No, no quería molestarte
No, no quería molestarte
pero sí quería recordarte
que una dosis de amor dura un instante
que no hay amor universal que perdure para siempre en el
tiempo y en el espacio,
lo mágico dura muy poco
y el amor y la magia van de la mano
y no hay milagros
nuestro milagro
fue volver a enamorarse 50 años después
y claro que hemos envejecido como el roble viejo
ahora somos más nobles,
mucho más sabios
tenemos el mérito de saber
que somos mejores que antes
y por ello no nos pasa nada
lo sabemos
y por ese motivo
no nos darán el premio nobel
solo lo sabemos nosotros
y cuando me miro en el espejo
me siento orgulloso de lo que soy y he sido
y no necesito homenajes
ni estatuas ni mausoleos...
mi principal mérito en ésta corta vida
es sentirme orgulloso de mi existencia.
La dulzura es un privilegio
La dulzura es un privilegio
un privilegio que poco a poco en mí está escaseando.
No voy sobrado de dulzura,
tengo mis ataques y mis momentos dulces
pero en general estoy en tiempo de descuento,
ya sabéis como va la cosa
la fibra envejece y se hace más dura y rígida
los amores también envejecen
y porque les llega menos sangre
y a la vez los viejos recuerdos se hacen más presentes.
Uno recuerda su propia historia
pero se olvida de muchos detalles
de cuando el vivir estaba cuesta arriba
y saltar obstáculos era una misión casi imposible
y porque tu vida se desenvolvía dentro de un pozo
oscuro, negro y sin que entrara un rayo de luz.
Pero la constancia, el tesón, la paciencia
y sobre todo, las ganas de vivir
te levantan el ánimo y el seguir hacia delante.
SEREMOS SERES QUE SOLO QUEREMOS QUERER
Y han pasado los años
y el paso del tiempo nos ha puesto en nuestro sitio
así éramos nosotros antes de nacer
un viejo cuerpo cansado y agotado
que de nuevo está a punto de nacer.
Somos cíclicos
somos vida que va dando pasos hacia la muerte
y a su vez esa muerte
creará otra vida
que nunca será como la anterior
no tendrás el mismo nombre
no vivirás en el mismo sitio
tus amigos serán distintos
tus amores serán otros
y tus anhelos seguirán otros caminos.
Somos a la vez el día y la noche
y la noche a su vez dará paso a otro día
¿y que será de nosotros mañana?
la tierra nos está esperando
para darnos un abrazo
y para después, renacer de nuevo
tenemos que dotarnos de alma y ganas de florecer
seremos flores, seremos plantas
seremos árboles
seremos seres que solo queremos querer.
¡QUÉ PENA!
HIDRA Y LEONARD COHEN
Hay una isla en el mundo donde la única preocupación de sus 2000 habitantes es levantar la bosta de las mulas para no arruinarles la postal a los turistas. Pero para muchos viajeros que desembarcan acá como niños que esperan la magia, la única preocupación será encontrar la puertita gris donde el poeta Leonard Cohen vivió un idilio bohemio y escribió sus mejores canciones.
¿En serio querés ir a Hidra, con todas las islas famosas que hay en Grecia?, pregunta Ulises, un argentino que hace 42 años vive en Atenas y se dedica a llevar y traer pasajeros por las más de 6000 islas desparramadas como cuentas de un collar de perlas por el Egeo, el Jónico y el Adriático.
No será fácil llegar hasta esa puerta de madera gris en esta isla donde están prohibidos los autos, las motos y hasta las bicis. Las cuestas se suben a pie o en mula. Decidimos caminar como si camináramos por encima de la realidad, arrastrados por nuestra propia curiosidad.

Un arriero nos dará las primeras instrucciones, un poco en inglés y otro poco con el lenguaje universal de las señas: desde el puerto, tomen la calle a la derecha de la torre del reloj. Luego giren a la izquierda y enseguida a la derecha otra vez. Sigan recto hasta llegar a una taberna. Vuelvan a tomar la derecha por un callejón de adoquines.
Nos perdemos en un laberinto de casitas blanca. Tenemos hambre de sol, de mar, de olores de verano. Queremos sacar de adentro el gusano de la imaginación, que excava, espera, busca. Desde arriba, Hidra parece un anfiteatro que mira al puerto.
Encontramos por fin la puerta que fuimos a buscar. Está abrazada a las flores rojas de una Santa Rita. Hay un llamador -una gran aldaba de mano, con una estrella de David debajo- con un cartel escrito a mano que dice: “Please, be QUIET. Private home”. Nos enteramos que la casa sigue siendo de la familia Cohen, ahora habitada por un hijo.
Abrazada a una Santa Rita. La casa donde vivió Leonard Cohen durante 10 años.Los isleños no hacen culto sobre los años que el poeta canadiense vivió de este lado del paraíso. Llegó en 1960 como un escritor desconocido y se fue diez años después como un músico de leyenda. Solo los fanáticos iremos a reencontrarnos con sus canciones en cada pájaro suspendido en un cable luz. Queremos escuchar otra vez “Bir On The Wire” y dejarnos deslizar por la pendiente de su voz de cueva: Como un ave en el alambre / como un borracho en un coro de medianoche / he intentado en mi camino ser libre.
Y “So Long Marianne”, quizá la canción más tierna jamás escrita sobre una ruptura amorosa.
Cohen murió en 2016. Foto: ReutersA Cohen no le gustaban las canciones con ideas, con slogans. Prefería transmitir su experiencia sin moralejas, a pura pasión, como la de muchos que llegamos hasta acá luego de un viaje en ferry de casi dos horas desde Atenas. Porque para el poeta la vida no es más que un sueño, donde todos somos viajeros que flotamos por el río del tiempo, que embarcamos en cierto punto y desembarcamos en otro para dejar lugar a quienes esperan, río abajo, subir a bordo.
LA PUNTA DE UN ICEBERG
Ahora todo es más difícil los reflejos van pidiendo un descanso los tendones se relajan y contraen menos y peor que antes la vista pide aux...



