Vamos a ver una cosa, si yo hiciera recuento de todos mis padecimientos de viejo pellejo, tendría que escribir un libro de más de mil páginas. Iba a decir, otro libro pero de momento no he escrito ninguno, por lo menos en papel y tinta. Es que acabo de leer lo del Ictus, lo de la puta Apnea y vamos que sólo me faltaría por contar que tengo más de la mitad de mis arterias de las piernas atascadas y por eso cuando llego a los 500 metros andando, claudico en todos los sentidos y a causa de un dolor tremebundo producido por falta de circulación y tengo que pararme unos minutos y para recuperar la vieja circulación de mis piernas. Esto último es cortesía de haber fumado tanto y de momento y crucemos los dedos, mis arterias coronarias están indemnes, así como mis pulmones. Por tanto y como tengo la costumbre de ver siempre el vaso o la botella medio llena, tengo que estar profundamente agradecido a quién sea que haya que agradecer. Después habría que sumar el Colesterol que tiende a aumentar y ¿qué os puedo decir del azúcar si soy diabético?. Y venga pastilla por aquí y venga otra pastilla por allá y al final sumo 7 pastillas al día. Quién me iba a decir a mí que en la vejez iba a ser más drogadicto que cuando era un joven imberbe y algo atontado.
Son pequeñas reflexiones sobre lo que somos y el como nos tomamos las cosas. Ahora le doy un beso en la boca a alguien y me dirá posteriormente, me supiste a pastilla. Y yo le diré...¿a cual de ellas?. Es como esas casas de viejos donde se mezcla el olor a moho y por mala ventilación y poca limpieza, con el olor a bacalao pasado y por falta de la higiene adecuada de sus partes, con el olor a medicinas y por años de acumulación de cajas de medicación ya caducadas pero que nadie fue capaz de tirar. Hay olores que matan y éste es uno de ellos. Así como existió la decadencia del imperio romano, también existe la decadencia humana dentro de esta sociedad. Y no todo es fentanilo a mansalva, ni heroína a manos llenas, ni farlopa a los cuatro vientos y porque hay todo un puto arsenal de drogas legales que nos van cambiando los hábitos y en realidad y aunque así no lo queremos mirar así, nos convierte en otro tipo de drogadictos. Y falta todo el arsenal de las benzodiazepinas y sus efectos sedantes y que mezclados convenientemente con alcohol, se multiplicarán como el milagro de los panes. Tanto nadar para morir igualmente en la orilla.

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