DE TÍ...


De tí
no sé nada.
Bueno... si sé algo
sé lo que me trae el viento
y el aroma que emite tu cuerpo
mezcla de azahar y tierra recién mojada.
Lo que yo sé
es que no soy
un tío de ideas fijas
tampoco soy de raíces muy arraigadas.
Mis raíces
son lombrices que andan bajo la arena negra de mis sentimientos
y que a veces se esconden bajo mi cama.
Tengo alas y secretos
y a la vez tengo pseudópodos
con los que subo paredes
y bajo por los túneles del tiempo.
En mí
no entra el aire viciado de una habitación cerrada,
prefiero la brisa marina
al severo calor del verano
y adoro los atardeceres
teñidos de oro y plata.
Y no me vendo
ni me compro
sólo me ofrezco si yo quiero
y dependiendo del viento
o de la marea que haga
seré capaz de levantar vuelo.























ENVIDIAS Y OTRAS COSAS

 

Yo, no me quiero meter con nadie y porque ella (de la que voy hablar) tampoco se ha metido conmigo, pero a veces me tientan demasiado mis propios demonios. Y todo esto lo digo, porque recientemente una compañera de trabajo publicó un libro y que mi primera intención era leerlo y así después opinar sobre lo que me pareció o sobre lo que me dejó de parecer. Pero la verdad y es la pura verdad, es que no tengo ni encuentro tiempo para leer ese libro en cuestión. Y entonces lo ojeé y fui leyendo algunas páginas salteadas y claro en lo primero en que me fijé, es que la historia que escribió se desarrollaba en un Hospital, que con diferentes matices y con algunos cambios y para que no se identificara del todo a cada personaje del Hospital donde ella trabaja, pues eso, que tuvo la brillante idea (que en realidad no es nada brillante) de desarrollar la trama en asuntos y hechos que pudieron ocurrir a su alrededor y ahí lo va dejando y que cada uno interprete quién es o no es quién o si se parece a éste o a éste otro. Al final, lo tendré que leer y porque estoy lleno de grandes interrogantes y ella, aunque se declara adicta a los cursos de escritura on line, no sé de donde puede sacar tiempo, pues trabaja en el Hospital, hace guardias, trabaja en otro sitio particular y con su consulta propia, antes y no sé si ahora, cantaba rock y ahora resulta que también ha hecho un buen montón de cursos on line de escritura y aún encima creo que es el segundo libro que escribe (aunque no estoy seguro del todo y a lo mejor, es solo uno). Pero coño y perdonádme por la envidia que me produce éste hecho, yo llevo la friloera de 13 años seguidos y escribiendo y de media, como de 8 a 10 horas al día y también es verdad que hasta hace muy poco trabajaba, tenía guardias, hacía traslados en avión de pacientes y aún así y todo, llevo encima casi 27.000 escritos, pero yo siempre lo dije y desde los 56 años hasta ahora (que tengo 69), no sé de donde podía sacar tanto tiempo. Y eso que intenté varias veces, escribir un libro o dos o tres, pero cuando llegaba a estar cerca de los 5.000 escritos leídos y releídos de nuevo y por supuesto, corregidos, me entraban unas ganas locas de romperlos o quemarlos todos y que no quedara ninguno vivo y así y de una puta vez por todas, mandar a la mierda todo el tema de la escritura.

Y antes de dar mi opinión definitiva primero tendré que leer el susodicho libro. Aunque si que puedo describir ciertas sensaciones que he tenido cuando lo estaba ojeando. Su lenguaje y expresiones me parecieron muy pobres y como queriendo ser moderna sin llegar a serlo, con un tipo de lenguaje como de fotonovela desarrolada en un Hospital, como demasiado fácil o facilón, como sino tomara casi ningún riesgo y como decirlo más claramente, me pareció un libro de lectura fácil, de los que se leen en 5 horas y de corrido y de los que al final te dejan un sabor de boca sin sustancia. No hay riesgo en lo que escribe y si hay muchas horas de cursos on line de escritura y hay demasiadas expresiones entre demasiado cursis y educadas pero queriendo de alguna manera, ser rompedoras.

