular o estoy más o menos o voy tirando, porque todos estos estados transitorios indican que realmente estás mal pero que aún no te han hundido el barco, aunque el naufragio se siente próximo.

Bueno, hay personas que viven en un limbo perpetuo y que se consideran neutrales en todo y es más,  hasta consideran esa neutralidad como una virtud. Siempre hubo soplapollas, siempre hubo gusanos rastreros, siempre hubo seres con sonrisas bobaliconas y digas lo que le digas, sonríen igual. Pero ni yo ni tú tenemos la culpa de su existencia, ni yo quiero ser bueno con ellos, ni tampoco quiero ser malo, simplemente quiero ser auténtico y si mis pensamientos les resultan demasiado radicales, quiero que se mojen y que me digan: yo no estoy de acuerdo. Y esto pasa en todos los terrenos: en la política pasa con los dicen ir de centro, en las guerras pasa con los que van de neutrales y en la vida pasa con los que nunca se mojan. Conclusión: hay que mojarse y si hace falta hasta el cuello y porque nuestro posible estado de bienestar personal y social depende de ello.

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JULIO CORTÁZAR