Yo era un chaval honrado y lo era en aquellas condiciones y cuando lo raro era ser honrado. Y me sentía bien conmigo mismo y en paz y sin demasiadas guerras interiores. No era uno más entre la manada entre la que me desenvolvía y a pesar de eso, nunca me consideré más que nadie y sólo me considera distinto y el ser distinto no te hace ser superior a nadie. Yo disfrutaba de mis mejores días de verano y allí en aquella playa era el chaval más feliz de la tierra y eso que tenía muchos elementos en contra y algunos se fueron convirtiendo en mis enemigos más acérrimos y otros y con el paso del tiempo, se fueron dulcificando dentro de mis pensamientos y no necesité tener que perdonarles la vida y porque su vida ya estaba muerta. Tuve mis buenos amigos de playa y allí también tuve mi primer amor, un amor tierno y sincero, amable y de una sencillez apabullante. Tenía amigos que no eran creyentes y como yo tampoco lo era, pues todos nos convertimos en ateos. Tuve otros que para aquella época, eran deportistas pero no de élite y como yo lo era poco, pues nos pusimos a jugar al fútbol y cada uno en su liga. En general amábamos la vida y porque aquella vida que llevábamos, era para amarla intensamente. Andábamos en bicicleta todo el día y cundo los demás estaban ocupados con otras cuestiones, yo me convertía en el mejor ciclista del mundo y porque iba a la velocidad del sonido por aquellos hermosos senderos y que siempre acababan en la playa. Durante una pequeña época, yo me hice medio jipi y a los 14 años mdió por hacerme un viaje solo y alrededor de España y dormía en los parques de los pueblos y ciudades. Hacía dedo y como de aquellas, paraban los coches para llevarte y porque la gente de aquellas era así de confiada y me hice amigo de algunos conductores y hasta hubo uno que me prestó su casa. Y un mes de aquelas se hacía demasiado largo, pero como tenía que demostrarme a mi mismo y a los demás que era un tío valiente y decidido, tuve que comerme mis miedos y temores, yo solito. Cuando un mes después volví, no es que no fuera el mismo pero era parecido a lo que antes era y porque un mes de jipi tampoco daba para tanto.
Ya había pasado por mis primeras borracheras y la primera fue bestial y no digo que alucinante y porque duré como hora y media y hasta caer medio muerto al suelo y como un puto saco de patatas. Lomás curiso del tema, es que yo tenía entre 13 y 14 años y como iba tan pasado y borracho, mis amigos me dejaron tumbados delante de la puerta de mi casa. Y algo de ruído debimos hacer y porque a los pocos minutos mi padre y mi madre estaban junto a mí. Yo recuerdo muy vagamente que entre los dos me llevaron a mi cama y aún oigo la voz de mi madre diciéndome al oído que me iba a enterar bien del castigo que me iban a meter. Y bueno y la verdad es que no fue para tanto y me castigaron sin salir ese fin de semana y como guinda del pastel, me dijeron que no podía beber vino en las comidas y durante un mes. Era la cultura del beber que había en aquellos viejos tiempos y yo con 13 años me prohibían beber vino y durante un mes. Yo pensando, pues que me castiguen más veces y porque me daba exactamente igul que me dieran de beber vino o un buen vaso de agua. Y el tema del vino a los 13 años, iba de que nosotros en la casa hacíamos nuestro propio vino y porque teníamos una parra de uvas que recorría todo el perímetro de aquella de los para mí era, una inmensa finca de entre 7.000 u 8.000 metros cuadrados. Y digo entre lo uno y lo otro y porque hay veces que pienso que eran 7.000 metros y en cambio en otras y como era un niño y todo me parecía más grande, pues tiendo a pensar que tenía 8.000 metros. Pues todos mis septiembres de aquellos tiempos, estaban dedicados al vino, a la vendimia, al olor de los barriles de vino recién hecho, a separar el bagazo (que era la piel y el esqueleto de los racimos sin uva) y porque anterirmente la uva se exprimido y ahí se hacían dos partes, en un barril iba el vino recién exprimido de la uva y en otro barril se llenaba con el bagazo y que dos meses después nos iba a servir para hacer el aguardiente casero y natural como la vida misma. Las uvas con los racimos se pisaban con nuestros pies de niños y como sabíamos todo ese mejunje fermentaría y que todo lo malo se haría bueno y por ese proceso de fermentación, pues mi amigo de aquellas y mismo, meábamos en el vino y con todas nuestras ganas, pero no se lo decíamos a nuestros padres y por si acaso nos caían una buenas hostias y como propinas. Pues volviendo al tema de porque podíamos beber vino desde los 13 años. Primero, el vino era auténticamente casero, no llevaba adictivos que lo hicieran más blanco o más tinto. Segundo, el vino que hacíamos tenía muy poca graduación y podía moverse sobre los 8 grados de alcohol y eso era demasiado poco para un buen vino y entonces cuando se acaba la vendimia llegaban unos carros de bueyes cargados de uvas de Salamanca o Zamora y para darle más consistencia alcohólica al vino, se exprimían esas uvas venidas de fuera y de mezclaba el vino de nuestras uvas con el vino de las uvas que habían llegado de fuera y eso lñe hacía subir uno o dos grados de alcohol, pero nunca fue más allá de los 10 grados. Y seguía siendo un vino muy flojo y como era muy flojo y además, como era casero, pues pasaba que la conclusión es que era vino pero un vino muy flojo y que hasta los niños lo podían beber. Y por eso pude beber vino a los 13 años y aunque fuera un vino muy flojo, el alcohol que llevaba también se te subía a la cabeza. Pero eran cosas que se hacían en aquellos tiempos ya demasiado lejanos.
Pues prosigamos y como mejor podemos. Dos meses después de hacer el vino se presentaba el aguardenteiro (que era el que hacía el aguardiente) y había que abrir los barriles llenos de bagazo y por turnos ya establecidos previamente todos los vecinos que hacíamos vino, íbamos con nuestros barriles abiertos y para que poco a poco y gota a gota, se iba haciendo aquél maravilloso aguardiente. Yo estuve haciendo aguardiente en el alambique del aguardenteiro y con el bagazo de nuestra propia cosecha todo un día y toda una noche y gota a gota y hasta que esa eterna sucesión de gotas te dormía profundamente. Y ésta historia que os estoy contando no es cuento y es una historia que en su día fue una realidad.