Ya he dicho bastantes cosas sin haberlo leído y yo creo que he dicho demasiadas y que podía decir algo bonito sobre ese libro y sobre la que lo ha escrito (sobre su autora). Y lo intento pero no puedo. Y lo único que en éste momento puedo hacer, es dejarle un margen al tema y hasta que por fin lo pueda leer. Aunque sé que parte de todo esto que estoy opinando, es debido a que la envidia me corroe por dentro, cosa que no niego, pero también sé que hay parte de verdad en lo que estoy escribiendo y porque esa persona de la que estoy hablando, nunca me había caído muy bien y eso me influye y me influye mucho. Pero yo no puedo cambiar los gustos de cada uno y mi gusto por ella y creo que por lo que escribe, no forman parte de mis gustos preferidos y eso lo demostraba cada vez que me encontraba con ella y hasta ahora me llegaba con un darle saludo frío y distante.













Yo, no me quiero meter con nadie y porque ella (de la que voy hablar) no se ha metido conmigo, pero a veces me tientan demasiado mis propios demonios y lo digo, porque recientemente una compañera de trabajo publicó un libro y que mi primera intención era leerlo y así después opinar sobre lo que me pareció o sobre lo que dejó de parecer. Pero la verdado9  y es la pura verdad, es que no tengo ni encuentro tiempo para leer ese libro. Y entonces lo ojeé y fui leyendo algunas páginas salteadas y claro en lo primero en que me fijé, es que la historia que escribió se desarrollaba en un Hospital, que con diferentes matices y con algunos cambios y para que no se identificara del todo a cada personaje del Hospital donde ella trabaja, pues eso, que tuvo la brillante idea (que en realidad no es nada brillante) de desarrollar la trama en cosas y hechos que pudieron ocurrir a su alrededor y ahí lo va dejando y que cada uno interprete quién o no es quién o si se parece a éste o no. Al final, lo tendré que leer y porque estoy lleno de grandes interrogantes y ella, aunque se declara adicta a los cursos de escritura on line, no sé de donde puede sacar tiempo, pues trabaja en elk Hospital, hace guardias, trabaja en otro sitio particular, antes y no sé si ahora, cantaba rock y ahora sesulta que ha hecho un buen montón de cursos on line de escritura y aún encima creo que es el segundo libro que escribe (aunque no estoy seguro del todo y a lo mejor, es solo uno). Pero coño y perdonádme por la envidia que me produce éste hecho, yo llevo la friloera de 13 años seguidos y escribiendo y de media, como de 8 a 10 horas al día y también es verdad que hasta hace muy poco trabajaba, tenía guardias, hacía traslados en avión de pacientes y aún así y todo, llevo encima casi 27.000 escritos, pero yo siempre lo dije y desde los 56 años hasta ahora (que tengo 69), no sé de donde podía sacar tanto tiempo. Y eso que intenté varias veces, escribir un libro o dos o tres, pero cuando lllegaba a estar de los 5.000 escritos léidos de nuevo y por supuesto, corregidos, me entraban unas ganas locas de romperlos o quemarlos todos y que no quedar ninguno vivo y así y de una puta vez por todas, mandar a la mierda todo el tema de la escritura.

Y antes de dar mi opinión definitiva primero tendré que leer el libro. Aunque si puedo describir ciertas sensaciones que he tenido cuando lo estaba ojeando. Su lenguaje y expresiones me parecieron muy pobres y como queriendo ser moderna sin llegar a serlo, con un tipo de lenguaje como de fotonovela, como demasiado fácil, sin tomar ningún riesgo y como decirlo más claramente, me pareció un libro de lectura fácil, de los que se leen en 5 horas y de corrido y de los que al final te dejan un sabor de boca que te dice muy poco. No hay riesgo en lo que escribe y si hay muchas horas de cursos on line de escritura y hay demasiadas expresiones entre demasiado cursis y educadas pero queriendo ser rompedoras.

