LO QUE NO ES SUEÑO (Claudio Rodríguez)

 

Poema de Claudio Rodríguez, poeta de la generación de los 50. Premio Nacional de Poesía, Premio Príncipe de Asturias de las letras…

Conoció el dolor, y que la vida es una sucesión de pérdidas que le dejaron herido. No se consideraba un poeta profesional. Más bien “una especie de bardo que forcejea despacio con las palabras”. La poesía es una celebración de la vida, decía.
0s dejo su poema; Lo que no es sueño. Espero que os guste.

<<Déjame que te hable en esta hora
de dolor, con alegres
palabras. Ya se sabe
que el escorpión, la sanguijuela, el piojo,
curan a veces. Pero tú oye, déjame
decirte que, a pesar
de tanta vida deplorable, sí,
a pesar y aun ahora
que estamos en derrota, nunca en doma,
el dolor es la nube,
la alegría, el espacio;
el dolor es el huésped,
la alegría, la casa.
Que el dolor es la miel,
símbolo de la muerte, y la alegría
es agria, seca, nueva,
lo único que tiene
verdadero sentido.
Déjame que, con vieja
sabiduría, diga:
a pesar, a pesar
de todos los pesares
y aunque sea muy dolorosa, y aunque
sea a veces inmunda, siempre, siempre
la más honda verdad es la alegría.
La que de un río turbio
hace aguas limpias,
la que hace que te diga
estas palabras tan indignas ahora,
la que nos llega como
llega la noche y llega la mañana,
como llega a la orilla
la ola:
irremediablemente.

Claudio Rodríguez

"Afganistán para principiantes". Capítulo 9. Blog "No es Nada Personal"


 

Al contrario de lo que algunos aún piensan, la guerra en Afganistán no ha sido una guerra entre Estados Unidos y Afganistán. Ha sido una guerra de Estados Unidos, el gobierno de Afganistán y el ejército afgano contra los talibanes. Dos países y sus aliados unidos en su "guerra contra el terror". Suponiendo que fuera cierta la premisa que se utilizó para invadir el país asiático, parece evidente que contener a una bestia única y exclusivamente por la fuerza no es solucionar el problema. Es contener a una bestia única y exclusivamente por la fuerza. El día que dejas de ejercer esa fuerza la bestia no sólo sigue ahí, sino que es más fiera aún. Conscientes de que intentar ganar esa guerra estaba teniendo consecuencias terribles para los suyos, pero vendiendo su participación siempre como un triunfo, las tropas internacionales empezaron a retirarse hace años y dejaron al gobierno afgano y a su ejército sin la capacidad para seguir apretando contra los talibanes. Un ejército y unos militares afganos que, dadas las circunstancias y sin los recursos suficientes, han terminado por rendirse, o por venderse, o un poco de ambas, ante lo que parecía inevitable.
La guerra más larga de Estados Unidos ha durado veinte años y ha permanecido activa - con mayor o menor intensidad - bajo los mandatos de George W. Bush, de Barack Obama, de Donald Trump y ahora de Joe Biden. Un presidente que recientemente, según sus propias palabras, ha decidido retirar finalmente las tropas de suelo afgano porque "no iban a seguir combatiendo y muriendo en una guerra que los afganos no están dispuestos a librar". Joe Biden, el mismo presidente cuya popularidad ha caído en picado tras la noticia de que 13 soldados norteamericanos han perdido la vida hace unos días en el atentado del aeropuerto de Kabul. Después de lo ocurrido, millones de ciudadanos se plantean si fue buena idea elegirlo como presidente. (Cabe destacar que el hecho de que en ese mismo ataque hayan muerto casi 200 afganos, como en el mayor atentado de la historia de España el 11-M en Madrid, no ha conseguido alterar popularidades).
Si el fallecimiento de estos soldados en el último episodio ha provocado semejante huracán entre los votantes norteamericanos, ¿quién puede creer que las cifras que durante todos estos años se ofrecían de pérdidas humanas, occidentales en general y estadounidenses en particular, eran reales? Supongo que los mismos que todavía creen que la invasión de Afganistán tuvo lugar con el objetivo principal de hacerle un favor a la humanidad.

