Despertar cada mañana
y acariciar el sol con sus nubes blanquecinas
y medio tímidas que apenas tosen.
Mientras la luz inunda tu cara
y poco a poco
te levanta los párpados
y la razón del sin sentido en el que has vivido.
Entonces
das gracias a la vida
y por tanta belleza que han visto tus pupilas,
pero en realidad...
es una pena
que cuando te sientes en la cima del mundo,
vengan a decirte...
que bajes,
que no subas tanto,
que no hay pista de aterrizaje.
Pero resulta que tú
ya estás al otro lado
y cuando te lo están contando,
estás en la otra orilla
y te de igual,
lo que te digan o lo que te dejan de decir.

No hay comentarios:
Publicar un comentario