Ya he dicho bastantes cosas sin haberlo leído y yo creo que he dicho demasiadas y que podía decir algo bonito sobre ese libro y sobre la que lo ha escrito. Y lo intento pero no puedo. Y lo único que en éste momento puedo hacer, es dejarle un margen hasta que por fin lo pueda leer. Aunque sé que parte de todo esto que estoy opinando, es debido a que la envidia me corroe por dentro, cosa que no niego, pero también sé que hay parte de verdad en lo que estoy escribiendo y porque esa persona de la que estoy hablando, nunca me había caído muy bien y eso me influye y me influye mucho. Pero yo no puedo cambiar los gustos de cada uno y mi gusto por ella y creo que por lo que escribe, no forman parte de mis gustos preferidos y eso lo demostraba cada vez que me encontraba con ella y hasta ahora me llegaba  con un saludo frío y distante.

Hoy día 20 de Agosto


 Hoy día 20 de Agosto y es Miércoles y es otro día más en el que hay que destacar que media España sigue ardiendo y como nunca se había visto hasta ahora, pero hoy al parecer la temperatura ambiental ha bajado unos pocos grados y la humedad relativa ha aumentado, pero de momento no se puede cantar victoria y porque influyen otros factores externos, como es la dirección y la velocidad del viento, de si llega o no a llover algo o un poco o nada de nada, de que al parecer habrá más tormentas y por tanto habrá más posibilidades de que aparezcan rayos y esos sirvan de cerilla que encienda la mecha y por último y no menos importante, en estos casos también depende de los medios que pongan y que se tengan para combatir el fuego. Galicia ha sido la zona más perjudicada de toda España y porque surgieron varios incendios a la vez, algunos serían provocados, otros serían por factores atmosféricos y debidos a esa inmensa ola de calor que duró 16 días. Y el último razonamiento que he oído, es porque uno o ods meses antes (junio, julio) llovió mucho y muy intensamente y eso fue caldo de cultivo para que creciera la maleza de una forma desmesurada. Y pongamos el punto en lo más importante, en que ha fallado y estrepitosamente las labores preventivas que se debían haber hecho, durante el otoño, invierno y primavera, como por ejemplo limpiar los montes de ramas secas y maleza, de mantener y hacer nuevos cortafuegos. Ahora se nos pueden ocurrir mil cosas a la vez, pero lo que no tiene ninguna duda, es que en éste paí
s llamado España, esas funciones las tienen las Comunidades Autónomas y las gobernadas por la derecha (PP y VOX) se han dedicado a recortar los presupuestos dedicados a esa labor y porque empezando por VOX (ultraderecha) se declara negacionista con el sobrecalentamiento global, con el cambio climático y que el peligro de los grandes incendios es una invento creado por la izquierda y por tanto,  no es menester gastarse tanto dinero en algo en lo que no creen.

Pero claro, ahora en pleno desastre desmesuramente catastrófico creado por los incendios, ellos no se atreven a defender semejante mierda de argumento (y porque es infumable, además de ser asesino) y entonces se dedican a buscar los más bajos argumentos y para que la izquierda sea la culpable de semejante catástrofe. Ellos, los de VOX,  dicen auténticas barbaridades y en esos Gobiernos autónomos en los que previamente han pactado con el PP y para que ganara la derecha, pues está pasando que en situaciones extremas siempre ganan los más fascistas de la tribu. Y VOX  se esta llevando al PP de calle y eso hace que algunos representantes del PP parezcan más fascistas y negacionistas que los propios militantes de VOX.

Y pase lo que pase, el cuento ya está contado y por debajo de todas éstas acciones de la derecha, hay un entremado muy bien montado que huele a golpe de estado. Tienen los medios mediáticos, gran parte de las teles privadas, un buen montón de periódicos afines, una buena parte de los más altos cargos policiales, judiciales y del ejército y porque en éste país donde vivimos, que se llama España, nunca hubo una depuración en toda regla de todos los órganos fascistas y franquistas y salvo algunos que se fueron muriendo por el camino, quedan nuchos que están incrustados en todos los aparatos de éste Estado. Y os aseguro que de seguir así, habrá un día en que perderán las elecciones democráticas y ellos nunca aceptarán que han salido perdedores y ese día, darán un golpe de Estado en condiciones. El Trump ya lo intentó cuando perdió  y con la toma  frustada del Capitolio y yo os aseguro, que si llegan a ser otros los que comerieran semejante hecho, seguro que a éstas alturas estarían condenados a cadena perpetua o como pasó en la revolución francesa, sus cabezas estarían rodando por el suelo.



