LA CLARIDAD Y OTRAS COSAS


Las ideas o se riegan o se secan y si las riegas lo tienes que hacer con mucha delicadeza. Vamos, de la que yo no tengo y porque amo lo claro. La impaciencia es mi lema y la claridad es mi objetivo y sé que a veces me paso, pero ya digo, que yo no tengo el don del equilibrio. Yo nací desequilibrado y como mucho he conseguido saber el irme de un sitio a tiempo, pero por dentro me voy soltando improperios y maldiciones. No quiero pensar en como seré de viejo pellejo, porque estoy seguro que seré un viejo rosmón y avinagrado y que me cagaré en todo lo que se menea y en todo lo demás..

PRESENCIA (Rosario Castellanos)


 

Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido

mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba. 

Esto que uní alrededor de un ansia,
de un dolor, de un recuerdo,
desertará buscando el agua, la hoja,
la espora original y aun lo inerte y la piedra.
Este nudo que fui (inextricable
de cólera, traiciones, esperanzas, 
vislumbres repentinos, abandonos,
hambres, gritos de miedo y desamparo
y alegría fulgiendo en las tinieblas
y palabras y amor y amor y amores)
lo cortarán los años. 

Nadie verá la destrucción. Ninguno
recogerá la página inconclusa.
 

Entre el puñado de actos
dispersos, aventados al azar, no habrá uno
al que pongan aparte como a perla preciosa.
Y sin embargo, hermano, amante, hijo,
amigo, antepasado, no hay soledad, no hay muerte
aunque yo olvide y aunque yo me acabe.

Hombre, donde tú estás, donde tú vives
permanecemos todos.
 

Rosario Castellanos 

 

DE LEJOS...DE CERCA...


 
De lejos, soy un punto negro.

De cerca, soy un punto blanco y grueso.

De lado, soy atravesado,
cuesta meterme de lado,
soy de perfil difícil
y no llego a ser delincuente... pero a veces lo rozo...

De frente, soy claro y contundente,
aunque con el paso del tiempo,
me va gustando más la niebla de la mañana
y los días de intensa y persistente lluvia,
puede que sea porque cada día
am más lo entrañable y lo íntimo.

Me gusta lo mío y casi todo lo que me rodea.

Me gustan los paseos bordeando el mar,
y los septiembres lluviosos y llorosos.

Adoro el otoño y sus colores.

En el invierno me ovillo y me quedo en el nido.

Me encanta cuidar de mis estancias,
y que a su vez, ellas cuiden de mi presencia.

Las tardes me entusiasman,
entre las 6 y las 7 de la tarde
suelo perder la referencia del tiempo,
y siempre acabo pensando,
que el tiempo se para,
pero los que en realidad se paran
son mi mente y mi alma.
Y cuando llega el ocaso se encienden mis luces,
soy un lunático incomprendido
que además, no tiene remedio...
y en cuanto la luna se desnuda
yo me desnudo junto a ella
y después...
ya es cosa nuestra.

TUTE


 

ESTOY PENSANDO...

 


Estoy pensando que la sutileza es una forma de fina ironía,

que la maldad procede del resentimiento más profundo,

que la tristeza es un sentimiento triste y apenado,

que la alegría es un estado aleatorio y bucólico,

que la suerte nunca está ni estará echada,

que la miseria la inventó el hombre por quererlo todo,

que los deseos son nuestras mejores baterías,

que la pasión nace de una semilla incandescente,

que el miedo a la muerte, nos aterra y nos hace mezquinos...

Y no sigo,

porque sino me pierdo

y entonces...

me pondría a escribir un libro.

EN EL INFIERNO ¡TE ESPERO!


Ojalá nos veamos viajando en el tiempo,

porque lo que ha sido aquí

(y por circunstancias que ahora no quiero narrar)

aquí, en ésta especie de infierno 

llamado tierra,

ha sido como un soplo de viento,

o como lo que dura un instante

dentro del espacio tiempo.

En el infierno

¡te espero!

