TRANSFORMER (La vida de cada día)

En el fondo, aunque humanos, somos putas máquinas programadas, somos como robots con unas cuantas variables. Ya sé que esto es relativo y que somos personas y tenemos cantidad de cosas que nos diferencian. Pero yo no voy a las diferencias, sino a las transformaciones. Y me explico, y para ello voy a hablar de mi y si generalizo, perdonarme. Y aún así, tengo esa necesida visceral de extrapolar y no sé si será, porque así es más fácil llevarme el gato al agua, puede ser.

                    Yo soy distinto, según los distintos escenarios o sea en mi casa soy de una determinada manera, en la calle soy de otra, con los amigos me pasa lo mismo y en el curre también me pasa. Son como cuatro Brunos distintos pero en el mismo cuerpo, que sí, que se asemejan en un montón de cosas, pero a lo que voy yo, es que se diferencian en muchas otras.

                    El ejemplo más gráfico es cuando voy conduciendo. O sea salgo tan tranquilo de casa y me meto en el coche y ahí ¿que pasa?, porque algo pasa, porque me transformo en un mostruo abominable. Conduciendo yo no perdono, éste porque va más lento que el caballo del malo, éste porque va a toda hostia y quién se cree, se cree Fitipaldi, éste porque tarda tanto en aparcar, será patoso el tío, éste porque me pita, si pudiera bajar le partiría la boca, y así y así y hasta el infinito y más allá. ¿Que exagero?, puede que un poco, pero quizás no tanto y creo que no sólo soy yo el que me transformo, los demás que van al volante de su buga, también lo hacen. Lo percibo por los bocinazos de impaciencia, por los gestos de que te vayas a tomar por culo, por lo que te llaman, de todo menos bonito, por sus aspavientos desesperados, por sus ojos rojos llenos de ira, por el dedo que señala la sien, diciendo que estás loco.

                  Vamoa ver, yo sé que me transformo y es más, a veces pienso que me gustaría grabar mis palabras, pero también grabar a mis pensamientos. Me voy cagando en todo lo que se mueve, me cago en dios por nada, me cago en los muertos del otro y menudo hijo de puta y que cabrón de mierda y que imbécil y un amplio abanico de tacos y de insultos, que a lo mejor no los digo todos en alto, pero que los pienso y a veces se me esacapan.

                  Entonces, ¿me transformo o no me transformo?. Pues no sé que decir, si al salir de casa soy uno, entro en el coche y me convierto en un ser agresivo, me bajo del coche y soy una balsa de aceite. Si esto no es transformarse, que baje dios y me lo diga a la cara. Y éste es el ejemplo más gráfico de todos, pero en las otras situaciones que mencioné al principio, también se producen transformaciones y que a lo mejor no son tan evidentes, pero habelas hainas. Pero eso será tema para otro día.

                  Para mí, el quid de semejante transformación, es que en el coche somos los dueños, los putos amos y el coche es mío y nadie me lo toca y si añadimos, que ésta sociedad está infectada por las prisas, pues más leña al horno. El voy a llegar tarde por tú culpa y mira que eres lento, ¿os suena de algo? y es que los culpables siempre son otros y no nosotros, aunque nos levantáramos tarde. Los coches son como pequeñas parcelas andantes, a ver porqué me ensucias mi muro, a ver porque no podas esa rama que me molesta y no sabiendo muy bien porqué te molesta, y... y...pero el caso es dar la bronca, y por eso somos humanos o ¿somos máquinas que se abroncan?. Transformer, en definitiva.Yo apoyo más, ésta última teoría.

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JULIO CORTÁZAR