“Cuidado con el poder
porque su alud puede sepultarte,
nieve, nieve, nieve que asfixia tu montaña. (…)
Cuidado con el intelecto,
porque sabe tanto que no sabe nada
y te deja colgado boca abajo,
impartiendo sabiduría mientras el corazón
se sale por tu boca. (…)
Cuidado con el amor,
(a menos que sea verdadero,
y que cada parte de ti diga sí, hasta los dedos de los pies),
te envolverá como una momia,
y tu grito no se escuchará,
y no huirá ninguna de tus huidas.
¿Amor? Sea hombre. Sea mujer.
Debe ser una ola por la que quieras deslizarte,
entregarle tu cuerpo, entregarle tu risa,
entregar, cuando te atrape la áspera arena,
tus lágrimas a la tierra. Amar a otro es como
una oración y no puede planearse, tan solo caes
en sus brazos porque tu fe anula tu descreimiento.
Persona especial,
si yo fuera tú no haría caso
de mis advertencias,
fabricadas un poco con tus palabras
y un poco con las mías.
Una colaboración.
No me creo una palabra de lo que he dicho,
salvo algunas, salvo que te veo como un árbol joven
con las hojas pegadas y sé que echarás raíz
y que brotará el auténtico verde.
Abandona. Abandona.
Oh persona especial,
hojas posibles,
a esta máquina de escribir le gusta cuando te acercas,
pero quiere romper vasos de cristal
en celebración,
por ti,
cuando cae la corteza oscura
y flotas alrededor
como un globo que fue”.




