LAS MIRADAS

               A veces veo personas que andan mirando al suelo y entonces me acuerdo cuando de chaval buscaba por el suelo y a ver si encontraba un duro o  mejor 25 pesetas de aquellas. Hay otras personas que siempre te ven por encima del hombro, como si llevaras algo en él, un animal exótico o una mierda de gaviota y tu les buscas la mirada y nada, se la vuelves a buscar y menos, entonces concluyes que se merecen que les mandes a tomar por culo. También los hay que en principio te miran a los ojos, pero en cuanto tu les miras y le mantienes un rato tu mirada, ellos dócilmente la bajan hacia el suelo. Después lo intentan de nuevo y pasa igual. Estas personas intentan ser seguras y luchan por ello, porque son tenaces en su insistencia, pero en el fondo les puede su inseguridad latente.

                                     Hay otros que mantiene su mirada fijamente y no bajan la guardia y están retándote todo el rato. Son personas que van o son seguras y por tanto te echan un pulso visual, a ver quién domina con la mirada. Muchas veces no se conceden ni un pestañeo, es tanto lo que echan en el envite, que no se permiten ni un sólo descuido o relajo. Después hay los que hacen lo que le da la real gana, o sea por momentos mantienen su mirada fija y al cabo de un rato van y miran para el suelo y no siguen un orden concreto.

                                    Y por último los hay los que ni miran ni abajo, ni arriba, ni al medio, por el simple hecho de que están ciegos y esa mirada muerta no hay quién la aguante. Un reto a unos ojos vivos aún tiene su aquél, pero un reto a unos ojos muertos, te deja helado, aparte que no hay mirada más fija, que la mirada de un ciego. Te penetra como un puñal por tu pupila y daña tu nervio óptico y a tu cerebro llega un escalofrío y que supones que será el mismo, que tendrás cuando te mueres.

                                   ¿Exagerado?, pues probar a mantenerle el pulso visual a un ciego y ya veréis como se os quitan las ganas de repetirlo. Yo en eso del mirar, soy anárquico y miro a los ojos cuando me sale de dentro y dejo de mirar cuando me vuelve a salir de más adentro. Yo de pulsos sólo sé, de los se echan sobre una mesa y con los brazos apoyados y como soy zurdo, casi siempre gano. ¡Hombre!, lo peor de todo es echarle un pulso visual a un ojo de cristal, entonces es el no va más del escalofrío, aparte de que estás todo el tiempo acojonado de que vaya el tío y se le de por quitarse el ojo de cristal delante de ti, entonces la grima ya no te produce un escalofrío, te produce un agujero en el cerebro.

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JULIO CORTÁZAR