ANÉCDOTAS Y PEQUEÑAS HISTORIAS

 

No me queda otra, que coger aire a fondo y respirar tranquilamente y pausadamente. Dicen que la respiración es fundamental para poder tranquilizarse y aunque claro, si te tomas un fuerte tranquilizante, sedante e hipnótico, se supone que el efecto será más automático y por tanto, será más rápido y mucho más potente. Yo siempre fuí de la rama filosófica de lo automático y supongo que será por esa parte de adicto que tengo conmigo y porque al adicto le entusiasma lo que sea más rápido y por supuesto, lo más potente que haya. Que yo recuerde no me hice adicto a nada, hasta los 25 años y porque esa edad se me cayó todo el suflé que hasta ese momento tenía montado y como ya dije varias veces, hasta ese momento me había alimentado de todo lo revolucionario y es de suponer que esa era mi droga en aquellos momentos. Apenas bebía o lo hacía muy de vez en cuando y las únicas drogas que había tomado, eran las anfetaminas, pero como las tenía completamente asociadas al estudiar, pues pasaba que solo las tomaba para los exámenes finales y porque de los exámenes parciales pasaba dos pueblos. Ahora bien en dos meses me zampaba anfetas por un tubo y estaba 20 horas seguidas estudiando y apenas dormía una hora o dos al día y caía en los brazos de morfeo de puro y absoluto cansancio. Me despertaba echo polvo y como si me hubieran dado una paliza a palos durante varios días. Y después, cuando me despertaba era la hora de comer y todo se cubría de cafés y cafés por aquí y cafés por allá y cafés después de comer (si aquello se le podía llamar comida y porque era una auténtica bazofia, aparte de que en sí, las anfetas te quitaban las ganas de comer) y algo estudiaba por la tarde, pero mi verdadera hora bruja era sobre las 7 de la tarde y porque era cuando me tomaba mi dosis de anfeta diaria. Que al principio de cuando empecé a estudiar mi carrera universitaria, eran muy fáciles de conseguir e ibas a la farmacia de turno (a cualquiera de ellas), las pedías, te las daban y las pagabas y todo sin ningún problema por el medio. Pero como pasa siempre, tanto ir el cántaro a la fuente que se acaba rompiendo y empezaron a pedir receta médica y eso complicaba la cosa muchísimo, pero siempre había trucos para salvar ese obstáculo, como inventarte que estabas deprimido y porque de aquellas las anfetas se usaban entre otras cosas, para la depresión.

Más tarde quitaron del mercado las buenas y las mejores (que eran las del principio) y pusieron otras que entre otras cosas te hacían mear cada cuarto de hora y eso en pleno estado anfetamínico era una gran pérdida de tiempo y por eso a veces usábamos orinales y para no tener que levantarte del sitio ni para mear, salvo cuando el orinal estaba a punto de rebosar. Después y más tarde, también quitaron éstas anfetas meonas y se inventaron otras, que no te hacían ir a mear tantas veces, pero su efecto te duraba un poco menos y ya el tema de la receta médica se iba haciendo más complicado, pero como todo medicamento se usaba para algo (en teoría para curar algo que previamente fue diagnosticado), pues la fórmula era muy fácil, tú te aprendías los síntomas de esa enfermedad en cuyo tratamiento estaban indicadas las anfetas y como normalmente eran enfermedades tipo psicosomáticas y por tanto no demostrables analíticamente ni por un TAC o una RMN, pues tu médico te creía y porque te tenía que creer. Aparte que siempre había algún compañero que iba unos cursos por delante de tí y en cuanto él acababa, allí estabas tú y unos cuantos más, pidiéndole que te recetara anfetas.

