Los 7 pecados capitales o los 7 vicios, me gustan todos ellos, salvo
alguno. La lujuria, me entusiasma la lujuria, me gusta la palabra y me
encanta su significado. Que lujo de lujuria, que despilfarro, que
despipote. Desde siempre cuando oigo lujuria, me acuerdo de los Romanos,
bueno de las películas que versaban sobre ellos. Romanos rodeados de
bailarinas un poco, sólo un poco, desnudas y contorneándose como
culebras y al compás de una música horrible y en esto, en lo de la
música, nunca entendí mucho a los romanos, pues tenían gusto para muchas
cosas, pero para la música el gusto lo tenían en el culo.
Después varios tíos tirados sobre una especie de tumbonas y todos colocados y de su boca le caían chorros de grasa, debido a esos muslos que se zampaban, muslos grandes como elefantes. Encima de sus mesas siempre había más fuentes de comida, nunca pescado, que eso debía ser para la plebe, eran platos siempre rebosantes de carne y más carne y la única fruta que aparecía eran cantidades industriales de uvas. Que por cierto, no sé como lo harían pues la fruta es de temporada y yo no ví una sóla película en que no aparecieran uvas. Eso me hacía pensar en tres posibilidades: o los romanos vivían en un verano prepétuo o todas las películas se rodaban en esa temporada, o la tercera, es que ya tenían cámaras frigoríficas, pero preferían tenerlas escondidas.
Los romanos se acicalaban muy poco, más bien el look era tirando a descuidado, muchos iban despeinados y con la grasa que le colgaba de su boca, no daban un aspecto de ser muy limpios. La ropa, eras la túnica de siempre y a poder ser blanca y con ese cruzado mágico a un lado de su barriga o tórax, difícil ditinguir las partes anatómicas, pues en ellos todo era barriga. Y aquí cabe la misma o parecida reflexión de antes: los romanos de las películas siempre y durante todo el año, estaban vestidos con túnicas y entonces me vuelvo a preguntar: en sus épocas románicas siempre era verano, para usar esas livianas túnicas. Pues si que eran ideales para el verano húmedo del Mediterráneo, pero para el invierno era morirse de humedad y frío. Después esa corona de laurel que llevaban como una diadema, que tampoco era un lujo de diadema, pero ellos la llevaban y se les veía muy contentos. Por último de lo que yo recuerdo, eran sus tazas de plata o de alpaca siempre llenas de vino y que en sus bocas, junto con las grasas hacían un lindo pastizal. por cierto era vino tinto, el blanco o aún no lo habían descubierto o a lo mejor no les gustaba.
Ésta es mi visión de la lujuria, por tanto me vuelvo a confirmar en que la lujuria es el mejor pecado, es el más capital de ellos, es el vicio más consagrado y lo envidio, pero la envidia ya es otro pecado capital, que ya tocaré en otro momento. Pero me confirmo, envidio a la lujuria. ¡¡Quién pudiera ser romano!!. Que lujuria me produce el sólo hecho de pensarlo.
Después varios tíos tirados sobre una especie de tumbonas y todos colocados y de su boca le caían chorros de grasa, debido a esos muslos que se zampaban, muslos grandes como elefantes. Encima de sus mesas siempre había más fuentes de comida, nunca pescado, que eso debía ser para la plebe, eran platos siempre rebosantes de carne y más carne y la única fruta que aparecía eran cantidades industriales de uvas. Que por cierto, no sé como lo harían pues la fruta es de temporada y yo no ví una sóla película en que no aparecieran uvas. Eso me hacía pensar en tres posibilidades: o los romanos vivían en un verano prepétuo o todas las películas se rodaban en esa temporada, o la tercera, es que ya tenían cámaras frigoríficas, pero preferían tenerlas escondidas.
Los romanos se acicalaban muy poco, más bien el look era tirando a descuidado, muchos iban despeinados y con la grasa que le colgaba de su boca, no daban un aspecto de ser muy limpios. La ropa, eras la túnica de siempre y a poder ser blanca y con ese cruzado mágico a un lado de su barriga o tórax, difícil ditinguir las partes anatómicas, pues en ellos todo era barriga. Y aquí cabe la misma o parecida reflexión de antes: los romanos de las películas siempre y durante todo el año, estaban vestidos con túnicas y entonces me vuelvo a preguntar: en sus épocas románicas siempre era verano, para usar esas livianas túnicas. Pues si que eran ideales para el verano húmedo del Mediterráneo, pero para el invierno era morirse de humedad y frío. Después esa corona de laurel que llevaban como una diadema, que tampoco era un lujo de diadema, pero ellos la llevaban y se les veía muy contentos. Por último de lo que yo recuerdo, eran sus tazas de plata o de alpaca siempre llenas de vino y que en sus bocas, junto con las grasas hacían un lindo pastizal. por cierto era vino tinto, el blanco o aún no lo habían descubierto o a lo mejor no les gustaba.
Ésta es mi visión de la lujuria, por tanto me vuelvo a confirmar en que la lujuria es el mejor pecado, es el más capital de ellos, es el vicio más consagrado y lo envidio, pero la envidia ya es otro pecado capital, que ya tocaré en otro momento. Pero me confirmo, envidio a la lujuria. ¡¡Quién pudiera ser romano!!. Que lujuria me produce el sólo hecho de pensarlo.

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