"Afganistán para principiantes". Capítulo 8. Blog "No es Nada Personal"

 

"Afganistán para principiantes".
Capítulo 8:
Como decía Mònica Bernabé en 2o12 desde Afganistán, la imagen que Estados Unidos vendía de la realidad del país asiático desde la llegada de sus tropas era pura ficción. “Ni se había instaurado una democracia, ni las mujeres tenían derechos, ni el ejército afgano tenía capacidad para frenar el avance de los talibanes”. (La misma periodista que, habiendo vivido ocho años en Afganistán, recientemente escribía: “Aquello que decía ha quedado demostrado en los últimos días. No es que yo fuera una visionaria, sino que viviendo allí resultaba evidente que el país no se aguantaba por ninguna parte”).
A finales de los años 2ooo, los talibanes recuperaban fuerzas. Ganaban terreno y las bajas de soldados extranjeros crecían por días. Los cooperantes también eran objetivo de sus ataques, acusados a menudo de ser “espías”. Las minas hacían del día a día una lotería y los atentados suicidas se repetían todas las semanas. En ese contexto, diez años después de haber empezado la invasión de Afganistán bajo la premisa, entre otras, de “capturar al autor intelectual de los atentados del 11-S en Nueva York”, Estados Unidos anunciaba al Mundo en 2o11 – con Obama ya como presidente - que había encontrado a Osama Bin Laden. En Pakistán. Lo capturaron, lo mataron y, sin hacer fotos ni vídeos, como dijo en rueda de prensa uno de los asesores del Gobierno, “lo lanzaron al mar de Arabia a las 24 horas de fallecer, respetando las tradiciones islámicas”. Oír para creer. El enemigo público número uno y le respetan sus costumbres. Las mismas “tradiciones islámicas” que dicen que los cuerpos hay que enterrarlos en tierra firme, sin ataúd, envueltos en una tela blanca y con la cabeza orientada hacia la Meca.
En 2o13, con la democracia oficialmente instaurada y con Bin Laden oficialmente muerto, viendo cómo evolucionaba la realidad de la invasión y del país, la mayoría de las tropas internacionales empezaron a retirarse de Afganistán. De tener casi 150.000 soldados se pasó a tener apenas 12.000. Se cedía así, poco a poco, el control del país a las fuerzas de seguridad afganas como si, volviendo a Bernabé, “lo único que garantizara la estabilidad de un país fuera tener un ejército fuerte y no contar con un poder ejecutivo, parlamentario y judicial efectivos”

¿A QUIÉN OS RECUERDA?


 

ESTO PASA POR NO MIRAR


 

TONTERÍAS (Dedicado a mi hijo Miguel)


Va siendo hora de que hoy lo deje, creo que ya dije suficientes tonterías tontas. Estoy seguro de que sin las tonterías yo no sobreviviría y no podría con toda esta mierda de vida, ni con sus malas noticias, ni con sus desplantes y marrones, ni con sus malas caras y gestos, ni con la larga lista de sinsabores de cada día. La tontería me ayuda a sobrevivir y me da la mano para relativizar las cosas o para ver que detrás de una mala noticia, puede estar escondido el germen de una buena. Son formas de ver la vida y de darle un nexo y un sentido, de darle un algo que una a los dos bandos, al bueno y al malo y ese nexo para mi, es el humor y a veces, es la tontería.

Mi hijo pequeño heredó el mismo o mayor grado de tontería que yo, es tan o más payaso y no veas como se lo agradezco todos los días. Me descojono con él, me río y me parto y es que es mi mismo reflejo delante del espejo. Es payaso hasta la médula y eso le da fortaleza, y es fuerte porque sabrá como ver detrás de las malas y peores cosas y es más fuerte porque sabrá disfrutar mejor de las cosas buenas y es ágil porque con su humor sabrá zafarse de lo que sobre y es inteligente porque sabe desnudarte y además y todo hay que decirlo, porque todo esto lo heredó de su padre.

