EL PASEO MATINAL

 Esto es Menorca, y ya sabemos que aquí todo es de postal, de postal cara, desde luego. El mar, las casas, los barcos, todo se prepara y se coloca cuidadosamente para la foto para la temporada de verano. La cuestión es que no falte nada, el florero, el cuadro, el llaut (barco menorquín) y el sol, todo perfectamnete estudiado, maqueado y encuadrado.

Hoy me metí en una postal de Menorca. Entré por un lado, un poco despegado y me colé en ella y seguí el camino de Punta Prima a Alcaufar, dos bellos pueblos de ésta Isla. Es un camino celestial,  el día estaba nublado y plomizo y con tal grado de humedad, que te convertías y sólo dando dos pasos en una puta fábrica de sudor. El mar era el reflejo del cielo, de color azul-grisáceo y quieto, tan quieto que emitía algo extraño, algo misterioso. Era como una tranquilidad forzada, era un mar raro, un mar que te avisaba de que algo iba a pasar. Aquí en la Isla, dicen que es un día de "ritssaga", pues las condiciones atmosféricas, son las propicias para que se produzca este fenómeno natural, del cual por cierto, no se sabe su causa real. Se supone que es debido a un fenómeno volcánico a un sin determinar. Resulta que los días así y sólo en estos, de repente la marea baja y sin más vuelve a subir, a veces sube o baja un metro y otras veces más. Hay que entender que en el Mediterráneo casi no hay mareas, no es como en el océano Atlántico, y la oscilación entre ellas es mínima, salvo esos días de rissatga y por tanto los  barcos se quedan colgados del muelle y de tan colgados, quedan suspendidos en el aire y acaban por romperse. Es como un pequeño, pero muy pequeño maremoto, primero el mar es succionado y después viene una especie de ola crecida, que hace chocar los barcos contra el muelle o entre ellos.

Volvemos a nuestro paseo matinal. Conforme hacía el camino con el cielo encapotado y ese mar atontado, avanzamos con paso seguro hasta casi llegar a una torre de defensa. Son torres que rodean toda la costa de la Isla y desde las cuales se divisaba el mar y para avisar de posibles invasiones marítimas. Y ésta torre en concreto es una más, pero es muy bonita, espléndida y coqueta. A éstas alturas de la caminata, mis pies ya no son pies, son dos muñones hinchados. Claro que me está bien, pues cuando me imaginé el paseo, me acordé de sus paisajes y vistas y me olvidé de los cantos de piedra cortados en filo de navaja que hay en ésta isla y que por supuesto se clavan o simplemente te cortan los pies. Supongo que imaginé que el camino no era de chinas y piedras aguijonadas, si no que era una alfombra de terciopelo roja-marrón y que se extendía de Alcaufar hasta Punta Prima. Vamos que aluciné y mucho y aluciné porque yo quería alucinar. Cada uno es libre de alucinar lo que quiere o puede.

Después de un buen recorrido yo ya sudaba a chorro y mi polo empezaba a parecerse a un mapamundi, de tantas manchas y cercos de sudor. Después de una pequeña subida se alcanzaba una diminuta cima, pero era suficiente para poder contemplar el pueblo de Alcaufar. Un lindo pueblo al que el mar besa sus pies y además le obsequia con una preciosa ensenada. Más o menos, a media bajada se ve el entrante de mar y en su bocana, se ve una roca muy grande. Y desde ese sitio y sólo desde él, la roca se transforma en un trasatlántico encallado, con su proa y su popa y en el medio de su casco presenta un boquete, que hace pensar que ese es el motivo de que ese barco o roca, se haya quedado varado y encallado en ese sitio. Como véis el canuto que me hice, iba bien cargadito de hachís.

Al tener a la vista el pueblo va aumentando el ánimo y de repente los pies ya dejan de doler y ya vas flotando en el aire, y en polvo en suspensión y ésta sensación aumenta cuando atisbas la terraza de un bar. Para llegar hasta él hay que pasar primero, por una pequeña playa de unos cincuenta metros de arena y mientras te quedas embobado viendo su agua limpia y cristalina. El mar de Menorca, con su agua traslúcida y junto al entorno de ésta pequeña ensenada, hacen de éste rincón, uno de los rincones más bonitos de Menorca y hasta del Mundo entero.

Después de un refrigerio, hacemos el camino de vuelta y llegamos al punto de salida, y a mi izquierda observo si aún está el chiringuito del padel-surf (tablas con remos). Al que le di caña durante quince días en Julio. Porque en Agosto, ya se encargaron la abalancha de guiris, de echarme como a un perro sarnoso y sin ni siquiera pedirme perdón. La última ojeada a la playa de Punta Prima, que bonita con su traje otoñal y al fondo veo, esa lengua de tierra sobre el mar, con su faro vestido con su pijama de rayas. Y es una isla diminuta, que se llama la isla del Aire. Hasta el nombre es bonito, !a que sí !.

Así, la aventura llega a su final. Y antes de salir apago las luces de la postal y por ahorro energético y ya me salgo de la postal y para no estropearla demasiado, salgo por el mismo sitio que entré y cierro su puerta sigilosamente y recompongo, aplano y aliso un poco la postal. Así cumplo con mi deber de ciudadano menorquín y dejo todo como debe de quedar y es que todo debe quedar como una auténtica postal.


 




No hay comentarios:

Publicar un comentario

SÁBADO

Sábado, primer sábado después de mi cumpleaños que fue el día 5 de febrero y ese día el mundo tuvo la mala suerte de saber que en una esquin...