COSAS DE FAMILIA


 Vamos a ver una cosa. Yo ahora mismo estaba todo loco por ver el partido de tenis de la final de Roma y entre Alcaraz y Sinner y claro, pasa una cosa o pagas o te jodes y ¿de que lado o cara cayó la moneda?...pues por supuesto y como no podía ser de otra forma, cayó por la cara de tener que joderme. Me gusta el tenis, siempre me gustó y hasta cuando era un enano que medía dos palmos, ya me gustaba. Yo en mi coco primitivo iba para tenista, solo pasó el tenis en mi ciudad natal solo de se jugaba en el Aero Club que era la sede social de todos los más pijos de Vigo. Y mi padre ( mi madre se dedicaba a tareas domésticas que de aquellas no eran remuneradas y ahora, tampoco lo son) tenía pasta pero no tanto como para estar pagando una cuota mensual desorbitada. Mi padre era un buen tío que procuraba sobrevivir en medio de aquella jungla. Mi padre era apoderado de banco que más o menos viene a ser como el segundo de a bordo. Le habían ofrecido ascender en el trabajo y para ello tendría durante un tiempo lejos, a otra gran ciudad y para volver de nuevo y como capitán del yate. Pero no quiso, se negó a tener que moverse lejos de su ciudad natal y en contra de la opinión de mi madre, que amaba el posible ascenso de mi padre.

Era un hombre sencillo e iba a decir, cariñoso...pero cariñoso solo lo fue con mi hermano mayor, después se le agotó todo su almacén de cariño. Pero como todo funciona en cadena, mi padre le hacía los mejores regalos del mundo a mi hermano y yo posteriormente, los heredaba. Tenía una buena bici y poco más, pero a mi con la buena bici me llegaba. Y ropa, que de aquellas me importaba dos carajos. Un coche de madera con pedales y donde entraban hasta 4 niños y ese coche era la puta envidia de mi barrio. Ahora bien no heredé toda la tontería que tenía mi hermano y nunca me creí sus cuentos mentirosos. De aquellas decían los mayores, tu hermano es muy fantasioso y confundían la fantasía con la mentira y yo eso lo sabía y ellos, no. Pero bajo mi punto de vista, no dejó de ser mi hermano mayor y al que tanto idolatraba y endiosaba. Claro que cuando yo era un chaval no si de 8 o 10 años, desapareció del mapa y porque se fue a la Universidad y claro, se olvidó de mi existencia. Años echándolo de menos y el tipejo no asomaba la cabeza y menos se preocupaba y aunque fuera un poco, de mi existencia. Alos 3 o 5 años que llevaba en la Universidad, mis padres descubrieron que seguía en primero de Magisterio, pues como era el puto niño mimado nunca le habían pedido las notas que sacaba.

Mi hermano ya no volvió jamás y se acabó casando para no tener que volver y durante un tiempo siguió viviendo del cuento y gracias a su casamiento. Bueno esto no es verdad del todo, pues cuando murió mi padre sabía que por el medio había una herencia sabrosona. Y fue el primero en reclamarla y por eso se quedó con la mejor casa y el resto, hubo que repartirlo entre mi madre, mi hermana y yo. Yo que en mi palacio mental tenía a mi hermano en un pedestal y tal y como si fuera una persona honesta, sencilla y que pasaba parcialmente de lo material, me llevé un chasco de mil pares de cojones y hasta quiso hacer negocio con nosotros y nos compraba el resto de la herencia por una mierda de pasta y él y un amigo que tenía (dueño de una inmobiliaria) ya se encargaban de venderlo todo por cuatro veces más. De listo que era o eso se creía él, se había pasado de la raya. Y visto todo esto y su evolución bochornosa, poca cosa me quedó como un buen sentimiento hacia mi hermano. Yo es que era muy tonto y creía en él a pies juntillas, pero claro, tanto insistió en mostrarse como un ave carroñera, que pasó lo que pasa siempre, que se derrumbó aquél castillo de arena que había construido para él dentro de mi cabeza.

















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JULIO CORTÁZAR