Yo desde luego me quedo con sus calas, sus playas están bien, pero yo vengo de sitios donde las playas son kilométricas, tanto en Cádiz, como el Galicia y con lenguas de arenas inmensas y blancas como la cal, por tanto no me llama tanto. Pero las calas me entusiasman y las hay emblemáticas por su belleza: pinos a pie de arena, arena blanca y fina, y aguas cristalinas hasta la médula. Ahora en verano es mejor verlas por las postales, están llenas hasta la bandera.
Las estaciones se suceden suavemente, como todo en ésta Isla. El verano es caluroso y pegajoso, calor húmedo, pero se sobrevive. El otoño es corto y no es lo que toca, le faltan tonalidades otoñales. El invierno en cambio es muy largo y frío, pero sobre todo húmedo y eso aumenta la sensación de frialdad. La primavera es preciosa y más o menos como en todos los sitios, brotan flores y vuelan mariposas en esa fiesta de los colores.
Y como todo sitio que se precie, hay que guerras entre dos bandos, el bando de Mahón o Levante de la Isla y el de Ciutadella o Poniente. Y aquí si que no entro, y más me vale no entrar, pues yo al ser foráneo o forastero, si me meto en el brete y me pronuncio por uno de los bandos, los otros dos que discuten, se cierran en banda y ante mí presencia, dicen que ellos son menorquines. Después cuando yo no esté delante, seguirán con su discusión absurda que si Mahón o Ciutadella. Pero bueno más o menos como en todos lados, como Vigo y la Coruña o como Cádiz o Sevilla, nada que ya no nos suene. O sea que mezquinos hay en todos los lados. pero hay que entender que si no se discute de éstas tonterías y del fútbol, pues entonces ¿de qué se discute?. Bueno yo y con perdón, discutiría de un millón de cosas, pero yo no soy los demás, ni los demás son yo o sea que cada unos aguante su vela.
Y no podía faltar, el caballo menorquín y su estilizado cuerpo, el verdadero protagonista de las fiestas de ésta Isla. El y sus brincos o levantadas de sus patas delanteras y con el jinete a sus lomos. Aunque la fiesta reina, es la de Ciutadella, las fiestas de Sant Joan, donde el fervor festero se lleva en la sangre, o eres Joanés o no lo eres, o estás conmigo o estás contra mí, así se plantean las cosas en éste fiesta. El resto de las fiestas de la Isla son fotocopias malas de ésta, pero para mi tienen su encanto, pues hay sitios pequeños, donde puedes saborearlas mejor que en el mogollón que se monta en las fiestas de Sant Joan.
Y el Gin, el inefable gin, el que trajeron o mejor dicho trajeron su receta, los ingleses cuando éste Isla era una de sus colonias y aquí quedó el gin, el color de las casas (el rojo inglés) y parte de la infraestructura de ésta Isla, que aún hoy perdura. La pomada o gin con limonada, diversas denominaciones para el mismo producto: gin con limonada y abundante hielo y eso es lo que se priva en todas las fiestas. Pomada se llama en Mahón y Gin con limonada en Ciutadella, para que quede claro, que cada uno tiene su película. Los guiris en su mayoría proceden de las Islas Británicas y algunos asentaron su blanco culo en la Isla, su piel blanca como la leche, los delata y bueno y también, como le dan al trinki, son los putos amos de la botella.


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