Y vamos aclarar una cosa, no todas las asignaturas de mi carrera fueron aprobadas gracias a las anfetas y porque las anfetas fueron una gran ayuda para estudiar mejor y más horas, pero hubo una buena cantidad de asignaturas que las aprobé a pelo. No sé como decirlo, pero previamente tenías que tener la voluntad de querer estudiar y porque había señores que se las tomaban para salir de marcha y hasta había otros, que se las tomaban para en teoría estudiar y después se pasaban toda la noche contando chistes o anécdotas y claro al tercer día y noche de estudiar con él, lo tenías que cortar en seco y aquí mi querido amigo, hemos venido a estudiar y si no estás de acuerdo, ya sabes donde está la puerta.















99 DÍAS Y 99 NOCHES

 

Será el tiempo el que me diga...¡para!,
por dios para....
para, que aún estás a tiempo de parar,
que mientras tu cuerpo decrece...
la hierba crece buscando una gota de lluvia,
que mientras respiras...
la luna se impone por los oscuros senderos del espacio,
que mientras me quieres...
yo palpito como un ser lleno de ansiedad
y es que no sé estar... ni sé parar
me puede al alma y las ganas de vivir
atrás he dejado mis fardos bien cargados de angustia vital,
delante tengo a la muerte vestida de negro
sé que me espera
y de momento...no me ha dicho nada,
pero sé que me lo dirá
te quedan 100 días y 100 noches
y hoy mi querido Bruno
empieza tu época de destiempo
y mañana te quedarán 99 días y 99 noches.






















Y ESTE ES MI HOMENAJE

 

Yo no publico nada. Yo lo cuelgo y no sé de que hilo tiro y además, me importa un huevo si el hilo del que hay que tirar. Yo lo cuelgo y después, si alguien quiere leer lo que esribo y después, cuelgo...pues bienvenido a mi mundo... que no es el de yupi...ni todos nos moriremos igual de contentos (porque eso simplemente, lo sé y punto). Por desgracia, hay demasiado sufrimiento y muchas noches en vela y mañanas medio esquizofrénicas y tardes, en que te lo planteas todo y más y a veces, hasta te planteas abrir la espita del gas y morir de por una muerte más dulce.
Que nadie piense que esto es fácil y que desgarrarse las vestiduras es como tirarse un pedo al aire y sin más consecuencias. En esto hay riesgo, hay demasiado riesgo y además, es poco reconocido.
Y me viene a la cabeza el cáncer asesino, que si puede te mata y antes te atormenta y te tortura hasta los huesos y hasta la misma médula espinal.
Y éste es mi homenaje a todas esas personas que están luchando ante ese vil asesino despiadado.
No aflojéis...seguir adelante...con la cabeza levantada y mirando al cielo
y con cuatro piedras en el bolsillo y por si hay que tirárselas a algunos de esos que nada comprenden y porque piensan que si el dolor es ajeno a ellos no les tiene que afectar.
Vosotros seguir adelante y en vuestro cogote sentiréis el halo de nuestro aliento.
¡Adelante!















El olor de la gasolina (Juan José Millás)

 

