Otro pecado capital que me interesa y mucho, es la envidia, la puta
envidia. Y no es que me atraiga precisamente por sus cualidades, más
bien lo contrario, es una atracción fatal y en definitiva, me atrae
porque la odio. La envidia, la puta envidia y cada vez que la oigo y
veo, me repaso mentalmente, buscando en mis profundidas y allí la pillo,
en el fondo más oscuro de mi alma inmunda. Y es que yo soy un
envidioso, como todos los seres vivos y lo soy y lo reconozco, sin más.
La envidia se tiene o no se tiene y no vale decir que yo sólo tengo un
poco, un poco de envidia y como se mide eso. Un poco dirás tú, pero si
eres el ser más envidioso que he conocido, esto cuantas veces lo
habremos oído o dicho.
Es una manía muy humana, primero etiquetar y despues dejar la etiqueta medio borrosa o lo que es lo mismo yo voy a cerrar la puerta y cuando la voy a cerrar la dejo un poco entreabierta y sólo por si acaso. O sea tú eres un gilipollas pero no lo eres tanto o se es o no se es y en éste caso no valen los refranes: "un poco de envidia también es buena", ni un poco ni hostias benditas, la envidia se tiene o no se tiene.
Aclarado esto yo tengo un ejemplo de que soy un envidioso de mierda y los ejemplos cuando están bien puestos valen más que mil palabras, y éste ejemplo es, que yo envidio al Antonio Banderas. Lo envidio porque se ha forjado a si mismo y saliendo de la nada o eso es lo que él dice. Lo envidio por su guapura mediterránea, aunque ahora está más estirado que la Preisler y hasta da un poco o mucha grima. Lo envidio porque de niño tuvo un sueño, que fué que se enamoró de su Melanie y mas´adelante cuando ya era famosillo, pudo cumplir ese sueño de niño y ¡¡zas!! se casó con la Melanie, que es bastante mayor que él, pero que se conservó bastante bien conservada en alcohol de 40 º. Lo envidio por sus papeles estelares, que ahora mismo no me acuerdo de ninguno y no pienso acordarme nunca, pero deben ser estelares porque eso dice la gente.
Lo envidio pos su fervor patrio, pues ultimamente le da por la sacrosanta legión, por los toros y caballos y por la Semana Santa. Ahí, en la Semana Santa es cuando el disfruta y forma pandi con el resto de los capiruchos portando con sus poderosos brazos a la Virgen Santa y es que se le ve en la cara, que lo siente y que lo vive, es fé, es pasión, es sangre española. Después se quita el capirucho y a tomar el sol en las Marbellas y siempre acompañado de su mujer fatal, la Melanie, que le sigue como un perro a su dueño. Lo que nadie sabe y yo os lo anticipo, es que el Antony lleva una petaca en su bolsillo y por eso la Melanie le sigue como un perro. No sé si le dais la importancia que tiene, es como enamorarte de pequeñito de Sara Montiel y después casarte con ella y eso sólo lo puede hacer mi Antonio Banderas. Es para morirse en el acto y si resucitas volver a morirte.
Esto es un ejemplo de lo que es la envidia y podía explicar muchos más, pero creo que mi ejemplo ha sido suficientemente claro. La verdad que ahora en éste preciso momento, veo a un vecino que sale de su coche y menudo carro tiene el capullo y pienso que ese tío no se merece ese carro y que yo tengo más méritos par que sea mío. Y esto que es si no, pues que la envidia me corroe, ni más ni menos.
Es una manía muy humana, primero etiquetar y despues dejar la etiqueta medio borrosa o lo que es lo mismo yo voy a cerrar la puerta y cuando la voy a cerrar la dejo un poco entreabierta y sólo por si acaso. O sea tú eres un gilipollas pero no lo eres tanto o se es o no se es y en éste caso no valen los refranes: "un poco de envidia también es buena", ni un poco ni hostias benditas, la envidia se tiene o no se tiene.
Aclarado esto yo tengo un ejemplo de que soy un envidioso de mierda y los ejemplos cuando están bien puestos valen más que mil palabras, y éste ejemplo es, que yo envidio al Antonio Banderas. Lo envidio porque se ha forjado a si mismo y saliendo de la nada o eso es lo que él dice. Lo envidio por su guapura mediterránea, aunque ahora está más estirado que la Preisler y hasta da un poco o mucha grima. Lo envidio porque de niño tuvo un sueño, que fué que se enamoró de su Melanie y mas´adelante cuando ya era famosillo, pudo cumplir ese sueño de niño y ¡¡zas!! se casó con la Melanie, que es bastante mayor que él, pero que se conservó bastante bien conservada en alcohol de 40 º. Lo envidio por sus papeles estelares, que ahora mismo no me acuerdo de ninguno y no pienso acordarme nunca, pero deben ser estelares porque eso dice la gente.
Lo envidio pos su fervor patrio, pues ultimamente le da por la sacrosanta legión, por los toros y caballos y por la Semana Santa. Ahí, en la Semana Santa es cuando el disfruta y forma pandi con el resto de los capiruchos portando con sus poderosos brazos a la Virgen Santa y es que se le ve en la cara, que lo siente y que lo vive, es fé, es pasión, es sangre española. Después se quita el capirucho y a tomar el sol en las Marbellas y siempre acompañado de su mujer fatal, la Melanie, que le sigue como un perro a su dueño. Lo que nadie sabe y yo os lo anticipo, es que el Antony lleva una petaca en su bolsillo y por eso la Melanie le sigue como un perro. No sé si le dais la importancia que tiene, es como enamorarte de pequeñito de Sara Montiel y después casarte con ella y eso sólo lo puede hacer mi Antonio Banderas. Es para morirse en el acto y si resucitas volver a morirte.
Esto es un ejemplo de lo que es la envidia y podía explicar muchos más, pero creo que mi ejemplo ha sido suficientemente claro. La verdad que ahora en éste preciso momento, veo a un vecino que sale de su coche y menudo carro tiene el capullo y pienso que ese tío no se merece ese carro y que yo tengo más méritos par que sea mío. Y esto que es si no, pues que la envidia me corroe, ni más ni menos.

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