La voz de mi madre resonó dentro de mi cabeza como el
estruendo de un trueno
creo que era la voz de mi madre
o así yo lo sentí
lo raro es que no me despestara temblando de miedo
y porque sabía que cuando mi madre me llamaba
no era para decirme algo bueno o bonito o entrañable
pero con el tiempo, me hice indemne a sus llamadas
y tal y como entraba por un oído... salía por el otro
aunque claro está...prefería que no me llamara
y que ella siguiera con lo suyo
y yo con lo mío
y deseando que no nos cruzáramos por el camino.
Mi madre a veces cantaba (muy pocas y escasas veces)
y siempre era un día de verano
bajando a la playa y soñando que allí no estaba y que estaba
bajando las escaleras de un palacio que daban a su playa.
Nunca fue feliz mi madre
y ella y lógicamente soñaba con ser feliz
aunque su felicidad nunca cuadraba con la mía
ni ella estaba en mi propio escenario
ni yo en el suyo
y nos iba mejor así
cada uno en su mundo o en su planeta
y aún mejor si íbamos en dirección contraria.
A veces se me cuela por la fisura de algún sueño
y la sigo viendo tan infeliz como siempre la ví
yo sé, que nunca le caí bien,
y ni siquiera hablo de amor y demás pendejadas,
hablo del concepto que tenía sobre mí,
para ella era un niño huraño, extraño, amargado y con
absoluta falta de empatía
mi presencia le molestaba y le estorbaba
e incluso, le incordiaba
pero eso sí,
yo nunca le pedí cariño ni comprensión
y porque era como pedirle amor a una piedra llena de aristas
afiladas y cortantes.