De pequeño había oído hablar muchas veces de la Sierra de Madrid. Algunos de mis compañeros la conocían, y la gente con dinero presumía de tener una casa en Cercedilla. Yo guardaba frente a estos comentarios la perplejidad muda de los niños cuando no entienden una cosa. Una sierra era una herramienta de trabajo. En casa había dos, una para la madera y otra para el hierro. Aprendí a serrar pronto, pues en aquella época hacíamos mucho bricolaje, aunque entonces no se llamaba así. No se llamaba de ningún modo. Si había que arreglar una puerta, cogías la sierra, cortabas por lo sano y punto. Un día mi padre se compró una Vespa. Yo no tardé en descubrirle el tapón del depósito de la gasolina, que se encontraba debajo del asiento. Se parecía a los tapones de las botellas de gaseosa, sólo que al abrirlo salía un olor que a mí me volvía loco. Entonces no sabía que tenía propiedades estupefacientes. Todavía no estoy seguro. En cualquier caso, conmigo operaba de ese modo.
En el verano, después de comer, cuando mis padres se echaban la siesta, yo iba al parking donde estaba aparcada la Vespa y asomaba las narices al depósito. Podía estar horas absorbiendo aquellos efluvios que ponían mi imaginación a cien. No era raro que bajo sus efectos imaginara que teníamos una casa en la Sierra en lugar de dos sierras en casa.
Por alguna razón que ahora no recuerdo, un día nos quedamos solos mi padre y yo. Debía de ser julio o agosto. Yo acababa de darme una dosis de gasolina y estaba en el sofá, con los ojos cerrados, presa de una ensoñación. Entonces vino mi padre y dijo:
-Nos vamos a la Sierra.
-¿Qué?
-Que nos vamos a la sierra tú y yo ahora mismo, a pasar la tarde.
Dicho y hecho. Nos montamos en la moto y después de una hora o así el paisaje dio un brusco cambio y se convirtió en un decorado. Mi padre me paseó por aquel escenario gigantesco, donde había una roca terrible y lejana, llamada La mujer muerta, y me invitó a una Coca-Cola, que en España acababa de ser comercializada. Luego, cuando empezó a atardecer, iniciamos el regreso. En esto, mi padre detuvo la moto en la cuneta y me pidió que me fijara en la luz.
-Fíjate en esta luz. Ahora mismo no es de día ni de noche. Éste es el momento de mayor incertidumbre del día. Puede pasar cualquier cosa.
Nos quedamos quietos, en silencio, conteniendo la respiración, pero no ocurrió nada. El sol cayó unos metros más y el atardecer se convirtió en noche pura y dura.
-Ya ha pasado el peligro -dijo mi padre-. Vamos.
Dio una patada al pedal de arranque, rugió el motor de la Vespa y cuando ya estábamos a punto de montarnos añadió:
-Dentro de muchos años, cuando tú seas una persona mayor y yo ya no esté entre vosotros, tendrás tu propio coche y pasarás por este paisaje más de una vez. Es posible que en alguna ocasión pases a esta misma hora y recuerdes este día en el que tú y yo vinimos juntos a la Sierra. Si es así, detén el automóvil un instante y permanece atento a lo que sucede en el aire: si ves pasar un pájaro negro, ese pájaro negro seré yo.
Me quedé impresionado con el suceso, que en mi memoria quedó asociado a las fantasías provocadas por el olor de la gasolina. Mi padre había dicho: 'Este es el momento de mayor incertidumbre del día'. No sé si fue la primera vez que oí esta palabra, incertidumbre, pero fue la primera vez que me estremeció. Su sabor es idéntico al de esa hora en la que la tarde no es carne ni pescado y puede sucederte cualquier cosa. Su compañera, certidumbre, no es mucho más tranquilizadora.
Olvidé la historia. Pero hace poco regresaba del norte de España en coche y pasé por la Sierra justo en el momento en el que la tarde parecía dudar entre resistir o entregarse a las fuerzas de la noche. Podía, en efecto, suceder cualquier cosa. Detuve el automóvil en el arcén y salí a la carretera con los pelos de punta. Había un silencio que debía de ser el silencio que precedió a los segundos anteriores a la Creación. Entonces, algo se movió a mi izquierda y de repente un pájaro negro atravesó la carretera y se perdió en la oscuridad, que parecía avanzar desde el horizonte. Entré en el coche y lloré como no había llorado cuando murió mi padre. Esta historia es falsa del principio al fin, pero habría sido hermoso que sucediera.














"La fiesta de la culpa". IRENE VALLEJO

 

