Supongamos que sí,
que todo es bello,
que el verano es maravilloso,
que la arena mojada es el espejo del alma
que tú eres divina y yo un pobre desgraciado,
supongamos por un momento
que existen los milagros
que dios es bueno
que el hombre es un ser humano
que el vecino de al lado es parte del decorado,
que al pasar dejamos estela
y alguien y no sé donde
se acordará de tus palabras,
bellas o no,
eso no importa,
porque puestos a suponer
¿quién puede decidir la belleza de las cosas?
yo, no y ¿tú?.

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