Que raro se hace poder respirar sin mascarilla.
No sé si es bueno o si es malo o peor
volver a ver las caras al desnudo,
porque lo tapado siempre es intrigante
y es dado a ser imaginado.
Y suele ocurrir que lo imaginado
es mucho mejor que lo real.
Pero claro
nos estábamos perdiendo las sonrisas
el movimiento de labios
y el gesto sensual de los besos.
El caso es que yo de momento
no me atrevo a quitármela,
aún no veo el panorama tan claro
ni tan libre de coronavirus.

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