Guardo un trozo de tierra seca en el bolsillo,
lo llevo porque eso me une más a la madre tierra,
aunque también mis pies pisan arena, hierba y tierra
y arrastran polvo y barro,
y hay veces, se inundan de agua y lodo,
y hay otras, en que ascienden montañas gigantes...
Mis pies son dos hematomas enormes,
apoyo uno y sangro profusamente,
me enamoro y me desangro
y entonces, me hago liviano de volumen y peso,
como una paja en el ojo ajeno,
o como el viento golpeando una sábana,
me hago estrecho y fino,
anodino e insípido
sabedor de lo que me puede pasar
y aún así...¡pasar!.

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