Yo no creo que consiguiera tantos argumentos a favor a lo largo de mi vida, por eso digo, que mi hijo me da millones de vueltas. Y os juro que eso no se enseña, eso sale de dentro, sale de su sangre y de su alma y cerebro. Y por las mañanas, cuando uno está lleno de legañas y un poco malhumorado, llega él con su humor disparatado y ya me deja perplejo y con la sonrisa tonta puesta para todo el día. Hay personas que tienen ese don, el don de saber tocar tu tecla mágica y ya sé que la mía no es muy objetiva, por el simple hecho de que soy su padre, pero ese don yo lo veo y lo noto y lo siento en cada instante en que puedo disfrutar de su compañía.
1

Edward Hirsch (Blog "Glup 2.0")

 

Edward Hirsch

 


Una noche de agosto de 2011, cuando un fuerte huracán se abate sobre Nueva York, Gabriel, el hijo del poeta Edward Hirsch, desaparece. Tres días más tarde, los padres descubren que su hijo de veintidós años murió de un paro cardíaco tras ingerir una droga de diseño. De esta pérdida nace Gabriel: un poema, un demoledor poema que desde el primer verso, y sin rodeos ni concesiones al sentimentalismo, sumerge al lector en el duelo del poeta, o más bien, en la trágica experiencia de tener un hijo y perderlo. Hirsch escribe sobre Gabriel, el niño inquieto y joven impulsivo, y sobre su muerte, a lo largo de versos que avanzan vertiginosamente, mezclando temporalidades y fracturando por completo el hilo narrativo y el esquivo retrato del hijo. Versos donde su experiencia se entrelaza con la de otros poetas que, como él, enterraron a sus hijos y buscaron desesperadamente el modo de poner en palabras una pérdida que se resiste a ser nombrada. Con Gabriel: un poema, Hirsch retoma la larga tradición de la elegía, tantas veces visitada, para renovarla. Como en este tipo de composición clásica, en su poema hay lugar para la memoria, para el homenaje y para la culpa, pero ya no hay Dios ni consuelo. La pena, en Hirsch, no cesa. Simplemente, se transforma. Y da origen a un libro brillante por la lucidez y la crudeza con las que está escrito; terrible por todo el dolor que contiene.


El director de la funeraria abrió el ataúd
Y ahí estaba él solo
De cintura hacia arriba

Me acerqué a mirar su rostro
Y por un momento me sorprendí
Porque no era Gabriel:

Era solo algún pobre chico
Con su rostro como una habitación
Que hubiera sido vaciada

Pero entonces me fijé con más cuidado
En sus pesados párpados
Y en la delicadeza de sus rasgos

Él que siempre había*

tenido un sueño tan liviano
Ahora estaba extrañamente quieto
Mi muchacho insensato

Vestido para una ocasión especial
Le gustaba ese traje azul marino
Y exhibirlo delante del espejo

Le gritaron Ey colega
En una calle de Northaptom
Te ves muy elegante con esa ropa nueva

Le encantaba cómo se veía
Después de haber dejado las pastillas
Que nublaban su mente

Se quedaba asombrado
Al verse en los espejos de las tiendas y en puertas giratorias
Que le devolvían su reflejo

Ahora se veía rígido y distante
Como si estuviera yendo a un funeral
En un viernes de inicios de septiembre

Edward Hirsch (Chicago, Estados Unidos, 1950) es poeta y ensayista. Ha publicado nueve libros de poesía, entre los que destacan For the Sleepwalkers (1981), Wild Gratitude (1986), Earthly Measures (1994) y la antología The Living Fire (2010). Gabriel: un poema (2014) es su obra más reciente. Hirsch, a su vez, ha publicado varios ensayos sobre poesía donde la vocación divulgativa se conjuga con una fina erudición, como How to Read a Poem and Fall in Love with Poetry (1999), un título que fue un éxito de ventas en Estados Unidos. Como crítico de poesía, ha colaborado con importantes medios estadounidenses. Sus libros de poesía han sido recibidos con mucho entusiasmo por la prensa especializada y por críticos de la talla de Harold Bloom. Afincado en Brooklyn, Hirsch preside la John Simon Guggenheim Memorial Foundation en Nueva York.

TUTE




 

Maria José Leblic Ruiz de Alarcón

 

Se acerca esta mañana una brisa de otoño.


No hace calor.
El mar se pone detrás, a mi espalda.
Borro los pies desnudos en la playa.
Y hoy sólo me enreda una caricia sin nombre.
Alguna hoja.
Un hilo de coser.
Una pasión musical,
y la soledad que quiero.
Se me duerme el espíritu con sabor a estío.


MJLeblic

UNO VUELVE SIEMPRE...