“Yo no he sido”, masculló tu hijo, con un acorde de desamparo en la voz. No le creíste. Estabas segura de haber dejado allí, sobre el escritorio, náufrago en tu borrasca de papeles, el cuaderno con las notas para el próximo artículo. Como la adulta racional y siempre atareada que eres, preferiste la riña exaltada a la serena búsqueda: “¿Cuántas veces te he dicho que no revuelvas mis papeles?”, rugiste mientras te agachabas, blandiendo preguntas acusadoras, a la altura de sus ojos. Empezaste a dudar cuando dos lagrimones rodaron por sus mofletes hasta oscilar suspendidos de la barbilla. De pronto, recordaste que K. había ordenado el despacho, y el cuaderno reposaba tranquilo en la estantería, oculto a tu ciega terquedad. Tu hijo hipaba llorando: acababa de tragar una cucharada de injusticia.
Cuando algo falla y sucede el desastre, ¿por qué extraño motivo esperamos un cierto alivio al responsabilizar a otros? Buscar culpables resulta más apasionante que buscar soluciones. Los antiguos griegos creían en una divinidad llamada Momo, que no tenía más atribución que encontrar faltas en los dioses y los humanos. Momo era hijo de la Noche, la personificación de nuestro oscuro impulso a tomarla con el prójimo. Los psicólogos afirman que no soportamos la incertidumbre, el caos, la imprevisible complejidad de lo real. El pensamiento mágico cree que, señalando nombres y rostros, el mal quedará exorcizado. Antiguamente, los judíos elegían un macho cabrío, lo llevaban al desierto y lo apedreaban para que pagase por los pecados de la comunidad. De ahí viene la expresión “chivo expiatorio”.
Históricamente reincidentes, buscamos a quien endilgar incluso catástrofes fortuitas o desastres naturales. Según cuenta la Biblia, el barco en que huía el profeta Jonás topó, al llegar a mar abierta, con una terrible tempestad. Los marineros decidieron arrojar por la borda, directo a las rugientes olas, a quien hubiera atraído la tormenta. Lo echaron a suertes y la culpa recayó por sorteo en Jonás, que acabó engullido por la ballena. Rifar la condena es una de las fórmulas procesales más delirantes jamás imaginadas. Alessandro Manzoni narró en su Historia de la columna infame un episodio real ocurrido durante la peste de 1630. Una vecina de Milán, precoz espía de balcones, denunció a un hombre que restregaba los dedos contra la muralla. Así nació el mito de los untadores, que supuestamente expandían el contagio con ungüentos mortales en pomos, barandas y muros. Se abrió un proceso en el que se torturó y ejecutó a personas inocentes, cuya responsabilidad era sólo producto de una imaginación aterrorizada. Estas supersticiones no son tan antiguas: hace menos de un siglo, los japoneses acusaron absurdamente del terremoto de Kantō a los inmigrantes coreanos, desatando una matanza que dejó varios miles de cadáveres.
En un episodio de Los Simpson, Homero asesora con cinismo a sus compañeros de trabajo: “Si algo va mal en la central nuclear, culpad al tipo que no habla inglés”. La máxima apela a ese resorte primitivo que sobrevive en nuestras mentes: simplificar la complejidad de las causas convirtiéndolas en culpas. Los atenienses celebraban sus fiestas Targelias con el sacrificio ritual de dos personas acusadas de provocar hambre, sequías, epidemias o terremotos. Las arrastraban fuera de la ciudad para lapidarlas, lincharlas o lanzarlas por un precipicio. Creían que el mal siempre viene de fuera y debe ser expulsado con violencia. Llamaban a su víctima propiciatoria pharmakós, de donde procede nuestra palabra “fármaco”, como si su sangre eliminase la enfermedad. En tiempos de desgracia, es preciso mantenerse alerta, auscultar los errores, esgrimir la crítica: ser capaces de tender la mano y vigilar desmanes. Pero la convivencia se enfanga si intentamos aliviar el dolor azuzando la cólera contra el diferente, el que nos cae mal, esa gente perversa que no es o no piensa como yo. En los dominios nocturnos del antiguo Momo, unos y otros procuran que el señalado sea su adversario —ideológico o íntimo—. Dime a quién culpas y te diré quién eres.

















PAULA ENSENYAT (A veces me besa).


En el pecho se agitan
vendavales de agosto,
murmura el mar
y en lo profundo,
sorprendida,
sonríe la tristeza.
A veces,
la soledad
me besa
y yo
sonrío.
















FRIDA KALHO


 

LA PUNTA DE UN ICEBERG

 Ahora todo es más difícil los reflejos van pidiendo un descanso los tendones se relajan y contraen menos y peor que antes la vista pide aux...