 


 

BURKA


 

SHIT


 

TRAFICANTES DEL TIEMPO (Irene Vallejo)

 

TRAFICANTES DE TIEMPO (Irene Vallejo)

«Igual que tú, el niño siente la impaciencia del deseo —lo quiero ya—, pero no puede comprender la razón de la prisa. Para qué sirve la rapidez, cuando el placer consiste en entretenerse, remolonear y ser lentos. Qué inexplicables le parecen vuestras bruscas urgencias, los espabila, los venga vamos, los así no llegaremos nunca. Experto en demoras, se recrea en cada juego, en el peldaño de cada escalera, en cada excursión, como una historia interminable. Tu hijo intuye que el amor exige prodigalidad temporal. Si quieres a alguien, le das tu sosiego, tu desaceleración, tu olvido de los relojes.
Sin embargo, tu pequeño sibarita tiene serios competidores: cada instante, los dispositivos digitales y sus voraces pantallas batallan por secuestrar nuestras horas. Los gigantes tecnológicos codician miradas absortas para subastarlas en un frenético mercado de la atención. Las aplicaciones y las redes sociales son gratuitas solo en apariencia. No pagamos por ellas porque el producto es en realidad otro: nuestro tiempo. Hechizados por imágenes palpitantes y estímulos adictivos, regalamos información sobre nuestros gustos, movimientos, opiniones, miserias y sueños. Cuanto más, mejor: alimentamos bancos de minutos y bases de datos que las empresas venderán al mejor postor y que retornarán en forma de publicidad y propaganda personalizadas. Somos nosotros quienes estamos en venta.
En los años setenta, antes de la expansión de Internet y los primeros móviles, un autor de literatura infantil, Michael Ende, escribió una fábula visionaria sobre el saqueo de nuestro tesoro temporal. Los habitantes de una gran ciudad empiezan a recibir la visita de unos misteriosos hombres vestidos de gris, agentes de la Caja de Ahorros del Tiempo. Estos persuasivos recién llegados prometen suculentos intereses a la gente que deposite en su banco las horas ahorradas cada día: en lugar de media hora, dedique un cuarto de hora a cada cliente; reduzca el contacto cotidiano con su anciana madre a unas breves palabras; mejor aún, alójela en un buen asilo, pero barato, donde cuidarán de ella; no pierda ni una fracción de sus preciosos días en cantar, leer o en compañía de sus amigos. Los traficantes de tiempo van conquistando calladamente la sociedad, sin ninguna resistencia. La ansiedad, la urgencia y una prisa obsesiva se apoderan de la gente, que sigue ciegamente los consejos de los trajeados hombres grises tomándolos por decisiones propias. “Un negocio difícil, sangrarles el tiempo a los hombres, segundo a segundo. Nosotros nos lo quedamos, lo necesitamos, lo ansiamos. No sabéis lo que significa vuestro tiempo. Pero nosotros lo sabemos y os lo chupamos hasta la piel. Y necesitamos más, cada vez más”. Solo Momo, una niña huérfana que vive entre las ruinas de un anfiteatro romano, y la mágica tortuga Casiopea consiguen desenmascarar y derrotar a los grises banqueros que aspiran el humo de instantes usurpados.
Frente a nuestro empeño en digitalizar la educación, los gurús informáticos de Silicon Valley están criando a sus hijos sin pantallas. En los carísimos colegios privados de la meca tecnológica, los niños hacen sus cuentas con lápiz, cuartillas y arcaicas pizarras provistas de tizas de colores. Algo huele a podrido en California, cuando los propios cocineros prohíben a su familia saborear el mismo plato que nos ofrecen.
En la mitología clásica existió una divinidad llamada Momo, como la niña de Ende. La legendaria Momo encarnaba la burla irreverente hacia todos, incluso contra los habitantes del Olimpo: opinaba con ironía que la creación de los seres humanos estaba sobrevalorada. A su juicio, los dioses deberían haber previsto una pequeña puerta en el pecho que permitiera vigilar nuestras verdaderas ideas y sentimientos sinceros. No imaginaba que, algunos milenios más tarde, regalaríamos con ligereza datos vitales sobre nuestra salud, nuestras ideas políticas y nuestros secretos, auténticas semillas de control. Hoy, esa portezuela que soñó Momo existe, y ciertas empresas la abren para hurtarnos el tiempo y la intimidad con la ganzúa de nuestras horas cautivas».

¿QUÉ SABEN ELLOS?

 

¿Que saben los seres normales de lo irreal,

que saben del cerezo en flor,

que saben del agua de lluvia acariciando tu rostro,

que saben de lágrimas negras por las mejillas,

que saben de la densidad de la niebla en la mañana,

que saben del mar en calma o de un tsunami,

que saben de un bosque mágico en medio de la noche?.


¿Qué saben ellos?...

¡qué yo no sepa!.

Yo imagino y ese es mi poder

mientras ellos solo hacen que piensan

porque realmente lo que les preocupa

es no saltarse el orden y las normas.

LLAMARTE (Mónica Alicia Spesso). Blog de "Emma Gunst"



 

 LLAMARTE

Tuve ganas de abrir la ventana
y  llamarte amor.
Pero tuve miedo
de que no fuera cierto.

¿MUNDO?


Y resulta que en éste mundo que nos hemos montado, ya no cabemos todos. Bueno cabemos, pero como el mundo está lleno de putos listillos que se lo quieren correr todo o que se quieren ascender todos los picos de la tierra y llegar a los 8 miles y a los 7 miles y para acabar en los 2 miles y porque ya no van quedando objetivos que puedan aumentar sus egos tan espectaculares. El Kilimanjaro todo lleno de tiendas de campaña. El Everest que parece una peregrinación a la meca o el mismo Camino de Santiago que parece un hervidero de gente. El mundo es una mierda que se está llenando de más mierda. Todos queremos ser más y mucho más y porque el viajar ya no es viajar en plan romántico y disfrutando de la intimidad de cada lugar y sitio.
Hoy en día se viaja en manada y todos haciendo lo mismo, haciendo selfis para que los demás vean donde coño estás. No importa lo que tengas delante y que esa vista resulte ser espectacular, porque lo que realmente importa es que tú has estado allí donde ya quisieran algunos estar. No importa el hecho de lo que tienes delante y porque lo que importa es que tienes que joder el precioso paisaje que tienes detrás con el puto careto que tienes de imbécil. Por tanto, el Yo manda por encima de todo. Un mundo lleno de Yos egoístas que lo quieren todo para ellos y todo lo demás es secundario. Y todo y absolutamente todo, sólo sirve de telón de fondo para sus putos selfis de mierda echos con su aifon de última generación.
Pero bueno, te vas por el río Orinoco y pasa lo mismo. Y te vas al Vietnam y más de lo mismo y te vas a la mierda y allí te los encontrarás a todos. El mundo se hace pequeño ante ese espíritu tan viajero y al que le encanta desplazarse en masa. Y ¿adonde va Vicente?...adonde le lleve la corriente de masas que funciona como inmensos bloques de hielo que a su vez serán desplazados por las corrientes marinas que a su vez, mueven el globo terráqueo. Y detrás de un guiri hay otro guiri y detrás de éste hay miles y millones de guiris haciéndose fotos y selfis. Siempre hemos pensado que la Tierra sería invadida por extraterrestres y nos habíamos equivocado, pues esos extraterrestres somos nosotros mismos que vamos invadiendo los mejores paisajes y como una máquina de guerra destructora, los vamos convirtiendo en sitios desencantados y deslustrados. Es decir, le chupamos la savia y los dejamos secos y tiesos.
¿Qué exagero?. Y un huevo. Y casi no queda sitio en el mundo donde en el mes de agosto, no esté invadido por las hordas de guiris. Son un ejército invasivo y destructivo, que como todo lo que funciona en masa no se atiene a razones medioambientales. Y los primeros serán empujados por los segundos y los segundos por los terceros y el penúltimo de la fila, por el último en funciones. Y así se mueve esa gran masa amorfa y sin forma, masa que no tiene cabeza, que no tiene principios y porque sólo tiene un objetivo, salir él o ella en sus putos selfis de mierda. Sin darnos cuenta de ello, hemos criado al monstruo dentro de nuestras propias entrañas y ahora el monstruo sólo quiere devorar selfis y a costa de la destrucción total de todo lo que se menea y respira.

Yo, si viviera en otra tribu

 Yo, si viviera en otra tribu con distinto nombre y con otros apellidos sería el puto amo de mi mundo andaría por las aceras de mi pueblo ve...